Complicated Situations [Privado]

Camine entre aquellas calles, observando cada local con desinterés, había decidido ir a caminar al centro en busca de algo que me distrajera mas aun en mi mente podía escuchar aquel sollozo. Estaba tan confundido y molesto, esto ultimo conmigo mismo, era demasiado frustante el no entender el porque del sufrimiento del americano y aun así saber, que todo era tu culpa. Suspire mientras seguía caminando, sin darme cuenta que las calles concurridas se iban acabando para dar paso a un barrio mas descuidado y desolado. Di vuelta en una esquina, donde pude notar que en la acera de enfrente habían tres tipos, con aspecto de maleantes, y al parecer, inyectandose algo.

Gire mi vista enseguida, tratando de no llamar la atención de aquellos tipos, ese sería el colmo ya de mi mala suerte. Apure el paso mientras giraba nuevamente en otra esquina, dirigiendo hacia el lado contrario que a ellos. ¿En que momento termine aqui?, pensé de mala gana, maldiciendo internamente mi falta de atención.

-¿A donde vas tan rapido?- oí una voz burlona detrás de mi, seguida de unas risotadas estruendosas. Palidecí de inmediato al saber el significado, me estaban siguiendo. Por alguna razon, aquellas risas me recordaban demasiado a mis primos, llenandome de temor y panico.

Sin siquiera pararme a pensar, me agarre a correr. Posiblemente aun tenia un poco de ventaja en cuanto distancia; corrí, y corrí adentrandome cada vez más en aquellas calles tan oscuras a pesar de la hora del día. Me recargué cansado contra un muro de ladrillos al sentirme tan cansado, no tenía condicion fisica por lo cual el agarrarme a correr no debio haber sido una buena idea.

-Vaya, vaya.. Asi que ya te cansaste- temblé disimuladamente al volver a oír aquella voz tan repugnante ahora mas cerca de mí. Cerre mis ojos con fuerza al sentirme jalado de un brazo, preparandome mentalmente para ser golpeado, mas en cambio solo sentí como mi rostro era alzado con brusquedad, -Oh, no esta nada mal.. si no fuera por esas cejas, podría pasar por una chica- me sentí incapaz de molestarme, ya que con aquel tono tan lascivo solo me invadio un temor mas profundo, e incluso con los ojos cerrados podía sentir como me desnudaba con la vista.

-D-Dejame..- quise ordenar, mas solo se oyo como una patetica suplica que se apagaba conforme la oracion acababa, no me sentía capaz de enfrentarmeles. Mi pasado nuevamente estaba afectandome demasiado.

-No seas así lindura, te aseguro que la pasaras muy bien- susurro tan cerca de mi rostro que pude oler su asqueroso aliento. Nuevamente las risotadas de sus dos amigos resonaron cercanas, -¡Hey, asegurate de dejar un poco para nosotros!- grito uno de ellos mientras se reía, -Intentare, ya saben como me gusta devorar todo de una sola mordida..- murmuro nuevamente con un claro doble sentido. Lo siguiente que sentí fue su calida y asquerosa lengua recorrer por mi mejilla.

Temblé de ira, no debía, no, no podía dejarme derrotar asi de facil. Había vivido en la calle muchos años, estaba acostumbrado a cosas parecidas y siempre salía libre de ellas. Empuje con fuerza al chico frente a mi, mientras abría mis ojos llenos de furia encarando, totalmente decidido a golpearlo.

Mas esto solo parecio excitar mas a ese tipo, que sonrio con malicia y relamio sus labios, -Perfecto, me gustan mas cuando se resisten- toda la fuerza que había juntado, se fue en tan solo un momento, haciendome temblar como cuando era un niño pequeño. Me volví hacia atrás, decidido nuevamente a correr, pero un golpe me hizo chocar contra la pared de ladrillos haciendome perder el aire. Sobreabrí mis ojos con panico al sentir al tipo acorralarme con su cuerpo, y lamer mi cuello con lentitud. A pesar de que el, habia hecho lo mismo, no me sentí ni minimamente asqueado como ahora.

-P-Porfavor.. dejame..- murmure despacito mientras cerraba mis ojos con frustación, aguantando mis lagrimas.

Eché un vistazo con pereza a mi alrededor. Tenía mucho, pero mucho sueño. Mis puños tallaron mis entumecidos ojos. Lo cierto era que en la noche anterior no había conciliado el sueño y acabé quedandome despierto, llorando como cual chiquilla adolescente quinceañera con el corazón roto. Antes me hubiera burlado de la situación, pero ahora ni ganas de si quiera sonreír me quedaban. En realidad me sentía como tal, destrozado.

Pensé que tal vez salir al centro comercial me despejaría la mente y aminoraría el molesto dolor que se situaba en mi pecho, pero la cosa no salió como esperaba. Recordé con claridad como cierto rubio se alejaba de mi con asco, bien marcado en su rostro. Supire abatido, ni si quiera el haber comprado una hamburguesa me había animado; terminé regalandosela a un extraño.

Seguí caminando perdiedome entre callejones oscuros y que a cualquier persona darían un aspecto aterrador. A mi no. No me asustaban esos lugares, ya que por mi trabajo me había encontrado en sitios peores antes. De repente me detuve en seco en un callejón.

¿Habré escuchado bien? Me cuestione. Me había parecido escuhar la voz del causante de mi dolor. Con sigilo, digno de un detective, caminé un par de pasos para observar como tres tipos acorralaban sin nada de delicadeza a Arthur contra la pared y uno de ellos lamía el cuello del pequeño inglés. Mi pequeño inglés.

Aquello bastó para desatar mi furia.

Dando grandes y fuertes zancadas me acerqué a aquel tipo, aumentando por cada paso la velocidad de mi andar para que cuando llegara a el pudiera embestirlo por la espalda con una fuerza descomunal. Y así lo hice. Sentí como el tipo tembló debajo de mi ante el repentino susto que le había causado mi agresiva llegada. Escuché con claridad el grito de dolor que lanzó al impactar su cuerpo sobre unas cajas de madera que se rompieron al instante. Incrusté con rudeza mi rodilla en su espalda, antes de que pudiera levantarse.

Sabía que tenía que actuar con presteza para llegar a otro de los hombres que quedaban antes de que pudieran reaccionar si quiera. Arremetí contra quien sería mi segundo oponente, moviendo mis piernas con pisotones y lo lancé por ncima del otro que estaba seguramente inconciente.

Dos fuera de combate... sólo quedaba uno...

El último tipo se fue contra Arthur tomandolo por el brazo con fuerza, mirandome amenazante. Lo que logró con ese acto sólo fue aumentar mi ira y que el constante calor que me invadía se incrementara mas. Ya no sentía sangre correr por las venas... si no más bien lava.

Me dirigí a el y no tardé en propinarle un puñetazo. Sentí vivazmente el crujido del cartílago nasal de aquel hombre desconocido en mis nudillos a causa del impacto. Si poder soportar el dolor, guió sus manos a su nariz gritando, jadeando e inclusive maldiciendo. Como pudo, se puso de pie para echarse a correr fuera de este lugar oscuro.

El silencio invadió el callejón, lo único que lo interrumpía eran las respiraciones agitadas de los inconcientes, además de mi respiración que sonaba profunda, pero no tranquila. Apreté mis puños con fuerza sintiendo como la sangre escurría por uno de ellos. No me imaginaba como era mi mirada por encima de mis lentes justo en estos momentos y, sinceramente no me importaba...

... Hasta que me volví con el angelito pudiendo ver su expresión cargada de terror.

- A-Arthur... -y por primera vez en todo este tiempo: sentí miedo.

De alguna forma me tranquilizo el hecho de ya no sentir a ese hombre sobre mí, pero esa tranquilidad se fue de inmediato al oír aquel estruendoso grito del cual reconocí la voz de mi atacante, ¿Que esta pasando?

Abrí mis ojos con un poco de miedo, logrando ver nuevamente aquella espalda, podría reconocerla en cualquier lado. Solté un suspiro de alivio, mas en cuanto vi al sujeto totalmente inconsciente sobre unas cajas totalmente destrozadas por su mismo peso, no pude evitar soltar un respingo sorprendido. ¿Eso lo había hecho Alfred?

Me encogí sobre mis hombros al verle irse contra el segundo sujeto con tanta rapidez y fuerza que ni siquiera le costo lanzarlo por el aire contra el otro. Pero eso no fue lo que me hizo encogerme, si no el color que su cabello estaba tomando. N-No podía ser eso..

-¡Ugh!- solte con dolor al verme jalado hacia el tercer sujeto, que sostenía mi brazo con mucha fuerza. Hize una mueca de dolor mas mi atención no se pudo despegar del americano, eso no podia ser cierto. Más lo siguiente que vi me dejo helado, sus ojos se encontraban fríos, llenos de maldad y de un color negro tan brillante y profundo, justo igual que su cabello.

El dolor de mi brazo dejo de importarme, ya que mi corazón, dolía ante el engaño. Ante la situación. El era un demonio.

Las lagrimas de frustracion que quería soltar antes, se convirtieron en dolor reflejado en lo mas profundo de mi ser. Cerré mis ojos, escuchando solamente el alarido de dolor del sujeto al lado mio, soltandome finalmente; no tenía fuerzas ni siquiera para sostenerme, asi que me deje caer al suelo, golpeando aquel duro cemento con mis puños cerrados.

El lo supo todo desde el principio..

Con dolor, abrí mis ojos, observando como un liquido viscoso y rojo caía desde su mano, me crispé con terror al ver su mano rodeada por venas, tan resaltadas y de un color morando tan profundo. Mientras su rostro, estaba totalmente sereno pero con una clara sed de sangre.

Por primera vez desde que lo conocí, sentí miedo. Miedo de él, de lo que era.

-N-No te acerques..- murmure con temor al verle llamarme, -T-Tu lo sabias todo desde el principio..- volví mi vista hacia el suelo, mientras soportaba las inmesas ganas de llorar.

Volví mi vista hacia un lado, observando a como uno de los sujetos arrastraba al otro incosciente lejos de aquí. No sabía que pensar, el me había salvado pero el era un demonio.

No era posible. Eramos enemigos.

Una lagrima resbalo desde mi mejilla hasta el suelo, haciendome notar como mi rostro estaba empapado. Me sentía tan frustrado y confundido, pero ahora era diferentes las razones.

Al escuchar sus palabras, toda la sangre se me heló, mis músculos se paralizaron, era incapaz de hacer movimiento alguno ahora. Deseé que se me hubiera helado el corazón, de paso, pero no fue así. Miré mis manos, atónito, viendo como las venas se me habían resaltado de un color morado profundo. Vi como la sangre corría por una de mis manos, empezando desde los nudillos hasta el dorso de las mismas. Entonces caí en la cuenta de que, sin necesitar verme a un espejo para apreciar el seguro color oscuro de mi cabello y ojos, mi forma de demonio hacía acto de presencia.

Con el labio interior temblando levemente, me volví de nuevo con el inglés. Me arrepentí de haberlo hecho. Se encontraba en el suelo, con el rostro hecho un mar de lágrimas. Un escalofrío recorrió toda mi columna vertebral, mis piernas flaquearon. No hacía falta que alguien me lo dijera para darme cuenta de que el angelito tenía miedo de mi. Genial, que se sume a la lista, encima de asco, ahora también me temía.

- Si. Lo sabía. –dije. Mi voz reflejo la profunda amargura que sentía en mi interior.- pero no podía decírtelo, encima de que me odiarías, me temerías como lo haces ahora mismo, yo… yo sabía que… –hice una pausa, era incapaz de seguir hablando, el nudo en mi garganta crecía cada vez más- …y-yo sabía que después lo pagaría muy caro. Ya me ah pasado una vez. –tomé una gran bocanada de aire.

Cerré mis ojos, apretando mis parpados con fuerza. Mi mente viajó tiempo atrás, en donde me encontraba con una familia. La única que sabía lo que era. Los únicos que me habían aceptado como tal. Sonreí levemente al recordar las risas de aquellos momentos que me permitieron disfrutar con ellos. Pero los recuerdos cambiaron de golpe, la linda casa de verano cambió por una fábrica abandonada, sucia, apestosa de olor a sangre.

“¡Alfred, ayúdanos!”

Esa voz. De ese niño. Se escuchaba llorosa, angustiada, preocupada. Y yo no pude cumplir su petición. Las nauseas se hicieron presentes. Abrí los ojos, pero vi todo borroso, los sentía acuosos.

- I-I'm so sorry, Arthur –caminé, vacilando, unos pasos para acercarme a él- n-no, no quería perderte –cerré mis puños con frustración, encajando las uñas de mis dedos en las palmas de mis manos con fiereza, lastimándome. Aquel grito de aquel niño se repetía en mi cabeza una y otra vez. La imagen del inglés en una situación parecida cruzo mi mente, atemorizándome más.- Se que fuí egoísta... –junté mis labios, nervioso, aguantándome las ganas de llorar. Porfavor. No me odies. -se me quebro la voz y desvié mi mirada sin poder aguantar más el verle en esas condiciones.

Escuche sus palabras atentamente sin despegar mi vista del suelo, de mis manos que arañaban sin ningun merito o sentido aquel cemento, solo buscando desahogarme de alguna manera. Yo no podía creerle, a pesar de que era Alfred, no, era porque era un demonio.

Esos seres despreciables habían acabado con mi felicidad, con la vida de mis padres. Me era imposible si quiera creer en ellos.

Ví los pies de ese sujeto acercarseme, a lo que inconscientemente me cubrí el rostro con ambas manos. Miedo, furia y tristeza, todos esos sentimientos recorriendo por todo mi cuerpo.

Miedo, a ser lastimado más.

Furia, por ser engañado tan facilmente, por permitirme abrir mi corazón a un demonio.

Tristeza, porque a pesar de todo, yo le quería mas que a nadie.

-Tú eres un demonio..- murmure con frialdad, pero mas que nada, a mi mismo. Tenía que hacerme entender que el no era quien yo creía.

Llevé mis manos nuevamente al suelo, y me apoye en ellas para levantarme. Mire a Alfred, no, mire al demonio. Mordí mi labio con frustración al verle en ese estado, deseaba tanto abrazarle al verle tan desprotegido en cierta forma, pero al ver su cabello totalmente negro, no podía evitar creer que solo eran mentiras suyas.

Mis alas se extendieron en tan solo un momento, tan largas, blancas y suaves. Un pequeño brillo se despego de ellas, la cual era mi magia que se liberaba con ese sello en mi espalda, -¡T-Tu me mentiste! ¡Tu sabias desde el principio lo que era!- grite molesto y casi en un sollozo mientras mis alas me cubrían, el sentimiento de ser herido crecía cada vez mas. Aprete mis puños, totalmente decidido.

En un momento, mis alas despegaron, alzandome unos centimetros en el aire, mientras en una de mis manos se formaba una espada de cristal. La cual alze en su contra, mis facciones se endurecieron.

Mi mirada se posó de nuevo en él cuando empezó a hablar, diciéndome crudas, frías, pero sobre todo verdaderas palabras. Yo soy un demonio. Con atención, vi sus movimientos, pero más que nada me fijaba en su rostro, tan dolido. Sentí la culpabilidad apoderarse de mí, tal vez había hecho mal al no decirle, pero lo hecho, hecho esta y no puedo volver al pasado.

Sus alas lo cubrieron, después de echarme en cara que todo lo que le dije alguna vez fue mentira. Eso si no lo permitiría, le dejaría claro las cosas. Cuando sus hermosas y blancas alas se abrieron, el inglés me apuntaba con una espada de cristal.

Algo me dijo que hasta aquí había llegado mi existencia. Entrecerré los ojos, pensativo, en cierto modo me sentí feliz por el hecho de que mi dolor acabaría al fin, pero me daba tristeza el saber que no podría ir con mi familia. Ellos estaban en el cielo, y yo me iba con pase directo al infierno. Pero igual me complacía el saber que un ángel –y no uno cualquiera, estamos hablando de Arthur- tomaría lo que fue mi vida.

Normalmente no me dejaría vencer tan fácil, pero, ¿de qué me serviría la vida si no podía tener al ser que mas amaba en ella? Solo estaría existiendo para sufrir y la verdad ya me había cansado de esto. Estaba harto de fingir ser el héroe, cuando en realidad soy el villano.

-Bueno, pues –empecé con tono resignado, alzando la vista con determinación- para empezar, yo solo te mentí en tres cosas. Una: cuando dije que vine aquí por unas vacaciones, era mitad mentira y mitad verdad. En realidad había venido porque los jefes de la policía me obligaron por que me quede trastornado por un caso que no pude resolver –mientras hablaba, me agaché al suelo arrodillándome ante el majestuoso ángel que se alzaba ante mi- segunda: pues, ya la sabes. No te dije lo que era. –solté con amargura ante lo cierto que era eso.- Tercera: cuando te llamé hermano, no lo decía de corazón. –desvié mi mirada hacia el suelo.

Extendí una gran sonrisa en mi rostro, como si no hubiera una espada enfrente de mi lista para atravesarme, me sentía más ligero, como si me hubiera quitado un gran peso de encima. Tomé la punta de la gran espada y la dirigí a mi pecho.

-Solo hazlo rápido –sugerí con una sonrisa nerviosa. No tenía ganas de sentir más dolor.

Apreté el agarre a mi espada cuando le vi decidido a hablar, no iba a dejarme engañar ni mucho menos dudar; mas aun asi, toda mi atención estaba dirigida a él. Como si esperara oir algo en sus palabras, que mi mente ahora consideraba inexistente.

Mi espada bajo consigo apuntando a su yugalar pensando que huiría o algo parecido, pero lo unico que hizo fue incarse ante mi. Oculte la sorpresa que me invadio, y el temblor que se hacía presente en mi espada, apoyando mis pies nuevamente en el suelo, tratando de tomar de él la fuerza que yo ya no tenía.

Mordí mis labios cuando menciono la tercera mentira, era claro que el no diría de corazón aquello, mas no entendía el porque. ¿Solo se estaba burlando de mi?, o es que acaso..

Acallé mi mente mientras dirigía mi vista molesta nuevamente hacia el, más esto solo me detuvo en seco al ver esa sonrisa. Aquella sonrisa que me había salvado un monton de veces, y que lograba arrancar la mía propia.

Sentí mi pupila temblar al verle dirigir mi espada a su pecho, tensandome completamente. ¿El estaba siendo serio?, ¿No iba a hacer nada..?

Mi espada sorpresivamente oscilo, alejandose de el, -..You..- mi voz salio lastimera y temblorosa, -As If I Could Do It... Idiot- la espada cayó de mis manos, quedando enfrente de él.

Mis rodillas temblaron y me dejaron caer como hace unos minutos, mas ahora agregando el hecho de que mis alas desaparecieron solo dejando en su camino unas cuantas plumas que flotaron en el aire momentaneamente.

-¡D-Debería poder hacerlo!- grite con frustración sintiendo como las lagrimas nuevamente borraban mi vision, golpeé varias veces el suelo mientras sollozos escapaban de mis labios, dejandome totalmente desprotegido frente a él -..I love you..- confesé mientras una lagrima escurria por mi mejilla hasta perderse en un punto que no pude ver.

Las lágrimas se me acumularon en los ojos, haciendo difícil mi visión así que parpadeé varias veces para ahuyentarlas, quería ver claramente en rostro del angelito por última vez. Quería que fuera lo último que viera, aunque su mueca se mostro por una fracción de segundo atemorizada. Pero no fue eso lo que más me sobresalto, si no que de repente su voz fría y cortante se torno algo más triste. Sus palabras fueron el golpe final para dejarme totalmente petrificado.

El agudo chillido que la espada hizo al caer resonó por todo el vacio callejón, también el sordo sonido del cuerpo de Arthur al caer completamente al suelo. El viento susurró suavemente cuando las alas desaparecieron, admire como las pocas alas que quedaban brillaban con esa pureza tan propia de ellas.

Me arrodillé junto a él justo cuando chillaba con frustración, lo abracé por los hombros con cuidado para atraerlo hacia a mí, mientras lloraba. Acaricié su cabello con delicadeza, como si de porcelana se tratara, más detuve mis caricias cuando escuche su confesión.

Una pequeña sonrisita que había en mi rostro pasó a ser más grande, hasta el punto de que se transformaron en fuertes carcajadas entrecortadas por culpa de los sollozos que provenían también de mí ser. A diferencia de la vez pasada, mi llanto ahora era de mera felicidad.

- ¿Sabes? –Me separé del inglés para poder mirarlo a los ojos, empañados en lágrimas- yo nunca te dije hermano de corazón, porque no podía verte como tal –mi sonrisa se transformó boba- ¡porque Te Amo, Arthur Kirkland! –Añadí casi gritándolo, haciendo que el eco extendiera el sonido por todo el lugar.- de hecho, –me abracé de nuevo a él, con fuerza- te lo dije un par de veces, pero creo que no lo recuerdas –una de mis manos se fue a limpiar las lágrimas de mi rostro.

Me incliné de manera que pudiera atrapar los dulces labios del angelito, saboreándolos entre los míos como tantas veces antes ya lo había hecho, pero más lentamente, disfrutando la sensación que esto me producía.

Cuando sentí sus brazos sobre mis hombros, rehuí con miedo, mas el cariño y calidez que me transmitía el americano, me hizo rendirme con rapidez, albergandome entre sus brazos. Recibí cada caricia en mi cabello, mientras me permitía llorar como nunca lo había hecho, dejando salir largos y estruendosos gimoteos mientras todo mi cuerpo temblaba.

Mis ojos completamente inundados en lagrimas chocaron contra los suyos, sorprendiendome el hecho de que estaban en la misma situacion que los mios. Cerré los ojos cuando le escuche tratando de explicarse, no podía aguantar más. Pero la respuesta, me sorprendio haciendome sobreabir mis ojos con sorpresa, incapaz de siquiera responder.

Solo reaccione cuando sentí esos labios sobre mí, besandome con tanta delicadeza. Temblé entre sus brazos mientras mis manos se aferraban sobre su chaqueta de aviador, arrugandola, estruchandolo a mí. Entrecerré mis ojos con lentitud mientras una ultima lagrima acumulada en mis ojos caía, resbalandose hasta llegar a nuestros labios, dandole un toque salado a nuestro beso.

Más que besarlo, empecé a mordisquear su labio inferior con lujuria, para luego darle suaves lamidas con la punta de mi lengua. Una de mis manos fue a parar a su mejilla, mientras otra reposaba en su cintura la cual empuje un poco para atraerlo más a mí. Quería sentirlo, su calor, su ser, saber que me amaba, repetírselo yo mismo una y otra vez.

-Arthie.. I love you –susurré con una sonrisita traviesa, propia de mi, cuando me separé de él, pero fueron solo unos pequeños segundos ya que después volví a buscar sus labios, que se encontraban entre abiertos. Aproveché esto y metí mi lengua, paseándola por la húmeda cavidad inglesa, explorando nuevo territorio, rozando ambas lenguas varias veces.

Apoyé el cuerpo del rubio en la pared, acorralándolo así entre mi cuerpo y esta. El cosquilleo en mi estomago se hizo presente, era como tener miles de mariposas revoloteando por él, esta vez sí tenía ganas de reírme por parecer una quinceañera enamorada. Pero sobre todo, quería salir y disfrutar el mundo, siempre y cuanto tenga a Kirkland a mi lado.

Mis mejillas se fueron tiñiendo de rojo ante la intensidad del beso, que me costo un poco corresponder al principio, mas timidamente fui consumido por el deseo. Totalmente deseoso de probar sus labios como el lo hacía con los mios, me dispuse a a lamer sus labios cada vez que se ensañaban con mi labio inferior, arrancando de mi jadeos pausados.

-Me too- logre responder antes de que sus presurosos labios arremetieran contra los míos nuevamente, esta vez introduciendo su lengua en mi boca. Suspire mientras sentí mi cuerpo inclinarse por acto del americano contra la pared, volviendo aun mas profundo el beso.

Lleve una de mis mas hasta su cabello halando hacia atrás, separando al demonio de mí, -N-Not.. F-air..- susurre jadeante mientras mis labios entreabiertos se iban contra su cuello, besandolo con lujuria. Mi otra mano se dirigió esta vez a su pecho, acariciandolo con frenesí sobre la ropa, olvidandome completamente del lugar y la situación.

El que jalaran mi cabello no me dolió en lo más mínimo. No pude evitar expulsar suaves pero audibles jadeos ante las atenciones que mi cuerpo estaba recibiendo por parte del inglés. Más no le dejaría ganar. Ambas manos se dirigieron a sus glúteos los cuales acaricie lenta pero lujuriosamente, luego seguí el recorrido por sus caderas, torso, hasta llegar a su espalda; la cual acaricié colando mis manos por debajo de su camisa. Acaricié cierto tiempo su espalda, hasta que mi recorrido se volvio hacia su pequeño trasero, del cual tenía mucha curiosidad por saber como era tocarlo. Me sonroje ante este pensamiento. Mis manos hicieron un poco de presión sobre el lindo traserito inglés.

Había cerrado los ojos para percibir más las caricias y besos que recibía, más esto solo me hizo notar algo. Un molesto vacío en mi estomago. Recordé entonces que no había comido nada aparte de la hamburguesa de ayer, que pedí cuando estaba en el cuarto del angelito.

Me incliné, apartando un poco al rubio de mí, para darle un beso saboreando sus labios antes de separarme nuevamente. Hice un puchero mientras mi voz se tornaba infantil, fue entonces cuando lo dije:

- Arthie… tengo hambre –dije tímidamente, como un niño asustado por haber dicho algo indebido y esperaba al regaño de un adulto. Junte ambas frente solo para mirar fijamente a los verdes ojos del angelito, a pesar de la oscuridad, logré hacerlo. Me pregunte si mi cabello y mis propios ojos habían vuelto a la normalidad. Supuse que si, ya que mis manos volvían al estado natural en el que siempre estaban.

Un timido y vergonzoso respingo salio de mi boca al sentir dos manos sobre mis posaderas que no pararon y siguieron recorriendo mi cuerpo, sacando suspiros extasiados que chocaron contra la piel de su cuello. Mi espalda se arqueo inmediatamente al sentir sus frías pero aun así ardientes manos sobre mi piel desnuda bajo mi ropa.

-A-Ah..P-Para..- gemí sin desearlo, solamente sintiendo como mi rostro estaba mas rojo que nunca. Más esto no parecio hacerlo parar, ya que sus manos apretaron sin escrupulos mi trasero, a lo que mordí su cuello como venganza, pero contradictoriamente, quien se quedo con ganas fui yo. Necesitado pase mi lengua por todo el contorno de su cuello, probando ese sabor, entre salado y fresco, volviendome un adicto.

Gruñí molesto al verme separado y acallado, con un dulce y suave beso. Suspire ofuscado mientras dirigía mi vista hacia sus claros y bellos ojos azules, dejando aquel color negro como una ilusion en mis recuerdos.

Más lo siguiente, simplemente me enternecio, formando una pequeña sonrisa en mi rostro. Suspire nuevamente, pero esta vez, de una forma mas relajada, mientras acariciaba su cabello despeinandolo un poco, -Entonces, vamos a comer- solo atine a decir mientras soltaba una pequeña risita, me levante con un poco de dificultad, principalmente por la posicion en la que me encontraba.

Sacudí la tierra de mi ropa con rapidez, y dirigí mi mirada al chico, -¿Y, a donde vamos a comer?-

Al igual que el rubio, me levante de mi lugar para acomodar un poco mi chaqueta de aviador, que se había arrugado levemente. Formé una de mis mejores sonrisas para luego tomar una mano del inglés y jalarlo suavemente conmigo fuera de aquel tanto detestable como oscuro lugar.

- ¡Comeremos una gran hamburguesa! Y en el mejor lugar de todos –la luz iluminó nuestros rostros una vez que nos abrimos paso de nuevo hacia la multitud, quienes nos miraron un poco extraño por el hecho de estar tomados de las manos.- ¡A McDonald’s! –exclamé emocionado ignorando las miradas ajenas, solo volviendo para ver la expresión de mi amado ángel.

Llevé mi mano libre a mi cuello, donde sentía un repentino dolor. Por un momento volví mi mirada a un vidrio que había cerca, notando como una marca roja que se iba haciendo morada estaba en mi blanquecino cuello. Sonreí pícaro mientras mi atención se volvía a posar sobre Arthur.

- Mira lo que me has hecho, tendré que cobrármela. –incliné mi cuerpo a la altura del cuello del inglés, dispuesto a dejar una marca en el. Lo marcaria como mío.

Antes de morder, lancé un suspiro sobre la piel del otro. Entrecerré un poco mis ojos, besé aquel lugar en donde estaba seguro que mordería. Solo para hacer más interesante este juego de seducción.

Otra vez un sonrojo en mis mejillas se hizo presente al sentir su mano contra la mía, a la que inconscientemente tambien me aferre mientras miraba mis pies timidamente. ¿Despues de esto, que eramos...?

Ignoré a mi mente en cuanto escuche su grandiosa idea, un color verdoso se poso en mi rostro. El solo recordar aquella grasienta hamburguesa que dejo la mayoría de sus migajas sobre mí, me hizo odiar la palabra en sí. Estuve a punto de replicar al oir el nombre de aquel local lleno de niños ruidosos y chillones, mas el sentimiento de ser observado me invadio, lo que me obligo llevar la vista al frente, y tarán.

Mis cejas se fruncieron con molestia al verme siendo escrutado por la mirada de algunos extraños, podía leer el juicio en sus rostros, lo que me hizo enfadar más, ¿Quienes se creían ellos para juzgarnos?, ¡Eran simples extraños!

Giré mi rostro enfadado hacia Alfred, oh, grave error.

Su mirada se encontraba sobre mí con aquel brillito que solo avecinaban cosas malas, a penas y deseé huir, ya se inclinaba sobre mí, mientras susurraba una leve amenaza. ¡Oh diablos!

Recorde aquella mordida que dí sobre su cuello, en una venganza por las reacciones tan extrañas -como placenteras- que estaba ocasionando en mí, y ahora, el se vengaría de eso, -..N-No es justo..- mordí mis labios mientras ahogaba un suspiro dentro de mi boca.

Me estremecí notoriamente en cuanto sus labios helados besaron la piel de mi cuello, a lo que inmediatamente lleve ambas manos a su pecho, tratando de empujarle sin mucha fuerza, -H-Hay gent-te viendo~nos..- susurre avergonzado mientras mi rostro se tiñia de rojo y mis ojos se cerraban tratando de controlar las emociones.

Reí levemente ante su adorable reacción, teniendo en cuenta su comentario. No era correcto hacer ese tipo de cosas en lugares como este, menos enfrente de tantos niños. Me separé de él para luego volver a tomarlo de la mano, adentrándonos más al local. Fuimos directo a la caja, donde una joven nos veía con cara de ilusión y un gran sonrojo en sus mejillas, tal vez tiene fiebre…

- Quiero una gran hamburguesa con extra queso, doble carne, unas papas fritas jumbo y una Coca-Cola del mismo tamaño que lo anterior –dije con una gran sonrisa adornando mi rostro. Sentí el rugido de mi estomago, en verdad que me encontraba muy hambriento. Me volví con el inglés, viendo aquella extraña mueca en su rostro, supongo que estará confundido tratando de saber que elegir de este maravilloso menú- ¿Qué quieres tú, Iggy? –me mordí los labios emocionado, impacientado.

Mi mano libre fue a parar al bolsillo de mi pantalón, donde traía mi cartera. La saqué abriéndola para tomar el dinero que iba a necesitar, me quede unos minutos viendo aquel objeto de piel, más exactamente una foto que se encontraba allí, donde aparecía una familia rubia sonrientes a la cámara. Mi sonrisa se volvió más pequeña, más solo fueron un par de segundos. Era hora de dejarlos ir y concentrarme en lo que tenía ahora. Necesitaría sacarle una foto a Arthur.

Aliviado solte un breve suspiro que corte cuando me sentí nuevamente jalado ahora dentro de aquel local, el solo olor de aquella comida tan grasienta me mareo momentaneamente, y el hecho de que el chico empezara a ordenar con tanta fluidez toda esa comida satura-arterias, no ayudo en lo mas minimo.

Exhale un poco de aire mientras mis labios se curveaban hacia un lado, molesto y un tanto asqueado, rodeé mis ojos ante la estupida pregunta de Alfred, ¿De verdad querría yo algo de aquí?

Mordí mis labios regañandome a mi mismo por ser tan aguafiestas a veces, y aun mas, después de aquella confesión mutua. Tragandome mi orgullo, murmure queda y derrotadamente, -Unas papas y sodas chicas, nada más..-

La empleada tomó nuestras órdenes y se retiró con rapidez hacia la cocina, después de darme el ticket de compra. Volví mi vista hacia las mesas, buscando una libre donde podríamos sentarnos y una vez que divise una, jalé de la mano del inglés para que me siguiera. Entrelacé nuestros dedos mientras caminábamos en un gesto dulce.

- ¡Aquí nos sentaremos! –empujé suavemente al rubio para que quedara sentado, luego me fui a sentar enfrente de él. Miré de reojo a mí alrededor, notando como aun alguna gente se nos quedaba viendo, unas más discretas que otras. Pude escuchar uno que otro cuchicheo, más no le tome gran importancia, ¿Qué sabían los humanos después de todo?- Hey, Arthie, tenemos que tomarnos una foto juntos –dije infantilmente acordándome de mi idea anterior.

Antes de que respondiera, la jovencita llego con nuestros pedidos, dejando cada uno a quien correspondía. Fue cuestión de segundos quitar la envoltura de mi hamburguesa y devorármela rápidamente, luego tome un sorbo de mi soda.

Le seguí el paso mientras mi mirada avergonzada era ocultada por mi flequillo, el solo repiqueo de mi corazón contra mi pecho, me hacía feliz de una forma muy extraña. Suspire mientras me sentaba en el mullido, y en mi opinion, incomodo sillón del restaurante.

-¿Eh? ¿U-Una foto?- murmure timidamente mientras agradecía el hecho de que la señorita se interpusiera entre nosotros, dejando la comida sobre la mesa, porque de no haber sido asi, habría quedado expuesta aquella sonrisa tan boba.

Meneé mi cabeza hacia los lados tratando de volver a mi estado calmo, mas cuando volví mi vista hacia arriba, tuve que llevar ambas manos a mi boca mientras mis cejas se movían de una forma graciosa, haciendo notar mi desagrado hacia esa cosa. Aquellos labios que yo tanto amaba, ahora se estaban deshaciendo rapidamente de una grasosa hamburguesa.

-Te volveras un obeso si sigues comiendo eso...- murmure mientras destapaba mi boca con lentitud aunque aun con un claro asco en mi rostro, -Ew.. de verdad..- suspire pesadamente mientras tomaba una de esas saladas papas fritas, a la que mordí con toda la precaucion posible, como si fuera a estallar en mi boca, o algo parecido.

Yo tenía la extraña habilidad de poder comer una papita al mismo tiempo que un bocado de la hamburguesa, el tiempo me había ayudado a desarrollar esa habilidad. Así que no era de extrañarse que en este mismo instante dos papas fritas y un gran bocado de grasosa carne estuvieran siendo masticados a la vez. Escuché con atención a las palabras del rubio, pero no hice más que ahogar una risotada.

- Fsdgdklghjda –ok. Tal vez debería dejar de hablar con la boca llena. Mastique un poco más rápido y me lleve el popote de la soda a mis labios, donde absorbí terminando de pasarme la comida por la garganta, posteriormente me aclare la voz- ¿Yo? ¿Obeso? ¡HA HA HA! –reí estruendosamente- ¡Este hero siempre está en forma, babe! –alardeé con mi típico egocentrismo haciendo mi mejor pose de superhéroe.

A lo lejos las risotadas de los niños se escucharon, ¿no estarían poniéndonos atención o sí? Me dio igual. Podía sentirme más entusiasmado que nunca, pero no creo que haga falta decir algo que yo muy bien se. Lo amaba y el sentimiento era mutuo. Eso me bastaba.

Me cubrí con la bandeja al ver sus intenciones de hablar con toda la boca llena, mientras cerraba mis ojos rogando por primera vez a Dios tener piedad de mí. Al oir el sorbo exagerado al refresco, me considere salvado, así que baje la bandeja lentamente mientras le miraba con enfado, el tan solo pensar que algo de esa masa asquerosa me hubiera caido encima, me enfermaba.

Rodeé mis ojos al escucharle, siempre tan egocentrico y, ¿Que era eso de Hero?. Y por alguna razón, inconscientemente no pude estar en desacuerdo ante eso. Alfred siempre me salvaba, era mi héroe.

-Si, si.. cuando tu estomago sea una hamburguesa, dejaras de comerlas- murmure con una sonrisa burlona, mas un sonrojo adorno mi rostro, al vislumbrar de nuevo aquella marca sobre su cuello. Tal vez si me había pasado un poco.

Llevé una de mis manos a mi cuello, sentía como si me palpitara cada vez más fuerte y dolorosamente, más no le di mucha importancia al asunto, ahora mismo mi interés estaba en acabarme mi sagrada hamburguesa… cosa que hice con solo dar un bocado más. Reí levemente ante lo dicho por el inglés, obviamente mi estomago no sería una hamburguesa, eso es prácticamente imposible… ¿verdad?

-¡Mi estomago no será una hamburguesa! –exclamé haciendo un pequeño puchero, más una sonrisa grande se asomo en mi rostro en tan solo un segundo. Me levanté de mi lugar y me dirigí al inglés tomándolo por el brazo, atrayéndolo a mí para que se levantara y me eche a correr fuera de allí- vamos a tomarnos una foto, vamos a tomarnos una foto~ -canturreé abriéndome paso entre la multitud de gente que había en aquellas transitadas calles.

Caminamos varias cuadras antes de llegar a un pequeño local donde parecía haber videojuegos y cosas parecidas. Una sala de juegos. Eche un vistazo a todo el lugar buscando en específico cierta cosa, el lugar donde se pueden tomar varias fotos. Lancé un sonido de alivio cuando lo divise en una de las esquinas del lugar, así que sin perder tiempo me dirigí hacia allí arrastrando al rubio conmigo. Corrí las cortinas para entrar a un pequeño lugar donde había un asiento y enfrente una pantalla junto con una cámara.

- Nos tomaremos ocho fotos –con un dedo aplasté el botón que decía ocho.- haz diferentes poses –dije emocionado. La pantalla empezó a contar de cinco y retrocediendo, justo cuando iba a llegar al número uno puse mi mejor sonrisa pasando uno de mis brazos por los hombros ingleses. Un flash iluminó la escena y en la pantalla se pudo ver como había quedado la foto. Ahora el tiempo se contaba para una segunda foto.

Resoplé molesto ante su puchero mientras me disponía a tomar otra papa frita, la segunda apenas, a diferencia del americano que ya había comido todo lo que había pedido. Pero justo cuando la iba a introducir a mi boca, cayó al suelo por el movimiento brusco que mi cuerpo dio, a consecuencia del tiron a mi brazo. Mire confuso y enojado al chico, que solo me jaló consigo hacia afuera.

-¡J-Jones, no termine mi comida!- exclame mientras forzajeaba inutilmente, terminando con un suspiro cansado para seguirle torpemente. Caminabamos con mucha rapidez, y el americano parecia buscar algo en particular entre los locales, di un respingo al parar de repente para despues volver a correr hacia un lugar en particular; Videojuegos.

Alzé una ceja incredulo al no entender el porque de estar ahí, mas al ver la cabina de fotos, comprendí todo. Me senté en el pequeño asiento un poco incomodo mientras le veía seleccionar la opcion de fotos. Puse una pequeña sonrisa al ver el marcador contando, mas en cuanto sentí el brazo del americano, me sonroje mientras me encogía de hombros y me alejaba sutilmente del americano, saliendo la primer foto vergonzosa para mí.

-T-Tch.. ¡E-Estas muy cerca J-Jones!- fingí molestia para ocultar mi timidez, mas en cuanto vi el numero 2 en la pantalla, forme una sonrisa en mi rostro aunque un poco fingida mientras quedaba con mis brazos contra el pecho del americano.

Ignoré, como de costumbre, las replicas de Arthur por la cercanía, no es como si nunca antes hubiéramos estado abrazados. Volví mi mirada atenta a la pantalla, que anunciaba como el conteo iba en marcha.

5…

El tiempo empezaba a correr para la segunda foto, pero no por eso me iba a perder la oportunidad de burlarme del inglés mientras podía. –Oh, vamos, que fue una buena foto –expresé con una gran sonrisa.

4…

Una gran sonrisa iluminó mi rostro, mi brazo siguió en los hombros del angelito listo para otra nueva foto.

3…

Esta pose se parecía a la anterior, creo que deberíamos poner una nueva, pero no podía ocurrírseme cual.

2…

Fue como si un foco se encendiera en mi mente, sin perder tiempo, tome con mi mano libre la barbilla del rubio.

1…

Junte nuestros labios en un beso dulce.

¡Flash!

A pesar de tener mis ojos cerrados, pude percibir la gran luz que provenía del flash de la cámara cuando se tomó la foto. Fue poco tiempo el que paso hasta que me separé del inglés, sintiendo mi rostro arder.

- ¡Seguro que esa fue la mejor foto! –exclamé con un chillido infantil tratando de ocultar mi vergüenza. Complete el abrazo que manteníamos pasando mi brazo disponible por la cintura inglesa, juntando ambas cabezas en un gesto tierno, esperando que así se mostrara en la siguiente foto.

La sonrisa en mi rostro se deformo al sentir como mi barbilla era alzada, y en menos de un segundo, mis ojos se abrieron desmesuradamente y mi rostro brillo como todo un farolito. Los labios de Alfred estaban contra los mios, y una lucesita había resplandecido en la cabina.

Todo me dio vueltas por unos instantes, hasta que pude oír la voz ruidosa y animada de Alfred, al parecer celebrando sus actos. Sentí como me apegaba mas contra el, y de reojo pude ver nuevamente los numeritos cada vez disminuyendo mas, una pequeña idea paso por mi mente formando una sonrisa maliciosa en mis labios.

Y justo cuando logre ver el uno, ladeé rapidamente mi rostro hasta el lobulo del americano, y lo mordí suavemente. Oh si, dulce venganza.