Suite Kirkland -100-

Una vez que cerré los cajones y recogí el reguero que había hecho en la habitación, me dirigí al baño para ponerme a limpiar también el desastre. Parecía como si un torbellino de nombre Alfred y apellido Jones hubiera pasado por allí.

Agarré un pequeño trapo que se encontraba allí para mojarlo completamente y llevarlo con el rubiecito inglés. Me senté a un lado de él mientras que con el trapo empezaba a limpiar sus manos, lo mismo hice con sus labios. De un momento a otro, me quede quieto, observándolo directamente a los ojos.

- ¿No lo recuerdas? –sabía que no, pero de todas formas hice esto por acto de puro reflejo. Giré mi cuerpo media vuelta, para que no viera la expresión que cruzaba mi rostro por estos momentos- toma agua, tal vez te ayude, ¿quieres que llame a un doctor? –Evadí su pregunta, volteando para observarlo una vez más- creo que no podremos ir a la fiesta, mejor deberías descansar –comenté mientras aflojaba la corbata que horas atrás me había vuelto a poner.

Me deshice de mi saco para sentirme más cómodo, las emociones y la adrenalina que de repente se habían agolpado en mi cuerpo fueron tantas que comenzaba a darme calor.

Sentí el trapo humedo pasearse mis manos y mis labios, eliminando aquel rastro de sangre de mí. Me estremecí un poco al sentir su profunda mirada sobre mí, a lo que solo atine a morder mi labio inferior con nerviosidad, por alguna razón su comportambiento me hacía sentir algo cohibido. ¿Que había pasado?

Tome el agua aunque un poco molesto, era clara su poca atencion, o mas bien, nula en cuanto el tema. Deje pasar el agua por mi garganta, haciendo una pequeña mueca molesta al sentir un escozor.

Le observe sacarse su corbata, y su saco, dandome un pequeño sentimiento de dejá vú, acompañado con un sonrojo en mis mejillas, a pesar de la sangre perdida, aun podía enrojecer como una adolescente. Me moleste ante la comparacion a mi mismo, mientrás tomaba otro trago rapido de agua.

-E-Estoy bien, solo fue un poco de sangre, Jones- volví a hablar con mi claro y normal tono de voz, aunque aun asi, una pequeña nota de nerviosismo aun resonaba en mi voz, -Siento que hayas t-tenido que .. cuidar de mí- murmure al ultimo, con pena en mi voz, -E-Eh... pero..- me fije en mi cuerpo, especificando la pijama que lo cubría, -¿Q-Quien me cambio?- pregunte de forma timida mas tratando de aparentar molestia.

Me había encerrado en mi hilo de pensamientos, hasta que la pregunta del inglés me trajo de nuevo a la tierra. No pude evitar formar una sonrisa en cierto modo gatuna, traviesa. Acerqué mi rostro al de él, viendo como sus mejillas se encontraban ruborizadas.

- ¿Quién crees? –respondí su pregunta con otra. Mi mano diestra se dirigió a una de las mejillas del rubiecito, palpándola un poco- ¿de verdad te encuentras bien? Te has puesto rojito, me pregunto si no te estará dando fiebre también –la diversión disfrazada de inocencia se asomó claramente en mi voz. Le di un topecito en su frente con la mía, para luego separarme completamente.

Agité mis pies, echando esta vez mis zapatos a quien sabe dónde, terminé por subir mi cuerpo entero a la cama, cruzando mis piernas entre sí. Sentado frente al angelito, espere a que llegara mi regaño o algo parecido, conociéndolo, así sería.

Retrocedí de forma instantanea al ver su rostro acercarse al mio, aumentando aun mas el rojo de mi mejillas. Parpadeé un tanto confundido ante lo dicho por el chico, tardando un poco en procesar la información, a pesar de que el sarcasmo o la ironia eran en mi de uso diario, dificilmente podía notarlo si venía de otro.

-¡H-Hey!- chille al verle posar su mano sobre mi mejilla, susurrando despues aquellas palabras que, ironicamente, no hicieron mas que empeorar la verguenza que me albergaba, -¡I-Idiota! ¡C-Claro que no!- al parecer aun tenía unos cuantos problemas a la hora de tratar de alzar mi voz, por lo que disimule el dolor con mi ceño fruncido. Luego recaí finalmente en sus palabras iniciales...

-¡¿TU ME CAMBIASTE?!- y con eso, le podía decir a mi voz, un adios temporal...

Me tapé los oídos ante el tan inesperado grito del inglés. Grande fue mi sorpresa ya que, no esperaba que en verdad todavía hubiera potencial en la voz del angelito. Reí un poco mientras revolvía sus cabellos cariñosamente.

- Ya, ya… igual yo no soy el que roba besos sexys –esto último lo susurre lo bastante bajito para que nadie más aparte de mi lo escuchara. No pude evitar el sonrojo en mis mejillas, que crecía cada vez más. Me incorpore de mi lugar para acercarme al armario- Entonces supongo que no iremos a la fiesta –no esperé respuesta, ya que era probable que no la tendría.

Estuve paseando de un lado al otro, pensando que hacer, hasta que vi un folleto que me dio una idea.

- ¡Pidamos comida a la habitación! –chillé emocionado buscando en aquel folleto, que resultó ser un menú, una gran hamburguesa. La encontré y memoricé su nombre. Después fui corriendo con el inglés, como cual niño corriendo hacia su padre con emoción por un juguete nuevo. Subí a la cama con rapidez, le di –casi le aventé- el menú al inglés, esperando a que el también eligiera algo. Ignoraba por completo el hecho de estar ahora sentado sobre sus piernas, la emoción por mi hamburguesa me había hecho olvidar lo demás.

Tras forzar tanto mi voz, lo unico que pude hacer fue respirar profunda y rapidamente, calando en lo mas profundo de mi garganta el pasar del aire. De verdad que me había excedido. Mire confundido al americano levantarse, ¿Eso que habia visto eran sus mejillas sonrojadas?

Sacudí mi cabeza de un lado a otro, tratando de eliminar esa estupida idea de mi cabeza, eso era imposible. Volví a la realidad cuando su voz volvio a llamarme, ¿Fiesta...?

Recorde la promesa que habiamos hecho en el elevador y enorojecí, había faltado a mi palabra y eso no era algo que pudiera permitir, -... ... ...-

"No, prometí ir, asi que iremos"

Eso fue lo que mi boca dijo, mas ningun sonido salio de ella, lleve mi mano a mi garganta totalmente preocupado, volví a tratar de hablar, mas nuevamente eran solo mis labios quienes lo hacían. Abrí mis ojos mientras el panico me invadia, ¡¿que pasaba con mi voz?!

De un momento a otro, sentí algo golpear contra mi rostro, fruncí el ceño molesto soltando una maldicion que se perdio en mis labios, ya que el sonido, seguia reacio a salir. Tome el maldito papel mientras sentía un peso extra sobre mis piernas, cuando lo retire totalmente de mi rostro, pude notar al emocionado e infantil Alfred F. Jones sobre mí.

Volví mi vista al papel y vi que se trataba de un menú, sin dudar asentí, y le señale el telefono sonriendo. No quería que se diera cuenta de que no podía hablar, asi que lo unico que podía hacer era asentir con una sonrisa a todo lo que dijiera.

Esperaba expectante la respuesta de parte del inglés, quien solo atino a asentir y sonreírme. Mi mueca se volvió traviesa, el Arthur Kirkland que yo conocía, nunca accedía a mis ideas con tanta gentileza. Creí que lo mejor era seguirle la corriente por ahora, ya luego averiguaría que se traía entre manos.

Dirigí mi mano hacia el teléfono, en donde marqué los números necesarios y mientras esperaba a que contestaran, me volví para mirar directamente al rubio a los ojos. Eh notado que se me está volviendo costumbre mirarlo de esa manera tan profunda, pero es que me agradaba la sensación que me brindaba esta acción.

Me distraje, atento al teléfono en donde la recepcionista contesto del otro lado de la línea.

- ¿Ah? ¡Hola! Quisiera pedir una GRAN hamburguesa –dije con ánimo, formando una gran sonrisa en mi rostro al imaginar el exquisito sabor de la jugosa carne. La joven me pregunto que si no quería algo más- oh, sí, un minuto –posé el teléfono en mi hombro. Mi atención se volvió completamente hacia el angelito que estaba debajo de mi- ¿Qué quieres pedir, Iggy? –reí un poco por el nuevo apodo que se me acababa de ocurrir, ¿Cuántos iban ya? Arthie, Kirky, Iggy, oldman...

Mordí mis labios exprimiendo todas las ganas de echarme a reír a sonoras carcajadas, esperando a la vez que saliera todo un rosario de maldiciones de la boquita del "caballero" inglés.

Me encogí en mi lugar mientras recargaba mis codos en la cama y alejaba mi cuerpo del de él, como si eso evitara que esa mirada azul siguiera escrutandome, como si eso evitara que el viera detrás de mi.

Alzé una ceja ante el nuevo y estupido apodo, reprimiendo mis ganas de golpearle y gritarle totalmente molesto, ya que ahora mi cabeza estaba mas ocupada pensando en una buena forma de ocultar la falta de mi voz. Fruncí mis labios y negué con la cabeza mientras miraba hacia un lado. Volví a traer el menu frente a mi vista, y lo abrí buscando algo delicioso.

Sonreí mientras señalaba la palabra que mas desearia poder pronunciar, Sunday roast -que consiste en un trozo de roast beef (filete asado), patatas, verdura y yorkshire pudding-, comida totalmente inglesa. Me recorde agradecerle al dueño por la variedad de comidas.

Justo como lo supuse, el inglés había perdido su voz. Tal vez el problema de su garganta se empeoró por culpa del tremendo grito que había echado Iggy al enterarse que yo lo había cambiado de ropa. No me imagino como reaccionara cuando se entere de todo lo demás que hizo, o inclusive lo que yo hice.

- También tráiganme un Sunday Roast –pronuncié cada palabra con lentitud, solo tratando de provocar al rubiecito que se encogía en su lugar, parecía como si estuviera tratando de huir de mi- bien, ¡thank you! –colgué el teléfono, dejándolo a un lado, en la mesita de noche.- bueno… ¿Qué hacemos ahora? –incliné mi cuerpo hacia adelante, acortando más aun la cercanía que había entre nuestros rostros. Haciendo todo esto conscientemente, a propósito, solo porque me agradaban las caras que ponía el pequeño cejudo.

Tragué saliva mientras el menú caia de mis manos, mientras volvia mi vista hacia un lado. ¿Qué habia sido eso?, me pregunte mientras escuchaba los fuertes latidos de mi corazón zumbar en mis oídos, el simple hecho de ver sus labios moverse de esa forma tan lenta y susurrante me hacía entrar en una etapa de timidez que creía haber dejado enterrada en mi pasado.

Volví mi vista al americano, que recien colgaba el telefono y se acercaba insinuantemente a mi rostro. Con verguenza, inflé mis mejillas en un puchero, queriendo disfrazar un claro sonrojo en una mueca molesta. Fruncí mis cejas, mientras que estiraba mi mano libre hasta su pecho tratando de alejarlo de mí.

Tenía que dejarle en claro el limite de acercamiento en mi espacio personal. Aun más cuando esas acciones ocasionaban reacciones inesperadas en mí.

Mire de soslayo, nuevamente esos labios, tan fríos pero suaves...

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Le observe recibir su bebida, y tomarla sin dudar, fruncí mis labios al ver casi acabado aquel liquido que yo tanto necesitaba. Sin si quiera titubear me endereze torpemente, y quitando con rapidez aquella bebida de sus labios con un manotazo, suplante por mis labios aquel contacto. Aprovechando que sus labios estaban abiertos, introducí mi lengua, probando el sabor del alcohol pasando entre ambas gargantas, aun cuando termino, no me separe, si no es que acrecente aquel roze atrayendolo desde su cuello.
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Abrí lo mas que podía mis parpados, y esta vez, sin si quiera poder evitarlo o al menos escondarlo, mi cara se encendio como un pequeño farolito rojo. ¡¿What the hell?!

Quise creer que aquel recuerdo era simple y estupido producto de mi imaginación, mas había sido tan real. Mis labios de alguna forma quemaron, obligandome a abrirlos en busca de aire, agua, ¡Lo que sea!

Reí tontamente al verle hacer un puchero, se veía tan adorable con ese tipo de expresiones. Su mano en mi pecho hizo que mi corazón reaccionara latiendo cada vez con más rapidez mientras un cosquilleo ascendía desde mi vientre hasta el mismo corazón. Algo me dijo que era ya momento de separarme, pero es que no podía, mi cuerpo no reaccionaba.

La habitación quedo en un silencio, no me incomodaba, pero en cierto modo de hacía sentir escalofríos. Iba a abrir mi boca para romper el hielo, pero la expresión del inglés me detuvo al tiempo que me inquietaba. Sus ojos se abrieron desmesuradamente, me pregunté que estaría pensando. Entreabrió sus labios, dejando a mi merced una imagen completamente provocativa... como siempre, demasiado para mi autocontrol.

- ¡For God’s sake, Arthur! –exclamé con desesperación ante la pérdida total de mi control. ¿¡Cómo quería que me mantuviera tranquilo si me daba una imagen así!?

Eliminé toda distancia que me separaba de los dulces y tibios labios del rubio. Tomé a mi favor el hecho de su boquita estaba entre abierta, eso me permitió poder jugar con su labio inferior, atrapándolo entre los míos, mordiéndolos con suavidad y repasándolo con mi lengua una y otra vez. Hasta que la necesidad de respirar se hizo cada vez más imperiosa.

Me separé de él, con lentitud, quedando aun muy cerca de su adorable rostro. Formé una pequeña sonrisa entre complacida, traviesa y a la vez feliz. Un furioso sonrojo se apoderó de mis mejillas al igual que muchas veces antes. El sentimiento que tenia hacia en inglés era nuevo para mí, nunca antes lo había experimentado. Lo admito, me agradaba.

- Que conste que me la debías –me excusé con mi típica voz infantil, sin quitar el brillo de emoción de mis ojos. No esperaba a que me entendiera a que me refería, seguramente ni se había de acordar que él me robó un beso mucho más intenso. Sin embargo, eso no me bajaba los ánimos. Un toqueteo que provenía de la puerta me hizo volver a la realidad.- ¡Ya llego nuestra comida! –de un salto me incorporé y me eche a correr hacia la puerta.

Una de las empleadas me entrego nuestro pedido, le agradecí mientras lo tomaba entre mis manos y corrí de vuelta con el rubiecito. Me senté a un lado del angelito, posando la bandeja en mis piernas.

- ¡A comer! –tomé la que pareció ser mi hamburguesa, la abrí con extraordinaria rapidez y de una mordida ya solo quedaba la mitad de mi amada comida. Recargué mi cabeza en el hombro del inglés con cansancio mientras seguía comiendo, el experimentar muchas emociones de un solo golpe me había agotado.

No había sido una ilusion..

Comprobé al sentir sus labios sobre los míos, el recuerdo en mi mente se volvio tan real, era la misma sensacíon. El rubor en mis mejilla se extendio hasta mis orejas, al sentir mis labios ser besados con tanta suavidad y mordidos con tanta lujuria, que creía que quemaba con cada roze. Mis ojos iban cerrandose lentamente cuando el americano decidió alejarse, reprimi un bufido molesto ante eso, aun quería..

¡¿Que quería?!

Mi sonrojo, compitio fuertemente contra el del ojiazul, y gano rotundamente. Y como si no fuera suficiente, las palabras del chico me dieron el golpe final, Si pasó..

"Le bese.. ebrio..." mi mente entro en un ligero trance que no me permitio notar el tocar de la puerta o mucho menos, cuando Jones se alejo. Me endereze sobre la cama, apoyando mi espalda contra el respaldo y aun mis ojos idos.

Noté un pequeño peso extra sobre mis hombros, y pude notar cierta cabezita rubia que tiraba migajas sobre mi cama y mas importante, sobre mí. Fruncí notablemente mi ceño mientras dirigía mi vista hacia su mano, una asquerosa y grasosa hamburguesa reposaba sobre ella, un pequeño tic se poso en mi ojo derecho mientras me levantaba con rapidez de mi cama y sacudia con cierto asco aquellos restos de comida.

-Eres un cerdo, Jones- murmure molesto mientras dirigía mi vista molesta hacia el. Dos segundos mas tardes, me di cuenta de que mi voz había vuelto, aunque un poco carrasposa.

Mi cabeza estuvo a punto de caer las almohadas, ante la repentina falta del hombro de mi compañero, a quien mire con mi típica mueca de diversión. Terminé de devorar mi hamburguesa, para luego limpiarme mis dedos con una servilleta, solo para que el rubiecito no se asqueara más si me veía limpiarlos de una manera poco educada.

- ¿Cerdo, yo? ¿No será que tú eres un maniático de la limpieza? –estiré mis piernas fuera de la cama, para después incorporarme. Fui al bote de basura, donde tire la envoltura de lo que alguna vez fue mi hamburguesa- Recuperaste tu voz, ¡qué bien! Tal vez ahora si podremos ir a la fiesta –di un gran salto para quedar frente al inglés, para luego tomar sus hombros y agitarlos con suavidad, sin llegar a lo rudo.- ponte guapo, que seremos la pareja que más deslumbre esta noche –no me di cuenta hasta unos segundos después de que había dicho la palabra “pareja”. Sentí un extraño cosquilleo en mi corazón, nerviosismo de seguro.

Fruncí el ceño ante su tonta excusa, -Maniatico de la limpieza, o no, tu eres un cerdo..- murmure malhumorado mientras giraba mi vista indignada, mas no me duro tanto el gusto, ya que parpadeé confundido al escucharle, ¿Se dio cuenta de lo de mi voz?

Mordí mi labio con un poco de frustración, no se si el podía leer mi mente o algo parecido, pero quedaba demasiado al descubierto que bien podría ser descrito como un libro abierto. Estaba a punto de suspirar con pesadez cuando mis hombros fueron agitados llevando mi contrariado y molesto rostro hacia el frente donde el idiota americano me sonreía con animosidad, estuve a punto de rodar los ojos al creer que sería otra de sus idioteces, mas cuando le escuche mi corazon se detuvo momentaneamente para despues empezar a latir con fuerza.

Cientos de estupidas ilusiones se formaron en mi cabeza al escuchar aquella oracion que nos incluía a ambos y a la palabra pareja. Volteé mi vista hacia mi derecha evitando su mirada, y a la vez, como una forma de hacer llegar oxigeno a mi cerebro, me reprendí mentalmente por tener estupidas fantasías de quinceañera. Ya una vez las tuve, y salí demasiado herido...

Ante el pensamiento mis ojos se opacaron y perdieron todo rastro de vida, mi corazon dejo de latir presuroso, para solo volver con latidos lentos y en cierta forma, dolorosos.

Volví a mirarle, mas esos ojos azules y cabello rubio, a pesar de ser tan diferentes a los de aquel, me lastimaron mas -E-Eh.. si, ire a cambiarme..- trate de formar una sonrisa mas solo salio una mueca deforme, a lo que me aleje rapidamente sin si quiera permitirle hablar, mire mi maleta al lado del armario, que sin si quiera revisar primero, me lleve conmigo al baño. Suspire al finalmente lograr poner el seguro a la puerta, mientras luchaba con mis piernas para no dejarme caer.

La sonrisa de mi rostro se fue tan rápido como vino, y es que ver esa expresión en el rostro del angelito me desconcertó por completo. Parpadeé confundido mientras lo veía intentar formar una sonrisa, pero todo lo que salió fue una mueca rara, podría decirse incluso que llena de dolor. Me quede petrificado en mi lugar, asombrado, pensando la razón por la cual se debía el repentino cambio de humor. Escuché la puerta del baño cerrarse.

Solo fueron unos cuantos segundos más los que me quede en donde estaba, después me di la vuelta dispuesto a subir el ánimo del pequeño inglés y a disculparme por lo que sea que haya dicho.

- ¡Iggy! –Toqué la puerta del baño frenéticamente- ¡Lo siento! ¡Lo de maniático de la limpieza no lo dije enserio, estaba jugando, lo siento! –grité, sin conseguir respuesta alguna. Consideré la idea de que tal vez su tristeza no se debía a eso, tal vez…- ¡Arthie, perdón, no dije que te pusieras guapo porque no lo estuvieras! ¡Si tú eres muy guapo! ¡Arthie, Arthie! –cada vez aumentaba el sonido de mi voz infantil, acompañada de un puchero y unas lagrimitas en los ojos- ¡Iggy, PERDOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOÓN! –termine haciendo un berrinche total.

En cierto modo la situación la encontraba divertida, nunca antes le había hecho pucheros a nadie además de cierta familia. Ya había extrañado la sensación de poder hacerle berrinches a alguien. Me puse a pensar en mil y un estupideces para poder decir en caso que me abriera la puerta y si no, me puse a idear otros mil y un planes para derribar la puerta misma.

Apenas y desate mi corbate, unos presurosos y debo decir, molestos, golpes en la puerta me hicieron parar en mi acto de cambiarme. Fruncí el ceño con desconcierto al obviar de quien se trataba, ¿Que no quería que me cambiara?

Entrecerré mis ojos mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en mi rostro, aquel idiota nuevamente hacia que mis emociones me cambiaran en tan solo un segundo, nuevamente me salvaba de la oscuridad que me invadia por dentro. Me recargué sobre la puerta mientras escuchaba sus tontas disculpas, acompañados de sus tontos apodos, suspire mientras negaba con la cabeza, el día que pronunciara bien mi nombre, las vacas volarían.

Finalmente, tuve que tapar mis oídos, ante tal berrido que salio de la boca del estadounidense. Rodeé mis ojos mientras perezosamente me volteaba, para abrir la puerta, puse mi mejor cara de enojo, mas por la curvatura de mis labios se podia notar que no era para nada real, -¡Deja de chillar, tonto! ¡Vas a romper mis timpanos!- le regañe mientras golpeaba su pecho con mi dedo indice, -No se de donde sacaste que ocupabas disculparte, si tu no has hecho nada.. estupido- gire mi rostro indignado, mas eran claros mis intentos de hacerle notar que el no tenía la culpa de nada, -Hmm.. aun asi, a-agradezco tu preocupacion..- murmure por lo bajo mientras un pequeño sonrojo se posaba en mis mejillas, -¡Mas fue innecesaria!- volví a exclamar, totalmente orgulloso, -Ahora si me permites, ire a cambiarme, no dejare que seas el unico que robe camara- le guiñe un ojo en un pequeño juego de coqueteo, mas enseguida enrojecí y me encerre en el cuarto del baño.

Inconscientemente, una sonrisa se dibujo en mi rostro ante las palabras que me dijo el inglés después de abrir la puerta del baño. Encima, se sonrojaba haciendo una mueca que lo hacía parecer tan adorable como lo era siempre. Pude entonces ya sentirme más aliviado al saber que todo andaba bien con el pequeño rubio, al parecer su tristeza solo fue momentánea; no estoy seguro que habré dicho o hecho, pero me aferraba a la idea de creer que gracias a mi su felicidad había vuelto.

- ¿Ah, sí? ¡Pues las cámaras me admiraran más a mí porque soy su hero! –alardeé para después darme la vuelta justo en el momento que mi compañero se encerraba en el baño. Me dirigí con rapidez al cuarto. Recogí mi corbata y trate de ponérmela, mas esa misión me resulto fallida, así que me limite a rodear mi cuello con aquel cordón de tela negro.

Me puse los zapatos a la vez que hacía lo mismo con el saco, di media vuelta para encontrar mi reflejo en el espejo. Genial, tanto que me había costado peinarme y ahora mi cabello estaba hecho un desastre. Como pude, lo intente de arreglar de nuevo, no quedo como la primera vez, pero igual quedo presentable.

Una vez ya cambiado y arreglado, eché un vistazo a la puerta del baño, que seguía cerrada. Suspire con aburrimiento, pensando en que podía hacer ahora. Inspeccione toda la habitación con mi vista, dándome cuenta de que el platillo que había ordenado el inglés seguía intacto. Fue entonces cuando recordé que nada había ido a parar al estomago de Arthur… aparte de todas las bebidas alcohólicas que se ah deber tomado. No podía dejarlo ir a la fiesta con el estomago vacio, así que tome un tenedor con una mano y un chuchillo con la otra. Me puse a partir la comida del inglés en pedacitos. Fue mucha la concentración que estaba mostrando hacia el filete ya que me debatía sobre como le gustaría al inglés. En todo caso se puede decir que me encontraba completamente absorto partiendo un filete para el angelito, con mucho empeño eh de decir, y todo porque unas extrañas ganas de impresionarlo -en realidad quería cuidarlo y consentirlo, pero nunca lo admtiría- me habían invadido.

Me acerque a mi maleta, abriendola inspeccione mi ropa y pertenencias, tomando finalmente un smoking negro. Murmure unas cuantas maldiciones por lo bajo mientras me resignaba a cambiarme, -¿Que fue esa estupidez del guiño...?- me regañe con aun un sonrojo adornando mis mejillas mientras me cambiaba con rapidez, desquitandome de a ratos con la ropa.

Suspire finalmente con la ropa puesta, y acomode un pequeño moño en mi cuello, -Perfect- susurre con una sonrisa al lograr que se mantuviera derecho. Camine hasta el espejo y me escrute con ojo critico de arriba hacia abajo, logrando sacar un suspiro de alivio al notar que solo me faltaba peinarme.

Ya frente al lavabo, abrí la llave y con ambas manos lleve agua hasta mi rostro varias veces, lavandolo un poco, para finalmente llevar ambas manos mojadas a mi cabello y peinarlo ligeramente hacia atrás. Tome un peine de mi maleta, y me peine el cabello mojado, logrando que se fijara mas hacia atrás.

Totalmente listo, me digne a salir del baño, encontrandome con una imagen un tanto rara, la espalda del americano bloqueaba mi vista, pero se podía notar a simple vista como estaba totalmente tensa y su cuerpo totalmente concentrado a lo que hacía. Con sigilo me acerque hasta su lado, logrando divisar el plato que había pedido anteriormente, ser cortado por el chico, -¿Eh? ¿Acaso tienes mas hambre?- pregunte sin poder creermelo, aquella hamburguesa que comío era demasiado grande como para que siguiera con hambre.

Estaba tan encimado en mi labor, que no me di cuenta de la presencia de justo la persona para quien cortaba aquel pedazo de carne. No conteste a su pregunta inmediatamente, si no que me volví para mirarlo sorprendiéndome de lo bien que se veía arreglado de ese modo. Con un gran sonrojo regrese mi atención en el platillo. Seguí cortando un par de trozos más hasta por fin hablar.

- No. Es para ti. No has comido nada más que tus bebidas alcohólicas y eso puede hacerte mal -le reprendí elevando el tenedor al aire agitándolo de un lado a otro con aire autoritario- Haber, abre la boquita así: Ahhh~ -canturreé abriendo mi propia boca, como cual padre dándole de comer a su pequeño. Dirigí el tenedor que sostenía un trozo de filete directamente a los labios del inglés.

Sonreí divertido al ver la expresión desconcertada del rostro del pequeño rubio ante mis actos. Un extraño sentimiento embargo mi pecho, pero no era doloroso como otras veces si no que más bien era como algo cálido, hasta en cierto modo me hacían sentir ternura. Que disparates me ponía a pensar, y todo por el inglés. Es increíble el poder que puede tener una persona sobre ti.

Mis ojos se ensacharon y mi boca se fruncio por instinto al verle hacer esas estupideces, rodeé mis ojos con molestia al ver aquella mueca en su rostro, que debía decir, hacía que mis labios se cuervearan un poco mientras trataba de aguantar una risilla.

-¡Puedo comer solo Jones!- murmure aun finjiendo enojo mientras trataba de arrebatarle el tenedor, mas viendo la renuencia, solo pude soltar un suspiro resignado. Era claro que el americano no me dejaría ir hasta que comiera un poco, asi que derrotado agregué -Q-Que sea rapido..- abrí mi boca levemente mientras cerraba mis ojos y mis mejillas se teñian de rojo con rapidez, tenía demasiada verguenza como para ver aun el rostro triunfante del americano.

Con cuidado, introduje el tenedor en la boca del inglés. Reí levemente al ver sus ojos cerrados con fuerza acompañados de su notorio sonrojo en las mejillas. Tomé otro pedazo más de carne mientras me sentaba en la cama, con un brazo rodeé la cintura de Arthur para atraerlo a mí y sentarlo sobre mis piernas. Volví a dirigir el cubierto a la boca del otro.

- No sé como pensabas irte sin probar un bocado. Que desperdicio de comida. –comenté no dándole gran importancia al asunto, más bien estaba algo embobado con la imagen que tenia. Ahora que me doy cuenta, el angelito siempre consigue dejarme enganchado gracias a su imagen. Malditas tentaciones.- Te ves bien –dije con una gran sonrisa cargada de sinceridad.- pero no me superas –añadí sacando a flote mi típico ego.

Mastique lentamente al sentir el primer bocado dentro de mi boca, degustandome con su sabor. Simplemente exquisito.

Iba a soltar un sonidito de aprovación, cuando sentí como era empujado hacia adelante, haciendome abrir los ojos desmesuradamente con un poco de panico, mas al acostumbrarme a la luz, pude notar que el merito no era tirarme, si no sentarme sobre sus piernas. Enrojecí de inmediato al sentir tal proximidad, y atine a casi arrebatar el pedazo de carne del tenedor cuando lo acerco a mí, queriendo concentrarme en comer y no en otras cosas. Pero como siempre, el americano no hacía de su parte, ya que nuevamente por un comentario suyo, el rojo de mis mejillas volvio y aun con mas fuerza, mientras sentía aquellas estupidas mariposas revolotear en mi estomago.

Más claro, como era de esperarse de aquel idiota, rompio el encanto en tan solo unos segundos, haciendome fruncir el ceño con molestia, -Mocoso arrogante..- masculle irritado mientras abría nuevamente mi boca, en una forma de hacerle entender, que quería mas. Cerre mis ojos nuevemente y acerque mi rostro hacia donde estaba el tenedor antes, mas sin darme cuenta, a donde me aproximaba era a el rostro del rubio.

Solté unas cuantas risotadas al ser insultado por el inglés. Creo que cualquiera estaría enojado por ser tratado de ese modo, pero para mi era diferente. Para mi, el ser regañado me hacía sentir en cierto modo importante, ya que cada llamada de atención era porque tu bienestar le preocupaba a otra persona, ¿no?

Con el cubierto, volví a coger un trozo de aquella comida que hasta ahora había sido desconocida por mi. Estaba por darselo al rubio cuando noté que este, con los ojos cerrados, se acercaba peligrosamente a mi rostro. Miles de estúpidos pensamientos cruzaron por mi mente en tan sólo un segundo.

Instintivamente, incliné mi cabeza de modo que pudiera eliminar la poca distancia que separaba nuestros labios. Los rocé, pero aún así pude sentir y deleitarme de aquella dulzura tan única de el angelito.

Me estremecí al sentir aquel trozo de carne tan helado sobre mis labios, mas no le tome importancia, y me dedique a atrapar entre mis labios aquel pedazo de comida, saboreandolo levemente con mi lengua. Tarde un segundo en asimilar la diferencia, y a la vez, lo conocido de eso sobre mi boca. Abrí mis ojos totalmente sorprendido mientras me alejaba por inercia levemente, y como pensé, mis ojos chocaron con aquellas orbes tan azules como el cielo. Y sinceramente, no me importo.

Mis ojos se entrecerraron timidamente mientras mis mejillas volvían a encenderse, estaba totalmente consciente de lo que hacía, y de lo que haría, mas aun asi, mis deseos fueron mayores que mi razón. Nuevamente mis labios buscaron los suyos, besandolos suave y lentamente, dedicandome a saborear ese sabor tan unico entre mis labios y la punta de mi lengua, que no se quedaba quieta, y daba quedas y lujuriosas lamidas a la superficie de sus labios.

Me tensé al sentir la lengua traviesa del inglés delinear mis labios por primera vez, más no tarde en acostumbrarme y hasta sentirme agradado por tal atención que recibía. Derepente el contacto se rompió, nos separamos pero solo un poco, haciendo así que el esmerelda y el azul chocaran gracias a unas miradas. El rostro del angelito se sonrojo y me mostró la mueca más tierna que hasta ahora pude haber apreciado de él.

Volvimos a juntar nuestros labios, esta vez en un beso que estaba casi seguro de que ambos sabiamos que lo haciamos. Me sorprendió mucho el hecho de que el inglés parecía controlar la situación. Afirmé mi brazo en su cintura, atrayendolo hacia a mi buscando el calor que desprendía. Mi lengua se encargo de juguetear con la de él, una de mis manos fue a parar a su nuca, la cual aprete delicadamente buscando profundizar el beso.

Quería transmitirle todos mis sentimientos de este modo. Era mucha la necesidad que sentía por saber que el estaba allí, que no era una ilusión, que ya no estaba yo solo en esta vida. Dejé de un lado mis pensamientos, para concentrarme más en lo que estaba experimentando en este momento.