Suite Kirkland -100-

Tras abrirse las puertas del ascensor, camine palido y un poco transtornado a través del pasillo, hasta que al fin logre vislumbrar el numero 100 en una de las habitaciones. Un tanto tenso busque la tarjeta dentro de mi bolsillo, cuando note que habia olvidado mi maleta, y que aun traía la chaqueta de él.

Suspire ofuscado mientras subia mis manos despeinandome desesperado, volví a buscar la tarjeta y una vez la tuve, la use para abrir la puerta de mi habitacion. Entré y sin dudar, me deshize de mis zapatos mientras cerraba la puerta.

Me dirigí directamente al mini bar, sacando una botella de whisky de una pequeña alacena de madera en la parte baja. Me serví totalmente seco el trago, y lo tome de un tirón.

-E-Eso..- finalmente logre pronunciar tras minutos de silencio, me arroje en la cama aun con la botella en la mano, salpicando un poco de la cama y a mi mismo de alcohol, para despues tapar mi rostro inusualmente sonrojado con mi mano libre. ¿Que habia sido eso?

Baje mi mano lentamente, hasta tocar con mi dedo indice mis labios, cerre mis ojos y un escalofrio me recorrio al suplantar mentalmente ese dedo por ciertos labios. Habian sido tan fríos, pero a la vez, podía jurar que habían quemado contra los mios. Suspire una vez mas, mientas palmeaba mis mejillas tratando de hacerme pensar mejor. Aquella sensacion me habia cegado momentaneamente, pero algo, me decía que no debia estar cerca de él.

Ya antes me habia pasado, claramente por motivos diferentes, y era gente que desde el momento de conocerles no me habian agradado. Y lo peor, es que sabía que todo esto era avisado por mi magia de angel. ¿Quien era y que sera para mi, ese tal Jones?

Suspire tras preguntarme eso, tomandome de un tiron una gran cantidad de whisky desde la boca de la botella, dejando escurrir un poco de la bebida por la comisura de mis labios. Me deshize torpemente de mis calcetas y mi pantalon, con solo la ayuda de mis pies, ya que mis manos estaban ocupadas en embutarme la botella tan rapido como podía.

De repente me sentí mareado y con sueño, asi que sin taparme ni nada, me hize ovillo en la cama y dormí tranquila y serenamente, olvidandome momentaneamente de todo lo ocurrido.

Me tallé los ojos una vez más en el día mientras salía del elevador y me disponía a caminar por el extenso pasillo.

Esta mañana me había decidido a levantarme temprano con el único propósito de ir a ver a mi amigo para poder arreglar las cosas, así podríamos dejar aclarado todo y podíamos iniciar de nuevo.

Sentí un gran escalofrió en lo que caminaba, me encogí de hombros haciéndome un ademan de acomodarme mi adorada chaqueta de aviador, pero caí en la cuenta de que simplemente no la tenía. Seguramente el se la había quedado ayer. Sonreí por el buen pretexto que tenia ahora.

Apresure mi paso al intimidarme un poco, solo un poco, por aquel lugar vacio, que hasta parecía fúnebre. Vi con atención cada uno de los números de las puertas del lugar, buscando en particular el numero 100. Me sentí repentinamente orgulloso por el trabajo que había hecho ayer, seducir a la recepcionista había sido de lo más fácil que pude hacer en este mundo.

Mi cuerpo se quedo estático al encontrarme frente a la puerta deseada. Tragué saliva con pesadez y nerviosismo, ¿Qué le diría primero? ¿Cómo reaccionaría después de lo de aquel… beso?

Reuní todo mi valor, un héroe tenía que hacer lo que un héroe tenía que hacer. Toqué un par de veces, sin respuesta alguna. Toqué de nuevo y… tampoco nada.

- ¿Arthur? –pregunté con algo de inseguridad considerando la idea de que me había equivocado de habitación. Ojala que no, si no sería una vergüenza.

Me removí lenta y perezosamente en mi cama al oír un pequeño ruido proveniente de la puerta, parpadeé mientras me estiraba sobre la cama, siendo victima de un gran dolor en mi sien, exactamente en mi lado derecho donde una punzada de dolor me atraveso.

-..hmf...- lleve mis manos a mi rostro, limpiando las lagañas que tenía en mis ojos y un pequeño hilillo de baba combinado con alcohol que descendia por un lado de mi boca. Volví a oir el repicar de la puerta, y frunciendo el ceño me levante de la cama, -Ya voy, ya voy- murmure alto y molesto, mientras caminaba hacia la puerta.

Sin caer en cuenta de que solo llevaba puesto mi camisa verde de vestir, tan desordenada que algunos botones estaban desacomodados, y muy arrugada. Pero sobre todo esto, aun llevaba puesta la chaqueta de aviador de aquel americano, de la cual incoscientemente no me quería deshacer.

Abrí la puerta rapida y descuidadamente, golpeandola contra la pared mientras ponía mi expresion mas molesta a aquel idiota que se habia atrevido a despertarme. Mas el fruncir en mi ceño tan solo duro unos segundos, porque el rojo en mis mejillas y la sorpresa en mi rostro no se pudieron ocultar.

-¿..J-Jones..?- murmure estupidamente, como si creyera que fuera una ilusión. Me encogí de hombros instintivamente, sin notar que aquella camisa se elevaba mostrando mis muslos denudos, y posiblemente desde atrás, el inicio de mi trasero.

El escuchar su voz me tranquilizó, esa era la habitación correcta. Pude notar en su voz algo de molestia, pero decidí ignorar esto formando una sonrisa boba en mi rostro.

La sonrisa se desvaneció tan rápido como el rubio abrió la puerta. Frente a mi estaba el mismo, la persona a la quien esperaba ver, pero con el pequeño detalle que… no estaba como esperaba verlo.

Me pregunte si el joven no tenía algún “gemelo malvado” o algo por el estilo, porque definitivamente la persona que estaba viendo, no era el “caballero” que yo conocía. Pero, los gemelos no tienen la misma voz, ¿o sí? En definitiva, el era el angelito.

Sentí como mis mejillas de repente me ardían, traté de desviar la mirada más no pude, estaba tan impactado viendo aquella figura delante de mí, su cabello estaba completamente desordenado, su camisa desabotonada de los primeros botones, sus pantalones… que va, no traía pantalones.

Me estaba empezando a marear, tuve que recargar mi diestra en el marco de la puerta para no caer. Hice un sobreesfuerzo por mantener mis hormonas controladas, ¿o soy yo o este chico me está seduciendo a propósito? Respire hondamente.

- ¿V-Vas a dejarme pasar o qué? –pregunté en voz baja sorprendiéndome a mí mismo. Esa no era mi manera de hablar, pero estaba tan shockeado que apenas podía articular alguna palabra.

Me sorprendió un poco su reacción, y estube a punto de ayudarle cuando le vi recargarse contra la puerta, -¿Estas bi..?- iba a preguntar preocupado cuando oí su voz ronca y un tanto descortés interrumpirme.

-E-Eh.. Claro..- murmure ignorando la molestia que me habia causado su falta de modales, mas que nada, por lo adormilado que aun me encontraba y la preocupación que me habia absorbido, -Pasa- me hize aun lado mientrás entraba, mire mis zapatos en el suelo, y me dispuse a recogerlos agachando la mitad de mi cuerpo, cuando note un pequeño detalle, mis piernas estaban desnudas. Enrojecí rapidamente al levantar la vista y ver mis pantalones tirados a un lado de mi cama, y me sentí desfallecer aun más cuando comprendí que mi trasero estaba al aire, y mi truza de color negra totalmente a la vista del americano.

Inmediatamente di unos trompicones hacia delantes, y casi cayendome hacia al frente, gire rapidamente teniendo mi vista hacia el rubio, y mis manos bajando la camisa lo mas que podías. Y lo peor de todo esto, es que justo ahora solo podía ver los labios carnosos del chico enfrente de mi.

¿Que diablos esta pasandome?, fue lo unico que pense mientras mi corazon latía desembocado y mi piel pasaba de ser blanca a un rosado muy profundo.

Pasé a la habitación con nerviosismo. Me quedé en mi lugar tranquilo esperando a que el rubio terminara de cerrar la puerta.

Mientras tanto, trataba de aclarar los pensamientos en mi cabeza, que estaba hecha un desastre y todo por culpa de aquel hombrecillo de ojos verdes. Tenía la extraña sensación de que este tipo lo hacía a propósito para ponerme así.

Toda la determinación que traía se había esfumado de golpe al verlo en ese estado tan… ¿provocativo?

- A-Arthur, ¿Qué son esas ropas? –intenté sonar jovial, o de perdido burlón pero lo único que me salió fue un patético tartamudeo.

Respire hondo. Justo estaba calmándome cuando el rubio de agacho y me dejo a la vista cierto paisaje que… me tapé la nariz con rapidez al sentir como una gota de algún liquido caliente bajaba de ella. Sangre. Palidecí.

Trágame tierra, ¡que vergonzosa situación! Cerré los ojos con fuerza a nueva cuenta, tratando de mantenerme calmado, cosa que noté imposible. Me mordí los labios con nerviosismo volviendo a abrir mis ojos, mirando a los orbes esmeraldas del otro con fijeza, mientras un brillo, parecido al de ayer, invadía mis orbes azules.

- Préstame tu baño, ¿sí? –pregunte atropellando las palabras sin querer, todo culpa de mi nerviosismo. Apreté mi mano más a mi nariz, para evitar que el dueño de la suite se diera cuenta del hilillo de sangre que descendía de mi fosa nasal.

Sin esperar respuesta alguna, como de costumbre, camine dando grandes zancadas a la puerta que me imagine que seria del sanitario. Entré y rápidamente me lancé contra el rollo, arrancando una gran cantidad y posándola sobre mi nariz.

Tomé una gran bocanada de aire para después golpear mi cabeza contra la pared fría del baño… ¿Qué rayos me pasaba? ¿Por qué con él? Ensima, mi chaqueta de aviador lo hacía ver más endemoniadamente... sexy.

Estuve estático unos segundos tratando de asimilar toda la ola de pensamientos que se me veníaN encima. Hasta que termine de limpiar mi nariz y regularicé mi respiración, salí volviendo con el rubio, pero evité mirarlo a toda costa bajando mi mirada hacia mis pies. El sonrojo es lo único que no había podido quitar.

Agradecí por primera, y espero ultima vez, su falta de modales al entrar a mi baño sin mi consentimiento, aunque, por mi estado, era siquiera poco probable que pudiera haber contestado algo coherente y sin tatamudeos.

Aprete mis puños sobre la camisa, mientrás iba por mi pantalon con rapidez y me lo ponía, aunque ciertamente, despues de lo ocurrido, hubiera preferido tirarme por la ventana y morir en el suelo. Si, ya imagino los titulares de mañana, "Sujeto loco y medio desnudo, se tira por el balcon de un Hotel y muere inminentemente".

Suspire, aun pensando que eso seria mejor a lo de ahora. Sentí una pequeña punzada contra mi corazon al recordar la cara de asco del americano, o bueno, eso debia ser si apretaba su mano contra su boca tratando de no vomitar, ¿no?

Me deshize de su chamarra con un poco de renuencia, no sin antes llevarla a mi rostro y aspirar por ultima vez ese aroma. Ahora si estaba seguro de que esta seria la ultima vez que le veria. Me golpeé internamente al deprimirme de este modo, y acomode mi camisa perfectamente, aunque deseé internamente tener mi maleta conmigo para poder usar algo limpio.

Doble la chaqueta sobre mi brazo, y esperé unos segundos a que el chico saliera. Rapidamente le restregué la prenda contra sus ojos, en un ademán de que la tomara.

-Siento habermela llevado, supongo que venías por ella, ¿No?- mi pregunta me sono estupida, era claro que era solo por eso. Aunque tocando nuevamente el tema de ayer, me hizo recordar aquel beso que ante la mirada esquiva que tenia el americano contra mí, me hacia darme cuenta que solo habia sido un juego para él.

Odie con toda mi alma el maldito libertinaje de los estadounidenses en ese momento, y eso se mostro en mi ceño fruncido que buscaban ocultar el dolor en mis ojos que lucían carentes de vida. No mostrar debilidad, era algo que el pasado me habia hecho aprender con golpes y desiluciones.

-Si eso es todo, por favor vete..- murmure dandole la espalda mientras cruzaba mis brazos y clavaba mis dedos contra mis costillas. Pensar en el pasado estaba haciendo estragos en mí.

Cerré los ojos al sentir una picazón cuando el rubio me restregó mi chaqueta en la cara. La tomé con ambas manos atreviéndome a mirar a el otro… ¿era esa una mueca de tristeza? Me quede un poco sorprendido por esto, ¡juro que vi una expresión vacía en sus ojos! ¿Acaso dije algo malo?

No lo sabía con exactitud, pero si estaba seguro de que lo animaría tantas veces tuviera para poder sacarle una de aquellas sonrisas juguetonas de nuevo.

- ¿Irme, ya? –pregunté fingiendo indignación. Después forme una sonrisita traviesa - ¡Pero si tenemos una cita hoy, recuerda! –mentí. No creo que una mentirita piadosa sea algo malo, después de todo no pensaba separarme de Arthur aún- ¿No pensarás dejarme plantado o sí? –ladeé la cabeza tomando el hombro del pequeño rubio para girarlo media vuelta, así quedando cara a cara.

Mi sonrisa paso de ser traviesa, a ser una mueca de alegría. Solté el agarre que tenía en el chico para poder pasearme libremente por su habitación. Paseé la vista por todo el dormitorio notando algo en la cama… ¡una botella de whisky! La tomé entre mis manos.

- ¿Quién lo diría? –dije en tono divertido- el gran caballero Arthur Kirkland resulto ser un bebedor sexy a escondidas –solté una risita para volverme hacia el nombrado alzando la botella en alto.

Un minuto… ¿acabo de decir sexy?

Mis mejillas enrojecieron, estoy casi seguro, sentía como ardían de una manera como no había sentido antes… bueno, tal vez cuando vi al “caballero” en cierto estado muy… fuera de lo común de lo que parecía ser el joven.

Dejé mi cuerpo caer a la cama y, recomponiendo la compostura, volvió a hacer aparición mi típica sonrisa boba.

- Bien, te toca elegir a ti que haremos hoy –dejé la botella en la mesita de noche y me dispuse a ver atentamente las orbes esmeraldas del otro, en espera de una respuesta.

Escuche extrañado lo mencionado, obligandome a alzar una de mis cejas en desacuerdo, -¿Cita?- pregunte frunciendo el ceño y apretando el agarre en mis costillas, -Yo no recuerdo a ver quedado de.. ¡H-Hey! ¡¿Que crees estas haciendo?!- refunfuñe al verle pasar hacia mi habitación escudriñando todo con su mirada.

Lo mire tomar la botella de mi cama y nuevamente una punzada de dolor cruzo en mi pecho, lo que me hizo recargarme contra la pared y cerrar mis ojos soportando silenciosamente el dolor. Aunque en menos de dos segundos, tuve que abrir mis ojos, con sorpresa y mis mejillas se colorearon inmediatamente.

¿Sexy?, mi corazon latio desenfrenadamente a lo que mordí mi labio inferior con rudeza tratando de controlarlo. Era claro que de nuevo era culpa de su libertinaje americano, seguramente solo seria una expresion.

Suspire mientras volvia a enfocarle sobre mi cama, y con la mirada sobre la mia, nuevamente mi corazón quiso golpear contra mi pecho, mas apretando mis brazos lo retuve literalmente.

-Lo que haremos, es que tu te iras a donde sea que quieras y yo me voy a quedar aqui, ya que yo no recuerdo haber quedado en hacer algo contigo..- murmure con un poco de frialdad y enojo, que solo ocultaban mi temor de volverme a esperanzar y despues caer sin tener siquiera paracaidas.

Escuché y miré con atención cada uno de los gestos que hacia el joven, quien parecía adolorido. No pude evitar sentir preocupación al verlo recargarse en la pared, ¿le dolería mucho?

- Hacer lo que quiera… -murmuré reconsiderando la idea. Desvié la vista hacia la ventana, que abriéndose daba a un balcón, después me volví de nuevo con el rubio, quien se abrazaba a si mismo pasándose los brazos por el pecho.

Apreté mis labios, ¿Qué estaría pensando? ¿Se habría dado cuenta de… lo que soy? ¿Quería alejarse de mí? Borré todas esas preguntas, no debo de adelantar las cosas. Tal vez solo tenía dolor de cabeza por beber tanto, si, seguramente era eso.

- Bueno, ya que puedo hacer lo que quiera, –mi voz en cierto modo aniñada, resonó por toda la habitación- eh decidido que quiero pasar todo el tiempo que se pueda, contigo, Artie –sonreí ampliamente por la buena idea que había tenido.

Me recosté sobre la cama pasando uno de mis brazos por debajo de mi nuca, con el otro brazo me encargué de buscar el control remoto de la televisión. Lo encontré en uno de los cajones de la mesita de noche, entonces, con solo un “click” prendí el aparato denominado televisor.

Mis obres azuladas se posaron en la figura del otro, lo miré fijo por un momento. Me negaba a creer que ese pequeño angelito me tenía como hipnotizado desde que lo vi por primera vez, inclusive me eh llegado a preguntar si todos los ángeles tienen el mismo efecto en otros. No lo creo, esto es algo más.

- Ven, vamos a ver tele juntos, tal vez eso te quite el estrés –con mi diestra palpé el lado de la cama que estaba vacío, invitando al rubio a venir- O si te no te gusta ver televisión, podríamos salir a algún lado –añadí.

Parpadeé un par de veces al oirle, ¿Hasta donde podía llegar su falta de modales e inoportunio?

Además, que era eso de "Quiero pasar todo el tiempo que se pueda, contigo, Artie", ¡al demonio con eso! Y lo mas patetico era, que aun asi, me habia sonrojado e ilusionado al escucharle hablar.

Suspire mientras me descruzaba de brazos, y llevaba una de mis manos hasta mi rostro, frotandolo con fuerza tratando de despejar mi mente.

-No me gusta la television- murmure con enfado, ahora solo pasaban pura basura, era mejor un buen libro. Camine hasta la cama donde el parecía señalar un pequeño espacio para mí.

Me recargue hacia el, subiendo una de mis rodillas sobre la cama, y la mitad de mi cuerpo sobre él. Ni siquiera note que nuestros rostros estaban cerca, ya que mi vista estaba concentrada en el buro al lado del rubio, estire una mano al mismo tiempo que mi cuerpo se agazapo, rozando brevemente mi pecho con el de el y finalmente, alcanze las llaves sobre este.

Sin darme cuenta alguna me levante, y acomode mi ropa rapidamente, honestamente solo tenia algo en mi mente, salir huyendo de ahí.

-Puedes quedarte lo que quieras- murmure forzando de nuevo ese tono frío que queria desaparecer en cuanto antes. Sin dudar ni un segundo, me puse en marcha a la puerta, y salí con rapidez.

Presione el boton del elevador, rezando por que no me siguiera pero aun internamente, esperando que lo hiciera.

Después de mirarlo por cierto tiempo, me volví hacia el televisor cambiándole de canal repetidas veces, sin encontrar algo que me llamara la atención. Abrí los ojos de sobremanera al ver al pequeño rubio subir a la cama y pasar por encima de mí. Una vez más en este día, mis mejillas se tiñeron de un rojo intenso a la vez que los nervios se empezaban a apoderar de mí a nueva cuenta.

- ¿Q-Que hac…? –no pude continuar la pregunta ya que el ojiverde me cortó con sus palabras frías y carentes de emoción.

Sentí una punzada extraña en mi pecho, a la altura del corazón. Tal vez si me dolía el desinterés que el tenia en mi… tal vez, solo un poquito… ¡pero igual no me daría por vencido! ¡No! ¡Un hero siempre lucha hasta el final!

Lo vi salir, pero en vez de levantarme, me quedé mirando la televisión sin en realidad verla, más bien estaba ocupando contando hasta veinte. Si, le daría veinte segundos para intentar huir de mí, al fin y al cabo yo lo puedo alcanzar dando tres pasos mínimo.

Diecisiete… dieciocho… diecinueve… ¡veinte!

Me levanté de la cama, apagué la tele y, con mi adorada chaqueta de aviador en mano, salí corriendo de la habitación. Paseé la vista por ambos extremos del corredor. Arthur se encontraba del derecho, justo en el elevador.

Corrí rápidamente logrando llegar a tiempo para detener el cerrar de las puertas, las abrí y me metí dentro.

- ¡Hey!, es de mala educación dejar plantada a la gente… -reclamé sin en verdad estar molesto, bien sabía que yo no era la persona adecuada para decir eso. Formé una sonrisita divertida al ver la expresión del rostro del otro, tal vez estaba molesto, o sorprendido, cual quiera que fuera, no me importaba.

Miré hacia los botones que rezaban los números de los pisos que había.

- ¿Sabías que si saltas en el elevador cuando está bajando, se siente como un juego mecánico? De esos que suben lentamente y bajan rápidamente, ¡Mira! –presioné un botón al azar, bueno, con que fuera de los números de pisos más altos.

El elevador se movió ascendiendo, cuando llegamos al piso del número que había marcado, volví a presionar un botón, pero esta vez de el piso más bajo. Justo el elevador empezó a bajar, agarré vuelo y salté, cayendo al suelo con fiereza, haciendo así que el elevador tambaleara y bajará un poco más rápido.

- Ha ha ha ha –reí tontamente con mi típica sonrisa boba bien marcada en el rostro.- ¡Ves, ¿a qué se siente genial?! –estaba por saltar de nuevo, cuando algo sucedió.

Se escuchó un chillido proveniente del exterior, pero muy cerca de nosotros. El aparato en el que íbamos, bajó con rapidez para luego detenerse abruptamente. Posé mis manos a los lados de las paredes que nos rodeaban, miré al techo. Nunca admitiría que estaba asustado, los héroes no sentían tales cosas…

- ¿Qué fue eso?... –susurré despacio notando como la luz se apagaba dejándonos a Arthur y a mí a oscuras.- ¡Oh, dammit! –maldeci en mi idioma.

Con mi dedo apreté algún botón, el que fuera, para ver si esta cosa se movía pero… nada. Palidecí.

- ¿A-Arthur?... –llamé tratando de no sonar asustado.

Suspire al verme ya dentro del elevador, y las puertas cerrarse aunque demasiado lento para mi gusto, si todo estaba perfecto... Oh, si, perfecto.

Frunci mi ceño fuertemente intentando esconder la incredulidad y felicidad en mi rostro, y recargandome contra la pared y volviendo a cruzarme de brazos, decidí ignorarle. O al menos eso haría parecer, ya que dificilmente podía mantener lejos mi atencion de el.

Reprimi el rodar los ojos ante sus infantiles acciones, mas dificilmente podía ocultar la pequeña sonrisa en mis labios que buscaba un escape para mis risas. ¿Como ese chico podía llevarme a tantos estados de animo en tan solo un momento?

Me aferre inconscientemente al elevador cuando escucher el rechinido de provenencia desconocida, -¿Qué demo..?- a pesar de haberme sujetado, me golpeé contra la pared cuando el elevador paro de repente, cerrando mis ojos un poco ante el dolor.

Me obligué a abrirlos nuevamente al escuchar la voz preocupada de Alfred, mas solo me tope con una infinita oscuridad. A duras penas podía distinguir unas pocas cosas como la pared, en la que me sostenia, y dificilmente mi propio cuerpo que ahora parecia una sombra oscura.

Di un respingo al escuchar nuevamente la voz del americano, ciertamente tenía un poco de miedo -Aqui estoy, Jones- murmure enderezandome un poco y siguiendo hasta donde habia creído oir la voz del rubio.

Y no me equivocaba, ya que choque contra su espalda lastimando mi nariz con fuerza, -..I-Itte.. ¡Cuando salgamos de aqui, voy a desmembrarte Jones!- refunfuñe enfadado mientras cubria con ambas manos mi nariz, olvidandome completamente de mis primeros intentos de ignorarle.

Escuchar su voz me tranquilizo un poco, al menos no estaba completamente solo en aquel lugar exageradamente pequeño y… oscuro. Volví a apretar los botones con rapidez mezclada con desesperación. Odiaba los lugares pequeños, y más cuando no había iluminación en ellos.

- Oh no, ¡estamos atrapados para siempre! –chillé con fuerza sintiendo como algo chocaba contra mi espalda. No tarde en descubrir que era mi rubio acompañante.

Quise ver sus ojos, pero la oscuridad no me lo permitía, lo único que me quedaba era el sentido auditivo, pero decidí no usarlo cuando mi acompañante empezó a gruñir como solía hacerlo. Me di la vuelta con rapidez para lanzarme a abrazarlo con fuerza, ignorando su amenaza de desmembrarme.

- ¡Artie, nos quedaremos aquí toda la eternidad! –alcé la voz, no, grité demostrando lo cobarde que podía llegar a ser.

Mi complejo de hero se había esfumado, dando lugar a una persona vulnerable, cobarde y miedosa. Mi cabeza me decía que debía demostrarme fuerte, más el deseo de seguir abrazado al pequeño rubio era más fuerte. Recargué mi cabeza en su hombro a la vez que mis piernas flaqueaban haciendo que ambos quedáramos en el suelo sentados. Abrazados aun.

- ¡El oxigeno se acabara y moriremos! O un loco maniático se colara en el elevador y nos matará a ambos o tal vez la niña del aro vendrá a decirnos que tenemos siete días de vida o los marcianos vendrán en su nave espacial para llevarnos a su nave y experimentar con nosotros o quizás… -y así empecé con un discurso más de veinte minutos sobre las posibles cosas que nos podían pasar atrapados allí.

No paré de hablar ni un segundo, pero es que por cada palabra, me aferraba más al cuerpo del otro y la sensación que eso me transmitía era en cierto modo agradable. Agradecí en cierto modo que el lugar estuviera oscuro, así el angelito no podría ver el sonrojo que ahora se posaba en mis mejillas… ¿o los ángeles tendrán visión de rayos láser?

Deseché la idea con rapidez pensando en que otra estupidez decir como pretexto para seguir apegado a Arthur.

Parpadeé confuso ante el grito, no, describiria mas como chillido, que lanzó el rubio americano mientras se aferraba a mi, -H-Hey, e-espera..- forzajeé mientras caíamos al suelo, sintiendome aun mas pequeño entre sus brazos.

Escuche con incredulidad todas sus estupidas ideas que ciertamente no hacian mas que pensar que habia subestimado el grado de su idiotez. Más aun asi, no pude evitar sentirme un poco preocupado, ya que el miedo que tenía era real por donde sea que se le viera. Suspire una vez mas, mientras correspondia el abrazo con una de mis manos, y llevaba la otra a su cabello, acariciandolo suave y lentamente.

-Todo va estar bien..- murmure dulcemente en su oído mientras recargaba mi mejilla sobre su hombro, -Yo estoy aqui, ¿verdad?- murmure con si fuera lo mas obvio mientras daba unas cuantas palmaditas en su espalda.

Dejé que propinara aquellas suaves caricias en mi cabellera rubia, haciéndome sentir mas reconfortado. Me avergoncé mucho al darme cuenta de que, siendo yo el héroe, era Arthur quien se estaba portando más “heroico”.

Un estremecimiento recorrió toda mi espalda cuando escuche su dulce voz susurrarme al oído. Mis brazos, que estaban rodeándolo por su torso, bajaron hasta posarse en su cintura, para una posición más cómoda.

- Juguemos a algo –dije con voz normal, sin gritos extravagantes que solían ser parte de mi. Como de costumbre, no lo dejé hablar u opinar.- Será de preguntas este juego, para conocernos más, ¿ok? –moví mi cabeza quedando un poco más cómoda en el hombro del otro- Empiezo yo, –aclaré mi voz- ¿de dónde vienes, Artie? –mi acento infantil hizo acto de presencia.

Me tranquilize un poco al verle menos tenso, mas en cambio ahora fui yo quien se quedo momentaneamente estatico al sentir las manos del otro deslizarse por mi espalda, un suspiro quedo e imperceptible salio de mi boca. Me sonroje instantaneamente ante mi acto, ¿Se habra dado cuenta?

Suspire nuevamente con baja y tranquilamente al ver que no se había dado cuenta de nada, -¿Un juego?, No estamos en..- refufeñe tratando de regañarle, pero nuevamente el chico me habia ignorado para seguir hablando, aprete mis labios molestos mientras le escuchaba, -¡No me digas Artie!.. Hum.. Londres, Inglaterra- murmure bajito todavia un poco reacio a seguir con ese juego tan estupido, mas solo me costo unos segundos mas, para suspirar y sonreir levemente, -¿De que parte de estados unidos eres tu?- pregunté, tal vez no seria mala idea aligerar el ambiente.

Mientras esperaba su respuesta, me había puesto a escuchar atentamente a su respiración. Por un momento me pareció que su respiración se había entrecortado, justo iba a preguntar cuando su respirar se torno más tranquilo, pacifico. Lo escuché también dar unos cuantos suspiros, son del cansancio, supongo.

- Londres, Inglaterra… -repetí con asombro- ¡Que divertido, yo quiero ir allí! –comenté alegremente, pero tal alegría se vio opacada por una repentina sorpresa que me había invadido a escuchar la pregunta del otro- ¿Cómo supiste que yo era de Estados Unidos? –pregunté sin poder ocultar mi inquietud.

¿Sería acaso yo tan obvio para que medio mundo sepa de donde soy? ¿O es que mi trabajo de detective ah llegado a más países? ¡Ojala que sea eso! ¡Así me reconocerían como hero!

Me removí en mi lugar un poco, ya me estaba entumiendo estar en la misma posición.

- ¿A que te dedicas, Kirky? –el había dicho que no le dijera Artie, así que decidí inventarle otro nombre. Tal vez no era el mejor, pero me hacia mucha gracia ver como el rubiecito fruncía sus grandes cejas haciendo una mueca de molestia demasiado extraña.

También me gustaba, en cierto modo, que me regañara. Me hacia sentir importante de alguna manera.

Rodé mis ojos al escuchar su pregunta, era claro que como inglés podía diferenciar el acento estupido e indecente de los americanos que del elegante y refinado de inglaterra.

-El acento, genio- murmure con sarcasmo mientras me reacomodaba al igual que él, dejando mis manos sobre mis piernas que logre estirar un poco, a cada lado del americano. Doble mis rodillas, mientras alejaba con un poco de renuencia mi cabeza de su hombro para pegarla contra la pared.

-¡¿Kirky?! ¡Tu estupido cerebro solo sabe pensar tonterias!- murmure enfadado mientras fruncia el ceño y torcia mi boca, -Si me vuelves a llamar así, juro que te aviento y dejo que mueras del miedo solo..- amenaze mientras le fulminaba con la mirada.

-Soy escritor- finalmente respondí con algo de molestia, -¡Y no respondiste mi respuesta anterior!- refunfuñe al darme cuenta de lo anterior, -¿Y tú, en que trabajas?- alze una de mis grandes cejas un poco curioso, realmente no podría imaginarmelo como un burocrata, definitivamente era alguien que estuviera siempre metido en problemas. Rodé mis ojos nuevamente ante el pensamiento.

Me estremecí un poco al sentir como el joven se movía para sentirse mas cómodo. Eche una risita al escucharle refunfuñar, aunque paré la risa cuando amenazo con dejarme solo.

- Oh, lo siento –me disculpé al caer en cuenta que no le había respondido su pregunta. Creo que ignorarlo se me está haciendo costumbre- soy de Washington D.C –rasqué mi nuca con un poco de nervios.

Antes de responder a su otra pregunta, hice que mi cabeza quedara recargada en el pecho del inglés, me negaba a separarme de él.

- Soy detective, el mejor –presumí formando una gran sonrisa.- Me toca… -hora de mi turno, normalmente hubiera parloteado rápidamente, mas esta vez no sabía que decir exactamente.

Pensé en preguntar cual edad tenia, más creo saberla, digo, un detective afamado se da cuenta de todo, ¿no? Una idea cruzo mi mente: tal vez era buena hora de tocar el tema de aquel… beso.

Vacile unos instantes antes de atreverme a hablar, tal vez no era tan buena idea tocar el tema; quiero decir, ¿arruinar tan lindo momento? Pero por otro lado, estábamos en la situación perfecta: atrapados en un elevador en plena oscuridad.

Tomé una gran bocanada de aire.

- Artie… –empecé. Los nervios se estaba haciendo cada vez más presentes, sentía un extraño cosquilleo en el estomago, mis mejillas ardieron como tantas veces ya lo habían hecho desde que conocí a el escritor- y-yo… quería preguntarte… bueno… yo quería… -me sentí estúpido, parecía niñata de colegio enamorada con esa forma de hablar- Quería hablar de lo de ayer, del beso, quiero decir, ¿te molestó? –solté de golpe, casi atropellando todas las palabras por accidente.

Alcé un poco mi mirada, esperando poder ver la reacción del rubio, pero la oscuridad no me ayudaba mucho en mi tarea. Parpadeé unas cuantas veces tratando de adaptarme a la falta de luz. No tengo idea de donde agarré el valor y el coraje para poder mirarlo a la cara, aunque sin despegar mi rostro de su pecho, poniendo especial atención a escuchar sus latidos.

Reprimí un estremecimiento al sentirle recargarse en mi pecho, y sus rubios cabellos rozar brevemente mi rostro. Mordí mis labios en un intento de que ningún sonido saliera de ellos, mientras giraba mi rostro hacia un lado y pegandolo lo mas que podía contra la pared, seguramente ahora mis mejillas estaban mas que rojas pero estaba aun mas expuesto con su oído escuchando mis latidos, me tense momentaneamente tratando de que mis nervios no se vieran reflejados en el latir de mi corazon, que ahora me parecía un vil traicionero. Dificilmente escucher su respuesta, y aun ante mi estado, rodeé mis ojos ante el nivel de su egocentrismo.

Suspire resignado mientras esperaba su siguiente pregunta, que tardo demasiado para ser el rubio hiperactivo quién preguntaba -¡Dije que no me llamaras así!- murmure enfadado mas me sorprendi mas por el tono bajito, y debía decir, vergonzoso que tenía ahora el chico, alzé una ceja completamente intrigado mientras seguía escuchandole.

Y en tan solo dos segundos, todos mis esfuerzos fueron miseros ante el fuerte y rapido latir de mi corazón al escuchar su pregunta, además del ahora vivido tono rojizo en todo mi rostro y orejas, y como si fuera peor, el ojiazul parecía mirarme fijamente -..A-Ah..e-eso..- ahora ese tono vergonzoso tambien estaba en mi voz, sinceramente no sabia que decir, solo volteé hacia el mientras mi vista rehuía con mucha continuidad a la suya -..F-Fue ines-sperado..- murmure tartamudeante mientrás mis manos apretaban con fuerza la tela de mi pantalón, -N-No me.. des~agrado..- lo ultimo salio mas como un chillido vergonzoso mientras me sentía arder en fiebre.

Mas por un momento tome control sobre mi mente, dejandome ver lo estupido que había sido, posiblemente el chico solo quería burlarse o bromear conmigo, -¡Que estupidas preguntas haces! ¡Es claro que fue muy incomodo! ¡E-Es decir, un idiota al que acabo de conocer me beso y..!- comenzé a mentir con fervor, pero era claro en mi voz nerviosa, el que solo eran excusas tontas para olvidar lo dicho.

Los latidos de su corazón se aceleraron, podía escucharlos claramente. Quise saber si sus mejillas estarían tan coloradas como las mías, pero me quede paralizado al escuchar la frase “No me desagrado” entre murmullos y tartamudeos.

Sonreí por pura felicidad y dicha que me daban esas únicas tres palabras, más el encanto se vio roto por las siguientes palabras del rubio. No me molestaron en lo más mínimo, al fin y al cabo esa era la manera de ser del escritor.

Algo, y no estoy seguro que, me decía que las primeras palabras del ojiverde eran totalmente ciertas. Me hizo un poco de gracia ver como sus palabras se ahogaban en su boca, al no saber que otra excusa poner para borrar lo anterior, así que solo atine a posar uno de mis dedos sobre sus labios.

- Shhh, tranquilízate –dije tratando de mantener la calma de mis propias emociones que se desembocaban cada vez mas al compás con el ritmo de mi corazón- esta bien, no lo volveré a hacer, al menos que quieras –murmuré en voz baja y muy despacito.

Decidí que tal vez no era muy buena idea seguir con aquel tema. Moví un poco mi cabeza, acomodándome de una manera más cómoda en el pecho del angelito.

- Sigues tu de preguntar –le recordé, queriendo así hacer que Arthur se sintiera más cómodo o en confianza, para que la atmósfera fuera mas calida.

Una sonrisa boba se planto en los labios del estadounidense, haciendome sentir aun mas cohibido y sonrojado, y trabarme con mi lengua seguidamente en el intento de seguir dando excusas. Sentí uno de sus largos y delgados dedos sobre mis labios temblorosos, calmandome al parecer.

Mas tras lo dicho, solo parecía empeorar mi ritmo cardiaco, baje mi rostro viendo mi propio cuerpo, mientras las palabras anteriores se repetian en mi cabeza, ¿Al menos que quieras?... Enrojecí ante el pensamiento, ¡Yo jamás querría eso!, ¿Verdad..?

Trate de olvidarme del tema, pero una curiosidad innata me invadio despues de unos cuantos segundos, volteé totalmente decidido pero aun sonrojado hacia el rubio, -Y-Yo..- calle abruptamente al oirle de nuevo, logrando sacar una sonrisa de mí, ahora tenía una excusa para preguntar esto sin arriesgarme, -¿Porqué?- cuestione directa y fuertemente, -¿Porque me besaste?- completé mientras mi mirada ansiosa y curioso lo observaba fijamente

Su mirada acababa de volverse más ansiosa, por lo que podía notar a pesar de la oscuridad. Me pregunte por una fracción de segundo a que se debería esa mirada en el rubio, más cuando supe la razón, deseé no haberme enterado nunca.

Mis latidos aceleraron, si es que eso se podía a un mas. Sentí como si cada golpeteo se volvía más rudo que el anterior, haciendo que de cierta manera me doliera el pecho, haciéndome casi dificultoso el poder respirar. Estaba nervioso, muy, muy nervioso; no recuerdo cuando había sido la última vez que me había sentido así.

- Bueno… –tomé una gran bocanada de aire, estaba dispuesto a decirle lo que pensaba pero caí en la cuenta de que no era tan fácil como parecía.

Desvíe mi mirada de las orbes esmeraldas del otro, para posarla en el techo, pensando en las palabras adecuadas para lo que tenía que decir. Esto parecía una confesión… un minuto, ¿y si esto sí es una confesión? ¿Qué pensara el de mí? ¡Si acabamos de conocernos! Me tomara por loco, me tachara de pervertido, no sé. No querrá verme nunca más.

Pero al contrario, no quería quedarme con la duda de que hubiera pasado si se lo hubiera dicho. Estaba en un dilema total.

Después de unos ratos de silencio, aclaré mi voz y empecé con mi discurso.

- Es que tú tienes… un no sé qué, que me provoca un qué se yo… –Ok, definitivamente esto había sobrepasado el límite de cosas estúpidas que puedo llegar a decir. Agité mi cabeza de un lado a otro, como si eso pudiera borrar lo que acababa de decir- no lo digo a mala manera, –me excuse antes de que me regañara o se sintiera mal lo dicho por mí anteriormente.

Mi vista se volvió a posar en la del inglés, buscando su mirada.

- Desde la primera vez que te vi, me dio una sensación extraña, quiero decir, de repente deseé poder conocerte, saber más sobre ti… Luego pasó lo de la playa –reí un poco al recordar como jugábamos con las olas- simplemente me di cuenta de que no quería separarme de ti… y bueno, me encariñé contigo –termine diciendo con la sinceridad inundando mi voz. Me encogí de hombros, eso ultimo no había planeado decirlo; simplemente salió.

Caí en cuenta de que mis palabras eran verdaderas, no lo había pensado antes, pero era verdad, me había encariñado con el rubio… y demasiado.