Complicated Situations [Privado]

Abrí los ojos desmesuradamente, pero casi instantáneamente los cerré con fuerza estremeciéndome un poco. El flash me golpeo en la cara y cuando se fue volví a abrir mis orbes haciendo que el azul se mezclara con el verde, fruncí el entrecejo.

- ¡Trampa! –un sonrojo se apoderó de todo mi rostro, haciéndome parecer un tomate bien maduro. Si bien ya estaba avergonzado antes, ahora lo estaba más. Pero no me iba a dejar vencer, así que de improviso deshice el abrazo solo para tomar los hombros del inglés y empujarlo contra una pequeña pared de la cabina de fotos.

La cuenta regresiva seguía su curso.

Ladeé mi cabeza, dirigiendo mis labios directo al blanquecino cuello del angelito, lo mordí suave y lujuriosamente para después darle quedas lamidas varias veces, deleitándome, haciéndome desear más. Una luz resplandeció frente a nosotros, seguida del sonido de la cámara cuando toma una foto. Pero ni me inmute. Me ocupe en dejar un reguero de besos por todo el cuello inglés, subiendo por su mentón para llegar finalmente a sus labios, donde presione sin duda un segundo.

Gruñí imperceptiblemente al ser empujado bruscamente contra la pared de la cabina, borrando totalmente la sonrisa de triunfo que había obtenido al ver las reacciones en el estadounidense. Un sorprendido y alterado respingo salio de mi boca al sentir los fríos labios del otro sobre mi cuello descubierto, logrando tensarme de inmediato.

-¡P-Para! ¡E-Estamos e-en..!- no pude continuar, ya que un gemido bajito pero audible quiso escapar de mis labios al sentir la humeda y calida lengua del demonio lamiendo cada parte de mi cuello mordido. Mi pupila temblo al vislumbrar nuevamente aquella luz de ese flash.

Fruncí mi ceño completamente decidido a reclamarle nuevamente, mas sus labios me acallaron de improvisto, regresando el sonrojo a mis mejillas con una nueva intensidad. Me removí entre sus brazos, tratando de escapar de aquel beso, mas por culpa de eso, el aire de mis pulmones escapo con mayor rapidez; brindandome una fuerza bruta con la que aventé al americano, dejandome completamente agitado y sonrojado mientras llevaba ambas de mis manos a mi corazón tratando de calmarlo.

Otro flash resono en la cabina, tomandose así la quinta foto.

De un segundo a otro, de estar besando al angelito, ahora me encontraba contra la otra pared de la cabina de fotos. El golpe no me dolió ni en lo más mínimo. Una sonrisita divertida se posó en mi rostro al ver la expresión del inglés, completamente en pánico con las manos contra su pecho como si quisiera calmarse deteniendo el latido de su corazón.

Se veía tan gracioso… no podría soportarlo. Mi sonrisa se extendió tanto que dejo mostrar la blanca hilera que conformaban mis dientes. Sin más, me eche a reír estruendosamente, haciendo que el rojo de mis mejillas se intensificara más de lo que ya estaba.

- Kirky, eres muy tímido –logré decir entre risas, tomando mi estomago porque me empezaba a doler, quise dejar de reír, más no lo lograba. Los cinco segundos de la sexta foto se pasaron volando, ya que de un momento a otro nos vimos iluminados por el molesto flash.- ¡Faltan dos más! –decidido a esta vez hacerlo bien, me incliné hacia adelante en mi lugar, cerrando un ojo a modo de guiño y sacando la lengua en plan juguetón mientras con mi dedo índice y el dedo de en medio se formaban como una perfecta “v” a modo de saludo.

Fruncí el ceño en cuanto escuche sus risas estruendosas, mientras mis orejas se tornaban muy calientes y rojas, -¡Idiota, todo es por tu cul..!- me interrumpi mientras miraba mi regazo con verguenza. En verdad que era dificil aceptar para mi orgullo el hecho de que ese mocoso me hiciera temblar como una estupida adolescente.

Nuevamente el flash resono, haciendome volver mi vista hacia arriba confundida, mirando aquellos ojos azules tan claros y libres que me tenían embelesado. Sonreí levemente ante su animosidad, a lo que decidi guardarme mis reprimendas para después.

Me recargué contra la espalda del americano y sonreí con honestidad y soltura, esa sonrisa, que solo ese chiquillo molesto podía sacarme. Mire el contador, estaba en 3; aprete mis puños no muy decidido a lo que haría.

-Alfred..- le llame por primera vez -consciente y racional- por su nombre, desde que le conocía.

Uno..

-T-Te quiero..- murmure rapidamente mientras ocultaba mi rostro sonrojado tras su espalda. Tal vez había sido un poco injusto, pero quería ver su reacción... y poder conservarla para siempre.

¡Flash!

Mi pose súper-heroica de película se esfumó en tan solo un segundo. Abrí mis ojos con sorpresa al escuchar mi nombre, mi primer nombre venir de la boca del inglés. El nunca, a menos que estuviera completamente borracho, me llamaba así. Sentí como si mi corazón se detuviera por unos segundos que me parecieron eternos. No dije nada, sino que esperé a que el rubio dijera algo más.

“T-Te quiero…”

Resonó en mi cabeza como un eco, miles de veces. Mi corazón se desbocó, latió rápidamente como si fuera a salirse de mi pecho, un gran sonrojo se poso en mis mejillas y mi boca se abrió formando una perfecta “o”. Giré mi cabeza levemente para poder ver detrás de mi espalda ahora ocupada por el angelito, pero en eso un flash me cegó. Una vez que se hubo ido, vi que la pantalla empezaba a contar otra vez desde cinco, y esta vez para nuestra última foto. Me moví de mi lugar, atrapando al inglés entre mis brazos con ternura infinita, lo senté en mis piernas.

- Arthur –llamé. Sin diminutivos, ni adornos.- Yo también te quiero. Mucho. –mi sonrisa volvió, pero no se mostraba juguetona ni socarrona, más bien ahora parecía tierna, conmovida. Feliz. Se podría decir que este era uno de los momentos más felices de mi vida.

El contador llegó a uno, fue cuando me incliné a la mejilla de mi angelito, para besarla con suavidad. Un beso casto. El flash volvió a alumbrar la cabina de fotos.

Me tensé un poco al sentir como el americano me atraía hacia el, lograndome sentar en sus piernas, sonrojandome de sobremanera al verle llamarme seriamente por mi nombre, como muy pocas veces hacía. Mas lo que dijo despues, logro que me derritiera, literalmente entre sus brazos, a lo que me encogí en su pecho, dejandome aun mas pequeño a diferencia de el.

Recibí el beso en mi mejilla colorada mientras cerraba mis ojos con verguenza, solo sintiendo aquel flash sobre mis ojos y aquel retumbar de mi corazón, tan fuerte y rapido que estaba seguro que Alfred podía escucharlo con claridad.

Suspire mientras abría lentamente mis ojos chocando con los azules y profundos del americano contra los mios, desviando solo ligeramente mis ojos para ver el marcador.

-Sonríe, es la ultima foto- dije con una sonrisa mientras le daba un corto beso sobre los labios, para despues girarme a la camara y sonreir. Me sentía tan libre, tan liviano y tan feliz.

Antes de hacer lo ordenado por mi amado inglés, recibí gustoso su corto beso, hasta hice el típico sonidito de “¡mua!” cuando juntamos labios. Me giré hacia el marcador, recargando mi barbilla en uno de los hombros de mi angelito. Extendí una de mis mejores sonrisas en mi rostro a la vez que afirmaba mis brazos en la cintura del otro.

- ¡Say cheese! –dije juguetón. Casi instantáneamente el flashazo nos alumbró a ambos, quedando así concluidas las ocho fotos. Salí de la cabina de fotos llevándome a Arthur conmigo, sin soltar el agarré que tenía en su cintura pero poniéndolo de pie.

En un pequeño cuadrito estaban las ocho fotos ya impresas, las tomé rápidamente con la mano y se las mostré al rubio, aun sin borrar la gran sonrisa.

- ¡Están más que geniales! –pude sentir claramente el tan conocido ardor en mi mejillas, tal vez me sentía un poco avergonzado pero a la vez feliz.- obvio, porque salgo yo, ¡el héroe del mundo! -añadí para tratar de ocultar mi pena.

Medio tropecé torpemente cuando sentí como Alfred tiraba de mí, sacandonos a ambos de la cabina. Parpadeé un poco acostumbrandome al entorno, sinceramente el flash de esa cosa ya había comenzado a afectarme.

Mas de repente, las fotos fueron puestas delante de mis ojos por el americano, sonrojandome por el resultado, -Heroé, si claro- rode mis ojos mientras el claro sarcasmo bailaba en mis palabras, no podía evitar molestarle despues de todo. Tome la tira de fotos, casi arrebatandoselas de las manos al americano y me adueñe de la sexta foto. Una sonrisa enternecida se marco en mi rostro al ver el rostro sorprendido y sonrojado de Alfred, de verdad adorable.

— ¡Hey!—exclamé cuando dudó de mi súper heroíco ser. Incliné un poco la cabeza para poder ver mejor su rostro. La vena egocéntrica se bajó de golpe dando lugar a una mas tierna, pues aquella sonrisa que tenía en la cara hizo que se removiera mi corazón. Quité de sus manos las otras siete fotos y me apoderé de la ultima que nos habíamos tomado.

Deshice el abrazo que teníamos para poder meter la mano a uno de los bolsillos de mi chaqueta, sacando una cartera de ella. La abrí. Sonreí al ver la foto de mi ex- familia allí, era hora de dejarlos pasar. A un lado de esa foto metí la que había agarrado. Suspire, luego pasé mi brazo derecho por los hombros de mi angelito.

— ¡Hagamos otra cosa divertida! ¡Vamos a una tienda de disfraces!—chillé entusiasmado tomando una denlas manos del rubio, para echarme a andar fuera de allí. Esta vez camine a paso normal por las calles, mirando todos los letreros y anuncios que hacían propaganda de cierto negocio. Busqué con la mirada algún local que vendiera disfraces.

Cuando lo encontré, aceleré la marcha llevandome al ingles conmigo sin si quiera dejarlo protestar. Y pensar que esta mañana la vida me parecía un martirio que debería soportar a diario, y ahora estaba radiante de felicidad y ni si quiera me molesté en disimularlo.

Refunfuñé cuando el americano me desperto de mi ensueño, al arrebatarme las fotos de las manos justo como yo lo había hecho antes. Mas suspire bajamente, incapaz de verme enojado con el en estos momentos.

Guarde la foto en el pequeño bolsillo de mi camisa blanca, acomodando de paso el cuello de mi camisa pulcramente. Mas al sentir el brazo del americano sobre mi hombro le mire interrogante aunque un poco incomodo, ya que las miradas de la gente al parecer eran algo común ese día.

-¿Tienda de disfraces?, Jones no digas ridicu..- como otras tantas veces, nisiquiera me dejo terminar, jalandome con el hacia los otros locales. Fruncí el ceño malhumorado, mas al menos agradecí el hecho de que no estuviera tironeandome mientras corría.. o bueno, agradecía.

Di un pequeño trompicon al verme de improvisto tironeado con mas fuerza, a lo que alze mi mirada molesta e interrogante solo hallandome con un pequeño local con un nombre demasiado común pero perfecto para una tienda de disfraces.

-¿..Estas jugando, verdad?- murmure mientras tironeaba ahora yo de su brazo, para interrogarlo con mi mirada acusadora, -¡Este es un lugar para niños, Jones!- casi grite con molestia al no ver ninguna reaccion en el.

Miré a la tienda y al inglés alternativamente unas cuantas veces. Escuchaba claramente todos sus quejidos, más los ignoraba posando mi típica sonrisa boba. Ni me inmuté cuando mi brazo fue tironeado, tampoco me moví de mi lugar ya que la fuerza del angelito no era suficiente para empujarme. Reí estruendosamente.

- ¿Jones? –pregunté mientras mi rostro se tornaba en una mueca divertida. Incliné mi cuerpo hasta quedar a la altura de uno de los oídos de mi acompañante.- ¿Qué paso con el “Alfred… Te Quiero.”? –susurré en su oreja despacio, pero sin quitar mi tono de burla.

Antes de que pudiera replicar, aproveché su momento de distracción para tomarlo de su mano a nueva cuenta y me metí de una gran zancada al local de disfraces. Miré asombrado la gran variedad que tenían, lo cual demostré apretando un poco el agarre que tenia sobre la mano inglesa.

- ¡Vamos a jugar a probarnos muchos disfraces! –emocionado, corrí dentro del lugar desierto, a excepción por un cajero que se encontraba dormido con una revista sobre el regazo detrás de una mesa, en una esquina del lugar. Me sorprendió que a pesar de todo el ruido que había hecho al entrar, ni se inmutara. Comencé a registrar la larga fila de disfraces que había, sacando de él uno de astronauta, del cual me puse el casco.- ¡Mira Iggy, soy un astronauta! –exclamé con júbilo apuntándome a mí mismo con un dedo.