Suite Kirkland -100-

Aprete con fuerza la tela de mi pantalon, ante las ansias de una respuesta. Por un momento me arrepentí de haber formulado esa estupida y vergonzosa pregunta, y tuve un fuerte impulso de huir, que habría ganado si pudiera si acaso hacerlo.

Me pegué lo mas que pude contra la pared, mientras cerraba mis ojos esperando lo peor, asi dificilmente seria sorprendido o lastimado... Aunque dudaba de la confiabilidad de eso.

Le vi dudar momentaneamente, mas cuando respondio, de una manera tan abstracta e idiota que solo podía definir como suya. Rode mis ojos mientras apretaba mis labios, yo me estaba tomando tan en serio esto, y el solo parecía jugar como siempre.

Mas lo que vino despues, acallo mis criticas para ser remplazado, por el sonrojo en mis mejilas y mi boca que se abria y cerraba, al no saber que decir. Simplemente, no sabia como describir a ese..Idiota Encantador.

Sus palabras me hicieron feliz, pero a la vez, me dejaron caer abruptamente. El se habia encariñado, no había dicho nada de enamorarse o gustar de mi, todo eso era solo producto de mi estupida imaginacion. Sonreí dulcemente, tan conmovido por esas palabras y a la vez herido profundamente.

-Yo tambien me encariñe contigo- murmure aun con esa sonrisa tan dulce y verdadera, mas seguramente con una sombra de vacio en mis ojos que agradecia no podia ver ahora el chico, -M-Mas ese beso no fue la forma correcta de expresarlo,- le regañe nervioso mientras subia una mano a sus cabellos y los despeinaba ligeramente, ahora que comprendia todo, podia ver que ese beso solo era una forma de mostrar cariño, nada de amor en especial -Asi que mas vale que no lo vuelvas a hacer.- le regañe suavemente mientras pokeaba su frente y volvía a sonreir.

Creí oir el crujido de algo en mi interior, mas le ignore sonriendo aun con mas ganas, tratando de corresponder el mismo cariño que Alfred me tenía. Uno tan especial que no necesitaba lazos de sangre, para sentirnos como familia. Si, un cariño fraternal.

Alfred era mi pequeño hermanito...

El replicar de las luces me sorprendio, haciendome parpadear tratando de acostumbrarme a la luz que rodeo el lugar. Mientras me deslumbraba un poco, creí oír un pequeño rechinido, proveniente de arriba, para despues un breve temblor zarandearme hacia adelenta, cayendo sobre el pecho de Alfred, cambiando un poco de posición.

-¿Que pa..?- abri mis ojos con sorpresa, mientras notaba como el elevador comenzaba a moverse con normalidad, retomando su camino hacia el primer piso, -Gracias a Dios..- murmure dirigiendo mi vista hacia el americano, haciendome notar la cercania causada por el zarandeo anterior. Enrojecí con rapidez, mientras me levantaba y sacudia mi ropa evitando el contacto directo con sus ojos.

Solo, mi hermano. Solo eso.

Cerré mis ojos, para poder sentir mejor las caricias del rubio sobre mi cabeza, me parecían agradables. No entendía bien sus anteriores palabras, ¿forma correcta de expresarlo? ¿Acaso me había entendido mal? Probablemente sí, tal vez él no ve que el cariño que le tengo, no es como debería de ser.

Estaba dispuesto a aclarar las cosas, cuando un chirrido hizo que volviera a abrir mis ojos con sorpresa. El elevador estaba volviendo a funcionar, pude darme cuenta cuando empezó a sentirse movimiento dentro de este, y el marcador de números avisaba que seguía bajando hasta el primer piso.

Pero ese no era el detalle que me tenia inquieto, era más bien que cierto ojiverde se encontraba sobre mí en una posición un tanto prometedora. Enrojecí de pies a cabeza, y rogué por que el inglés no lo viera, ya que ahora había luz.

Y no fue así, de hecho el parecía estar huyendo de mi mirada. Sonreía levemente con una dulzura que me enterneció, mas su semblante en si parecía algo decaído, triste. Borré mi misma sonrisa del rostro, para voltear y ver como las puertas se abrían levemente…

…Las cerré de nuevo picándole a un botón.

Mi dedo se dirigió a otro botón en específico, al del piso más alto. Me recargue contra la pared que estaba a un lado de todo aquel panel lleno de botones que rezaban los diferentes números de los pisos, miré como el elevador ascendía piso por piso. Me quite los lentes para tallar mis ojos con el dorso de mi brazo, ya que estaban húmedos… ¡era por la luz, no por el miedo!

- Me toca preguntar –dije naturalmente, como si no hubiera hecho nada que implicara mantener a Arthur encerrado más tiempo conmigo en aquel sagrado elevador- ¿Por qué dices que el beso no fue la forma correcta de expresarlo? –pregunté directamente mirando a el rubio, esperando con ahínco que me devolviera la mirada.- que yo sea americano no quiere decir que ando por todos lados besando gente... –añadí.

Ladeé la cabeza un poco, me estaba impacientando de esperar respuesta por parte del otro... me puse a mirar a la puerta y a el inglés alternativamente; hasta que una idea se me ocurrió. Hicé que mi espalda quedará contra la puerta, ya que, conociendo al angelito, es capaz de tratar de escapar. Con mi diestra bloqueé el panel de botones, no dejaría que se fuera.

Mantuve toda mi atención sobre el, expectante por una respuesta, con el semblante serio, pero curioso a la vez.

Estaba preparado para salir, cuando Alfred se atraveso, y pulso el boton del ultimo piso. Abrí mis ojos de sobremanera un tanto sorprendido ante su acto, -¿Que estas haciendo?- pregunte confundido mientras le veía deshacerse de sus lentes para tallar sus ojos, cosa que agradecí, ya que mis mejillas se habian teñido de un suave rosa y mis labios se habian resecado ligeramente ante la ensoñacion que me invadio.

Sin lentes, era mas que sexy... ¡Solo un hermano, Kirkland!

Su pregunta me tomo desprevenido, y mas aun su comentario final, realmente no lograba entender nada. ¿Si no era eso, entonces qué..?

Acallé una pequeña vocecilla esperanzada e ilusionada tontamente dentro de mi cabeza, y trate de pensar con normalidad.. cosa que fallo totalmente. El rosa en mis mejillas volvio a aparecer, totalmente a la vista del americano gracias a la luz.

¡De verdad que no entendía nada!

Me volví hacia la puerta con la intención de huir, pero de un rapido el movimiento, el rubio habia bloqueado la puerta y el panel de botones. Pude sentir mi pupila temblar y mis labios cerrarse tal cual pez, totalmente nervioso y con el panico a flor de piel.

-¡B-Besar a alguien tie-ene m-muchas consecu~encias!- exclame un poco tartamudeante e iracundo, -¡Un niño como tu no podría entenderlo!- aprete mis labios con frustración, sin entenderle, entenderme o entender la situación, -E-El porq-que no tiene sentido, s-solo es n-no, ¡y ya!- me escabullí a la pregunta mientras mis ojos buscaban con desperacion una forma de escapar o si quiera esquivarle.

Doblé mis lentes para después guardarlos en uno de los bolsillos de mi pantalón de mezclilla, no creía tener que usarlos en este momento. Escuché con atención todas y cada una de las palabras que decía en inglés. Parecía nervioso, tal vez tanto como yo lo estaba hace unos momentos.

Sonreí agradado, el chico estaba sonrojado, con una mueca que lo hacía ver extremadamente lindo. Tenía un impulso de ir y estrujarlo entre mis brazos, más me contuve limitándome a mirarlo con intensidad.

- ¿Un niño, como yo? – mi sonrisa pasó de ser alegre, a traviesa- no sé a qué te refieres, pero tu respuesta no me explica nada –dejé mi posición para acercarme al rubio.

Hice que retrocediera hasta que su espalda topara con la pared, posé mis brazos a los lados de su cabeza, acorralando así al inglés. Incliné mi cabeza, para poder quedar más cerca del rostro del otro, buscando como de costumbre, sus orbes esmeraldas.

- Explícame, porque no entiendo –susurre despacio, pero con desesperación. Quería que me explicara, pero no solo la respuesta, si no todo, mis sentimientos por él, sus sentimientos por mí, ¿Cómo iba a ser nuestra relación a partir de aquel beso? Necesitaba respuestas.

Por un momento deje de mirar sus ojos, para fijarme en sus labios. Aquellos dulces labios que hacia menos de veinticuatro horas había pobrado y me había deleitado con su calidez tan propia. Unas terribles ganas de volverme poseedor de sus labios me invadieron.

Mi pulso se acelero con tanta rapidez, que creía que ya no podría respirar, mas aun asi trate de no demostrarlo, aun con todo lo pasado, era orgulloso eso era claro, -¡N-No ocupo e-explicar nada!- chille mientras le veía acercarse a mí. Di inconscientemente unos pasos hacia atras, y en menos de un segundo, sentí chocar mi espalda contra la pared.

Ahogué un gemido al verle posar cada uno de sus brazos al lado de mi cabeza, y su rostro acercarse al mio peligrosamente, me tense notoriamente al tener sus ojos fijos en los mios, los cuales seguramente eran acompañados por un gran sonrojo en mis mejillas -..D-Dej..- me interrumpio con su voz mas grave y lenta de lo normal, y finalmente perdí el control de mi respiracion. Mi pecho subia y bajaba con tanta frecuencia mientras mis labios se entreabrian buscando aun mas aire que mi nariz no podía administrar con rapidez.

Con mi respiracion irregular, el rosa de mis mejillas, se volvio un rojo brillante, volviendome seguramente una esferita de navidad. Cerre mis ojos con fuerza mientras trataba de agarrar fuerzas para empujarle, mas lo unico que pudieron hacer mis manos fue posarse sobre su pecho y ceñirse con fuerza su chaqueta.

-J-Jones.. dej-ame ir..- suplique por primera vez en mi vida, mas al darme cuenta que no tenía respuesta, mi gran y testaruda cabezota entendio que no seria libre a menos que contestara, -N-No fue correcta p-porque..- inhale con fuerza tratando de tranquilizarme, mas el peculiar olor del americano invadio mis fosas nasales, haciendome perder la poca cordura con la que contaba, -¡P-Porque l-los hermanos no se b-besan!- chille totalmente nervioso sin darme cuenta que había soltado la estupidez que usaba de pretexto para no ilusionarme con él.

Me di cuenta de mis actos tras unos segundos, y mi pecho fue golpeado dolorosamente por mi corazón, me encogí en mi lugar al sentirme tan desprotegido, -E-Es dec-ir.. t-tu eres c-como un hermano m-menor para mí..- trate de arreglar con mi voz, que ahora sonaba patetica y lastimera.

Lo escrutaba con la mirada, no se me perdía ni un detalle del lindo rostro de angelito que tenia aquel inglés. Sus mejillas de ser rosadas, pasaron a un rojo más intenso y ni que decir de su respiración, totalmente descontrolada.

Sentí mis ojos nublarse. Eh de admitir que no era la primera vez que esto era causa por un sentimiento que yo describiría como de… deseo. Inspiré grandemente, reuniendo todo mi autocontrol disponible, para no hacer nada indebido.

Aquel cosquilleo extraño en mi estomago, se fue tan rápido como vinieron las palabras del inglés. Aquellas palabras que, como chuchillos afilados, habían hecho que mi corazón se estremeciera de dolor.

El solo me veía como un hermano. Solo sentía un amor fraternal hacia mí, y eso me dolía. Y entonces lo entendí, mejor que si el rubio me lo hubiera explicado con palabras, ese dolor no venia por nada. Para que mentir, me había enamorado de él, pero mi amor no era correspondido, al menos no en ese modo.

Fui incapaz de responderle un “¡Esta bien, seamos hermanos!” o algo parecido, algo que animara el comentario del escritor. Pero es que no podía decirlo, un nudo en la garganta me lo impedía.

Bajé la mirada para que no pudiera observar mi rostro, no, para que no pudiera ver la mueca de dolor que se había posado en el. Tomé una gran bocanada de aire, tratando de calmarme, no debía mostrarme débil, las cosas no estaban perdidas del todo, aun podíamos ser hermanos.

Me obligué a levantar el rostro cuando las puertas del ascensor se abrieron de par en par, las miré con fijeza solo viendo un largo y vacío pasillo. Luego me aparte del inglés, abriéndole paso. No hice ningún movimiento que indicaba que saldría, al contrario, me quede estático a un lado del pequeño ángel; esperanzado con que este saliera primero. Deseé estar a solas, me encontraba algo aturdido.

Desvié mi mirada, evitando a toda costa la del chico. Tengo que actuar natural...

- Escuché esta mañana, que habrá una fiesta –hice una pequeña pausa, tratando de recuperar el tono infantil que tanto me caracterizaba- ¡deberíamos ir juntos! –formé una sonrisa, pero estoy casi seguro que me salió mas retorcida que alegre.

Metí mi diestra a mi bolsillo, sacando mis lentes, para así poder posarlos delante de mis ojos; esperanzado de que ocultaran la mirada que se asomaba por mis ojos. Una mirada de decepción, o tal vez tristeza o quizás de lastima, por mí mismo.

Me sorprendio que el chico no me respondiera con alguna de sus idioteces o algo parecido, y aun mas el hecho del silencio que reino en el elevador, desde que le había conocido jamás se habia quedado callado aun cuando yo mas lo deseara. Debio haberse dado cuenta de las tonterias que pensaba, agradecí que bajara su mirada, ya que mis ojos se estaban volviendo un poco acuosos ante el sentimiento de no poder hacer nada.

¡Eres un idiota! Tu segundo nombre es idiota, oh si, ¡Arthur Idiota Kirkland!, me reprendi mentalmente mientras luchaba con todas mis fuerzas por retener las lagrimas.

Las puertas se abrieron tras nosotros, dando paso a un pasillo que indentifique enseguida como el mio, ¿Cuando habia el seleccionado mi piso?. Note como se alejaba de mi, dejandome totalmente libre, o mas bien, evitandome.

Otra vez esa punzada dio justa y certera en mi pecho, ahogando mas mis ojos en ese liquido abundante proveniente de mi. Con mi vista borrosa, salí del elevador con toda la intención de huir de ahí. Mas su voz me hizo parar en seco, ¿Ir juntos?

Con todo el autocontrol que tenía, me di la vuelta y forme una gran sonrisa, -Claro, te veo ahi- comente con un tono alegre y amable, que calaba dolorosamente en mi garganta.

Y entonces, las puertas se cerraron. Por un momento pense que iba a caer en el suelo, asi que me recargue en la pared, ocultando mi mirada bajo el flequillo, un pequeño sollozo salio de mis labios sorprendiendo, y devolviendome a la realidad, notando como mis mejillas estaban empapadas por lagrimas.

Restregué mis manos sobre mi rostro limpiendo todo rastro de aquellas lagrimas traicioneras, y me dirgi hacia las escaleras, con una decision en mi mente.

Ir por un trago.

Off~

Las puertas del ascensor se abrieron. Salí con cuidado de no golpear la cabeza de Arthur con una de ellas. Cuando dejamos el bar, decidí que no quería subir todas las escaleras con el inglés en brazos, cargandolo como princesa -reí ante la ocurrencia-; y no es porque me cansara, no, si fuerza me sobra. Subí por el elevador para no tardar tanto en llegar a la habitación 100 de este mismo piso.

El angelito en mis brazos se veía cada vez más peor y el sonrojo en sus mejillas aumentaba. Me llegue a preguntar si no le estaría dando fiebre, espero que no.

- Solo a ti se te ocurre emborracharte antes de la fiesta –susurré sin saber si seria escuchado o no. Tampoco es como si me importara.

Cuando llegué frente a la puerta, me di cuenta de que no tenía la llave para entrar, así que no tuve más opción que registrar los bolsillos del ojiverde. Por fin encontré la adorada tarjeta, la cual deslicé por donde debía de, abriendo la puerta. Entré rápidamente y la cerré, asegurándome que estuviera bien cerrada.

Me volví hacia los adentros de aquel lugar, y me pregunté qué debería hacer ahora. Puse al rubiecito en su cama, deseando que se mantuviera quieto por lo menos diez minutos. Me fijé en mi reloj de mano, notando que ya pronto seria la fiesta del Eden. Miré ahora al denominado escritor, su estado era deplorable, necesitaba una ducha.

Di unos cuantos pasos para llegar a lo que me parecía el closet, miré de reojo al inglés, para asegurarme que se encontraba bien en la cama, después volví mi vista al armario y vi una maleta. Era su maleta. Tal vez el servicio a cuarto la había traído cuando se dio cuenta que aun no íbamos por ella.

Revolví su ropa, por segunda vez desde que nos habíamos conocido, y saqué las prendas que me parecieron exageradamente elegantes. Todo lo que tenia Arthie en su maleta era elegante, a excepción de unas cuantas cosas, así que por eso agarre lo más exagerado, y lo que pensé que se le vería bien.

- Ten, deberías tomar una ducha, dentro de poco comienza la fiesta –le dije colocándole la ropa a un lado del.- te espero justo aquí –señalé una sillita que se encontraba cerca de nosotros.

Lo miré expectante, esperando que agarrara su ropa y se fuera a tomar una ducha.

Era llevado en brazos desde el bar, lo que al principio me incomodo e hizo que pataleara y quejara, ahora me agradaba, acomodandome contra el pecho del americano y disfrutando de su calor corporal. Suspire mientrás entrecerraba mis ojos cansado, -¡H-Hey, Stella, hip, baja de ahi!- murmure molesto al ver a la pequeña hadita que me habia encontrado en el bar, sobre el hombro de Alfred y observandolo embobada, un sentimiento de enojo me invadio y me aferre mas a Alfred, abrazandolo nuevamente por el cuello, y de paso, tirando al hada de su hombro. Ahora si era el colmo, estaba celoso de un hada.

Sentí como Alfred rebuscaba algo entre mis bolsillos, haciendome suspirar queda y bajamente, el alcohol no habia hecho solo estragos con mi cerebro si no que tambien me habia hecho mas suceptible a los rozes del otro. Agradecí el hecho de que no lo notara, y nos hiciera entrar en la habitacion. Cuando me deposito sobre la cama, me gire abrazando una almohada, como si quisiera que el calor del cuerpo del otro no se desprendiera del mio.

Me estaba quedando dormido, cuando oí la voz de Alfred. ¿Baño?.. Ah si.. Baño..

Mi adormilada y ebria mente me hizo levantarme de la cama, y desabrochar lentamente cada uno de los botones de la camisa, para finalmente dejarla deslizarse por mis hombros y caer al suelo. Me deshize torpemente de mi cinturon, y lo lanze a hacia atrás, se oyo el ruido de algo romperse, asi que me gire y vi mi lampara totalmente rota en el suelo. Me encogí de hombros, para despues deshacerme de mis zapatos, mientras desabrochaba mi pantalon, y cuando ambos zapatos estuvieron fuera, los baje. Todo esto lo hize sin inmutarme, a pesar de que el americano estaba frente a mi con una expresion tan conocida como extraña para mi. Tome el elastico de mi boxer, decidido a bajarlo.

Estaba sentado en la silla, concentrado en otra cosa como que el hedor a alcohol me estaba empezando a molestar y mi garganta empezaba a dolerme más, cada vez que pasaba saliva, me ardía. Pero estoy seguro que no me ardía más de lo que lo hacían mis mejillas al recordar aquel beso en el bar. Definitivamente habíamos pasado los límites. Agradecí en cierto modo que el inglés estuviera ebrio, así tuve la oportunidad de degustar una vez más de sus dulces labios… pero no me bastaba, algo en mi quería más, y no solo sus labios…

Agité la cabeza a ambos lados tratando distraerme, cosa que logré al escuchar un estruendo. Volví la vista para ver de dónde venía y note que una lámpara estaba destruida por culpa de un… ¿cinturón? Hice que mis ojos azulados se fijaran en el inglés.

Oh Fuck.

¡¿Qué rayos hacia el tipo desvestido!? El rojo ya no era solo parte de mis mejillas, sino de todo mi rostro. Encima, para acabar de ponerme más difícil la situación, el tipo estaba tomando la gomilla de sus bóxer; listo para deshacerse de ellos.

- E-Espera –tartamudeé sintiéndome estúpido por esto. Era increíble el poder que podía tener aquel rubio sobre mi- no tienes porque hacerlo aquí –sabía que me escuchaba, mas no estaba seguro si me entendía.

Suspire, borrando todos aquellos pensamientos indebidos que se habían agolpado en mi mente con rapidez. Cuantas posibilidades tenia ahora mismo de…

- Vamos, te ayudo a llegar al baño –tomé su brazo con delicadeza, sintiendo como el simple contacto con su piel me quemaba. Deseé poder abrazarlo con fuerza, o cargarlo de nuevo. Pero me contuve. Lo guíe hasta llegar al baño, donde yo una vez había estado limpiándome sangre de la nariz por una situación que no puede ser más vergonzosa que esta. Abrí el grifo de agua dejando salir agua de este. Espere a que la bañera se llenara con una temperatura adecuada para el inglés.

- ¿Dónde tienes el champú? –murmure dándome la vuelta para buscar en un estante que estaba allí cerca del lavabo, esperando encontrar lo que buscaba, ya que sabía que Arthur no lo encontraría por cuenta propia.

Volteé hacia Alfred cuando le escuche hablar, dejando nuevamente mi boxer en su lugar, -¿Ah, no..?- pregunte un tanto adormilado, mi sentido común estaba ausente y no volveria a aparecer al menos en este momento. Me deje guiar por Alfred hacia el baño, mientras me deshacia de mis calcetines en el camino.

Mire como la bañera se llenaba de agua, y no pude evitar acercarme a ver mi reflejo, reí tontamente como si se tratara de un juego, me recargue sobre la tina y por culpa de mi ebriedad y torpes movimientos, caí al agua, ocasionando que esta brotara con fuerza y un "splash" resonara en la habitacion. Solte unas cuantas burbujitas de aire con mi boca, mientras sentía como el agua entraba por mi garganta y nariz, tocí ahogandome por segunda vez desde que conocia el rubio.

Maldecía por lo bajo revolviendo todo –como era de costumbre- en el estante donde se suponía que debería estar el champú. ¡Maldito! insulté al objeto en mi mente mientras seguía buscando. Estaba por darme por vencido cuando vi un botecito que me llamo la atención, ¡lo había encontrado!

Justo lo acababa de tomar entre mis manos cuando resonó un “¡Slpash!” en todo el cuarto del baño. Me giré sorprendido –jamás admitiría que me había espantado- para encontrarme con el inglés patas arriba. Pensé que por instinto común el tipo de saldría de la bañera, pero al no ver movimiento alguno, recordé que por lo ebrio que estaba, seguramente se le había olvidado cómo moverse.

En un movimiento rápido lo tomé por los hombros sacándolo del agua, para después palmear su espalda hasta que expulsará todo el líquido que había tragado. Suspire. Creo que Arthie no sería capaz de tomarse una ducha por sí mismo, así que, reuniendo todo mi valor y autocontrol, me decidí a hacerlo yo mismo. ¡Pero solo lo haría por que nos quedaba poco tiempo!

Con el nerviosismo bien marcado en el rostro, tomé la gomilla del bóxer de mi acompañante y la deslicé hacia abajo, desviando mi mirada a otro punto de la habitación, pero no pude evitar, mirar de reojo hacia el inglés. Solté una carcajada.

- ¡Já, tu trasero es diminuto! –grité incapaz de contener la risa que me ahogaba en ese momento.

Solo hasta que pude calmarme, reinicié mi tarea de bañar al pequeño rubio. Hice que se sentará en la bañera, luego, rápidamente, fui por el champú y el jabón. Dude por unos segundos, sin saber cómo empezar. Nunca antes había lavado a una persona, ni si quiera un niño o un bebé, así que no estaba experimentado. Le miré fijamente, hasta que decidí empezar por su cabello. Me arrodillé a un lado de la bañera.

Escupí el agua de mis pulmones cuando logre salir del agua, o mas bien, cuando Alfred me saco del agua. Docilmente deje que se deshiciera de mi ropa interior, mas un poco de lucidez volvio en mi cuando escuche sus fuertes risotadas, -¡I-Idiota!- chille molesto mas dificilmente me pude resistir cuando me acomodo en la bañera, sumergi la mitad de mi rostro sonrojado y molesto mientras le veía pasearse por el cuarto en busca de algo.

Finalmente le vi encontrar el jabon y el champú, y mirarme tras unos segundos que se me hicieron eternos, murmure un par de maldiciones que se volvieron pequeñas burbujas bajo el agua. Me endereze al verle incarse junto a la bañera, -..Ne.. Alfded..- murmure mientras reposaba mis dos manos y mi barbilla en el borde la tina, -M-Metete, hip, conmigo~o- canturrie lo ultimo con tono chillon, era claro que el alcohol aun no se me había bajado, -¡S-Si no, hip, n-no tomar~e una, hip, ducha!- murmure decidido mientras me levantaba con sorprendente rapidez a pesar de mi estado de ebriedad, salpicando de paso al rubio, y dejando mi cuerpo al aire.

El champú estaba a punto de caer sobre mi mano gracias a la presión que ejercía sobre el botecito, pero antes de que esto ocurriera, el pequeño rubiecito me propuso que me metiera con él. Lo miré con estupefacción bien marcada en el rostro.

- ¿Q-Que? ¡No! –respondí automáticamente sintiendo el tan conocido ardor en mis mejillas subir. Me puse de pie al igual que él, ignorando las pequeñas gotas de agua que ahora me salpicaban- No haré tal cosa, ahora vuelve a meter a la tina y deja que te bañe –ordené, con voz calmada pero nerviosa.

Al no ver reacción o intención del otro de volverse a donde estaba, me vi obligado a cumplir su capricho. Me consolaba el hecho de que probablemente no se acordaría de nada cuando se le pasara el efecto de alcohol. Desvié mis ojos hacia otro punto, mientras una de mis manos se deshacía de la corbata, la cual avente hacia atrás. Ya la recogería más tarde.

Con mi saco pasó lo mismo, me lo quité y lo avente. Desabotone rápidamente mi camisa, después los pantalones, calcetines, todo. Mi ropa termino en algún extremo del baño. Con cuidado, me metí a la tina, a tomando por los hombros al inglés, para que se sentara dándome la espalda.

Logré alcanzar con mi mano el champú, para luego por fin posarlo en mis manos y empezar a frotarlo contra la rubia cabellera de mi ebrio acompañante. Me concentré en que su cabello quedará bien lavado, solo para no acordarme del hecho de que yo me encontraba en una tina, desnudo, con un ebrio, del cual estaba enamorado.

Volví a pensar en cuantas oportunidades tenía, pero logre contenerme nuevamente, distrayéndome esta vez con su curioso tatuaje de alas que tenía en cada uno de sus omoplatos. A pesar de que eran tatuajes o algo parecido –depende con que magia lo habían hecho los ángeles- las alitas daban un aire de ser suaves, plumosas. Sentí curiosidad.

Hice que mi pulgar repasara aquella zona donde había un ala, en el omoplato derecho. Moví el dedo en movimientos parecidos a los de un abanico, repasando el lugar una y otra vez, frotándolo.

Me deje caer sobre el agua al verle porfin desistir, sonrei infantilmente mientras le observaba desde el borde un tanto curioso y deshinibido. Oculte mi rostro sonrojado bajo el agua tras verle deshacerse de su camisa, aun ebrio, ese mocoso seguía provocando extraños sentimientos en mí.

Salí de agua pero esta vez dandole la espalda, mientras jugaba con el agua, haciendo saltar pequeños chorros con mis manos, -¡ahaha alfded~ hip, el agua es taaaaa~an, hip, bonita!- reí tontamente al sentirle tomar mis hombros, gire mi rostro mientras le daba una sonrisa que podria ser calificada como inocentona y dulce, y porque no, angelical. Me acomode como me ordeno, y disfrute de las suaves caricias en mi cabello mientras seguia jugando con el agua, haciendo chapuzitos y pequeñas burbujas con mi boca bajo el agua, subiendo nuevamente para hacer saltar el agua y soltar pequeñas risotadas.

Y de la nada, una fuerte, incomoda y a la vez placentera sensación se instalo en la parte baja de mi estomago, enrojecí de sobremanera y mi respiración se acelero junto al golpeteo de mi corazón, que desconocía este sentimiento mas parecía aceptarlo de muy buena gana. Me tense notoriamente al sentir incrementarse aquella sensacion, cayendo en cuenta que estaba totalmente conectado con los movimientos que el americano ejercía sobre mi espalda, o mas exactamente, sobre una de mis alas.

Un gemido involuntario salio de mi boca, mientras sentía mis ojos llenarse de lagrimas, mas era tan diferente la causa a las otras veces, la presion en mi vientre crecio, estremeciendome de sobremanera- A-Alfd.. A-ah.. p-para..- gemí esta vez mas fuerte, haciendolo audible para el rubio. Volteé hacia el mirandole suplicante, mas el estupido sonrojo en mis mejillas y mis ojos acuosos, parecian contradecirme completamente.

Detuve los movimientos y contuve la respiración al escuchar cierto sonidito salir de la dulce boquita del inglés. ¿Eso fue un… gemido? Mi vista se posó en la de él, quien me miraba suplicante pero con ojos acuosos. Me pregunté si esto sería causa de otro de sus berrinches por su ebriedad.

Analicé su rostro, sus exquisitos rasgos, parecía tan delicado y sus grandes ojos, que me daban la impresión de que me hipnotizaban cada vez que los veía. Ese sonrojo acababa de complementar la perfección del angelito. No lo resistí, quería escuchar más.

Incliné mi cuerpo, dejando mi rostro a la altura de su espalda, suspire cerrando los ojos, dejándome llevar por lo que sentía. Rocé con mis labios su omoplato, justo donde estaba la ala de ángel; pero eso fue solo el principio, ya que después mi lengua repasaba una y otra vez aquel punto. Una de mis manos salió de la bañera, para buscar el tan preciado jabón que, una vez en mi poder, utilicé para tallarlo en el torso del inglés, limpiándolo pero en cierto modo acariciándolo, acompañando al trabajo que hacia mi lengua en la espalda del rubiecito.

- Arthur… –logré suspirar en el pequeño instante que separaba un poco mis labios de su espalda, pero solo por un momento, porque después seguí haciendo que mi lengua jugara con aquella extensión de piel que tenia tatuada una ala, que no se que tendría porque el simple tacto con esta hacia estremecer al pequeño cejudo que tenía enfrente de mí, retorciéndose, algo que me agradaba.

Respire con fuerza en cuanto sentí que paro, llevando todo el oxígeno que podía a mis pulmones y a mi cerebro, regresandome un poco de la cordura que tenía, mas el alivio fue solo momentaneo, porque nuevamente me estremecí al sentir los labios helados del americano sobre mi espalda, la cual se arqueo a consecuencia, -..A-Aah.. N-Nno..- gemí vergonzosamente mientras mis piernas se doblaban inconscientemente, hacia dentro, haciendome notar un pequeño y nuevo problema en mi entrepierna. El sonrojo de mi rostro se incremento de sobre manera ante el hecho, totalmente vergonzoso para mí, -¡A-Aah.. hnn.. Alfre-ed!- gemí con fuerza al sentir su lengua remplazar sus labios, acariciando placenteramente una de mis alas. Y si eso no fuera de por sí malo, el americano llevo el jabón a mi pecho, que acompañado de sus manos se deslizaron por todo mi torso, haciendo mas notorio los escalofrios que recorrian todo mi cuerpo.

-P-Porfa.. A-Ah.. v-vor.. Pa~Aara..- suplique con tonos altibajos complementados con fuertes gemidos que seguian escapando de mi boca, suspire fuertemente al sentirse separarse de mi un poco, mas otro estremecimiento me recorrio, y esta vez por motivos diferentes, la voz del americano susurrando mi nombre resono por la habitacion, idiotizando aun mas mis sentidos. Y reaccionando con mayor avidez, en cierta parte baja que ya se encontraba mas que despierta.

Me retorcí fuertemente, mientras apretaba los dedos de mis pies con fuerza, las sensaciones eran tan nuevas, pero a la vez tan placenteras. Y entonces, en tan solo unos pequeños segundos, pase de tensarme fuertemente a soltar todo mi cuerpo acompañado de un gran gemido. Una fuerte presion se librero desde mi vientre, sintiendo al calido entre mis piernas. Mire hacia abajo y vi como un viscoso liquido blanco se deshacia en el agua.

Lamía una y otra vez, extasiándome por los gemidos del otro, haciéndome desear más. Acelere el ritmo, haciendo las lamidas más frenéticas cada vez, sintiendo al inglés temblar, estremecerse, gemir. Seguía haciendo lo mismo, con más fuerza cada vez, hasta que algo me trajo de vuelta a la realidad. Me detuve. Alcé mi rostro, buscando la mirada del otro, pude ver que la dirigía hacia sus propias piernas en el agua, por donde se desvanecía un líquido blanco.

No puede ser…

Me sentí repentinamente avergonzado, es como si hubiera abusado completamente de un ebrio. La respiración del angelito estaba entrecortada, así que volví a masajear el champú en su cabeza, tratando de calmarlo a él, y de paso, calmarme a mí mismo. Volví con mi tarea de ducharlo.

Una enorme preocupación me embargo, de mi mente no se borraban aquellos dulces y en cierto modo tímidos gemidos. Mi vista se estaba nublando, quise convencerme que solo era por el jabón, agua, lo que fuera.

Cuando terminé de bañarlo, me envolví una toalla en mi cadera, mientras con otra arropaba al rubiecito inglés, que parecía un poco agitado. Y como no, después de lo que había hecho. Pero, al cabo de esto, aún no lograba entender porque cualquier tipo de tacto con sus alas hacía que reaccionara de tal manera. Mejor deje de lado aquel tema, ya lo analizaría más tarde.

Tomé al inglés entre mis brazos para llevarlo a su habitación, donde lo deposite sobre la cama, después de eso fui a buscar su ropa, elegí unas pijamas para que se sintiera cómodo para dormir. Lo vestí con mucho cuidado, después lo cubrí con las sabanas y acomode sus almohadas. Posteriormente me fui a vestir con el traje que momentos antes me había quitado. Cuando ya estaba listo, volví a donde estaba Arthur, me senté a una orilla de la gran cama. Al final termine recostándome en la misma orilla, dándole la espalda, incapaz de verlo. Estaba avergonzado, no podía darle la cara.

Pero, sin poder evitarlo, me volví para poder verlo a la cara y rápidamente, para evitar de luego arrepentirme, besé una de sus mejillas.

- I Love You, Arthie –murmuré, sabiendo –o creyendo- que no podría escucharme. Respire hondo, cerré mis ojos lentamente y termine por quedarme medio dormido a un lado del inglés.

El cuarto de baño se lleno de un incomodo silencio que solo era cortado por mi agitada respiración que no parecía llenar todo el aire que mis pulmones habia perdido gracias a ese esfuerzo. Mi raciocinio aun era poco por culpa de las cantidades industriales de alcohol que habia introducido a mi cuerpo -sin mencionar la poca resistencia que tenía a este liquido- pero aun así, todo el oxígeno que había respirado y llegado hasta mi cerebro, iban haciendo que cada vez más, recuperara mi lucidez.

Docil y sumisamente deje que el menor hiciera lo que quisiera conmigo, mientras yo seguía un tanto intranquilo y a la vez ido, probablemente señales de que iba recuperando mi cordura. Me volví un pequeño ovillo sobre la cama al verle alejarse, y cerre mis ojos lenta y cansadamente, buscando el sueño. Estuve a punto de dejarme llevar por morfeo, cuando sentí un pequeño roze helado en mis mejillas, suspire quedamenta al saber de quien se trataba. Aun no podía entender, como alguien como el tenía un tacto y labios tan helados, aun cuando era tan..

Dulce..

Enrojecí levemente ante la declaracion hecha, y agradecí el hecho de estar de espaldas hacia el. Permanecí en silencio, esperando oir algo, mas tras unos segundos, lo unico que pude escuchar fue el tranquilo respirar del americano que le delataba dormido. Me giré hacia el lentamente y observe sus facciones con parmisonia y un poco de idiotez. Incosncientemente, sabía que poco recordaria de este día, asi que estire mis brazos hasta abrazarle por la espalda, enterre mi rostro en su pecho y me deje adormilar con cada suave y profundo latido que emanaba, -me too..- susurre para dejarme caer en brazos de morfeo.

Abrí los ojos con pereza, parpadeé un par de veces, tratando de acostumbrarme a la repentina luz que había, llegue a pensar que era el sol. También pensé que estaría en mi oficina, en Washington, en Estados Unidos; imaginé que estaría todavía atrapado en el caso… aquel maldito caso. Quise echarme a llorar, pero no, los héroes no lloran.

Cerré los ojos mientras me removía en mi lugar, sintiendo cierta calidez en mis brazos, ¿desde cuándo la almohada se había vuelto tan tibiecita? Reabrí los ojos, bajándolos con curiosidad y rapidez a mis brazos.

Oh, God.

Todos los recuerdos de la playa, la recepción, el beso, el cuarto del inglés, el elevador, el bar, el otro beso, el baño… todo se agolpó en mi mente. Pareció como si me hubieran tirado encima un balde de agua fría. Fue entonces cuando sonreí, boba, pero alegremente, al darme cuenta de que el pequeño inglés, y todos los acontecimientos ocurridos con él, no habían sido un sueño. Pensaba en acariciar la cabecita del rubio, pero mejor me decidí por mantenerme mirándolo, así no lo despertaría.

Apreté mis labios inconscientemente, al recordar lo que había hecho ayer en la tina del baño. Me sonroje cuando mi mente formo el rostro del inglés, completamente sonrojado, los labios entreabiertos… creo que es mejor que me levante de la cama ahora. Con sumo cuidado, me separé del rubiecito; la verdad es que no quería hacerlo, pero necesitaba un buen lavado de cara. Hice todo lo posible por llegar sigilosamente al baño, cosa que logre. Abrí el grifo y el agua brotó instantáneamente. Me mojé el rostro por completo, aclarando mis ideas y supe lo que tenía que hacer… actuar natural y dejar que las cosas lleven su ritmo.

Regresé a la habitación, tarareando una canción en voz baja, mientras me ponía a registrar cajones, abriéndolos con cuidado.

Un calido y conocido calor me rodeaba, abrí mis pequeños ojos, entornando con mi vista a mi madre, que se hallaba abrazandome y a mi padre que estaba detrás de ella, recibiendome con una gran sonrisa. Le respondí la sonrisa, con una igual o mas grande, con cualidades infantiles y dulces. Inocentes y despreocupadas.

-Ne.. Arthie..- me llamo mi madre mientras me brindaba un suave beso en mi frente, -Tu papa y yo, te amamos mas que a nadie en el mundo.. ¿Lo sabes, verdad?- asentí animoso a sus palabras, mas en un instante los calidos brazos me rodeaban se alejaron de mí, y mis padres fueron retrocediendo cada vez mas rapido hasta que desaparecieron de mi vista. Me levante de mi cama con panico, notando que no estaba sobre mi cama, o mas bien, ya no estaba en mi habitación. Observe el lugar con un miedo recorriendo cada cm de mi pequeño cuerpo infantil, todo era blanco, brillante, y nada al horizonte. Ninguna esquina, ningun destino, nada.

Empeze a correr hacia donde se habían ido mis padres, mas mis pequeños piecitos tropezaron haciendome caer, era claro que no encontraría a mis padres, ellos estaban muertos. Me levante, notando mis rodillas ensagrentadas, y mi pequeño camison verde ser suplantado por una ropa mas grande. Mire mi cuerpo, mas grande pero aun asi infantil, mas cuando mire sobre mis hombros, pude mirar mis dos alas pequeñas y a la vista. A esa edad habian comenzado a aparecer, y aun no tenía la suficiente magia como para ocultarlas.

-Oh, pero quien tenemos aquí..- oí una voz sarcastica y burlona detrás de mi, que reconocío enseguida mi cuerpo, porque se puso a temblar y mis ojos se cerraron con fuerza, con miedo, -¡Es el niño-pollo!- otra voz se burlo y sentí como una de mis alas era jalada con fuerza, perdiendo plumas en el proceso, solté un quejido de dolor mientras volteaba hacia arriba, ahi estaban, mis tres primos, mi unica familia, mirando divertidos como mi rostro se llenaba de lagrimas y mi cuerpo temblaba de panico, -¡Hahaha, mira como se retuerce! ¡En verdad que es un pollo!- grito el otro mientras pisaba una de mis alas contra mi espalda con mucha fuerza, creí oirla resquejebrarse, y un ultimo suspiro de dolor salio de mi boca antes de caer desmayado.

Volví a abrir mis ojos, nuevamente solo en ese lugar, observe con algo de mas calma mi cuerpo, era ahora el de un adolescente, que va, aun un niño que se creé alguien capaz de decidir todo. Oí mi nombre en un acento quejumbroso, pero en ese tiempo, era lo que mas amaba.. -Mon amour.. - un joven, mayor que yo por 5 o 6 años, paso su mano por mi mejilla hasta sostener mi barbilla, -Jet´aime..- susurro besando mis labios. Esa calido sentimiento que habia sido mi unico sustento en esos años de dolor.. y que se rompio en tan solo unos segundos.

Mire nuevamente a aquel rubio esta vez, besando a una morena de cabello castaño largo y finas curvas. Un dolor punzante se instalo en mi pecho, y ahi fue cuando decidi, que no tenía caso quedarme ahí. Huí, hacia mi tierra natal, hacia inglaterra. Con solo 13 años de edad, viví en la calle, consiguiendo el dinero para cada comida del día, y dificilmente lograba alimentarme bien. Solo teniendo mis palabras de consuelo, y como llave a mundos inimaginables en los que me perdía. No mas de 5 años, había sido encontrado por mi editora, quien maravillada de mi talento me instruyo.

Todos esos recuerdos, tan dolorosos, se agolparon de una manera abrupta en mi corazón. Sufriendo las consecuencias de jamás haberles afrontado, si no, guardado en lo mas profundo de mi corazón, finjiendo que no me importaban. Ahora se ensañaban contra mí.

Senti como el aire se me iba, y como mi garganta comenzaba a arder; a quemarse por dentro, como si todo aquel dolor fuera ahora una llamarada que luchaba por salir y quemarme a mi mismo. Destruirme...

-¡Aaaah! ¡Cof-gh..ah..!- abrí mis ojos de sobremanera y mi cuerpo se levanto impulsado por el dolor, comenze a toser con dolor mientras sentía algo rasgarse nuevamente, un coagulo de sangre dio contra mi mano y un pequeño hilillo resbalo por mi boca. La herida en mi garganta volvía a abrirse, eso era seguro.

Mas aun el dolor de mi garganta, era mucho menor que el que me albergaba en mi pecho, lagrimas comenzaron a descender por mis mejillas, sin parar ni detenerse. En ese momento, solo quería hacerme un ovillo y desaparecer.

Ojeaba un libro que había encontrado en uno de los cajones, al parecer el autor era nada más y nada menos que el mismísimo Athur Kirkland. La verdad es que no le ponía atención a lo que veía, no podía concentrarme. Mi mente divagaba en otro rumbo, en otra época, tal vez la única en la que había sido feliz. Las risas de aquel niño, a quien llamé hermano, las sonrisas de aquella familia, que llegué a considerar mía. Ya estaba llegando a esos recuerdos, así que mejor me decidí a ponerme a leer bien el libro.

Estaba por empezar el prologo, cuando unos gimoteos captaron mi atención, me volví a la cama del inglés rápidamente, notando que este era el causante de tales ruidos. Solo me bastaron menos de tres pasos para llegar rápidamente a un lado del rubio, tomé su hombro y lo agité un par de veces, tratando de que despertara.

- Arthur –le llamé por su nombre, sin diminutivos, cosas que rara vez hacía, viendo como este se removía entre sueños. Tal parece estaba teniendo una pesadilla. Volví a agitarlo, esta vez con un poco más de fuerza para que luego este se parara de golpe, haciéndome retroceder por acto de reflejo. Miré atónito, como tosía sangre para luego empezar a llorar.- Oh, ¡Arthie! –me lancé a abrazarlo con fuerza, recargando su cabeza sobre mi pecho, acariciando sus rubios mechones de pelo.

- Tranquilo, tranquilo, buscaré algo para curarte. No llores, n-no te pasará nada, aquí estoy, yo te cuidare. No dejaré que nada te pase, lo juro –atropellé todas las palabras, alarmado. Sentí los nervios subírseme rápidamente, mi corazón empezó a latir con fuerza, frenéticamente. No tarde en levantarme de la cama, llevándome al inglés conmigo en brazos, seguía repitiendo palabras de consuelo, mientras recorría toda la habitación en busca de algo de medicina o algo que ayudara.- ¡Shit! –maldije al no encontrar nada, me estaba desesperando.

¿Por qué estaría tan alarmado? No es que el ver sangre me pusiera de nervios, al contrario, yo era detective, mi vida estaba llena de cosas parecidas. Tal vez el impacto es más que nada porque la sangre proviene directo del cuerpo del inglés, algo andaba mal con él.

No quiero perderlo... no a él también.

Cuando creí que mis lagrimas no pararían, senti unos efusivos brazos rodearme y mi rostro ser atraído a un pecho muy calido. Parpadeé confundido, mientras levantaba mi rostro dificilmente por culpa del agarre, logrando observar al americano totalmente preocupado y desesperado. Sentí como me soltaba momentaneamente para despues cargarme en brazos, tosí varias veces mas, pero esta vez tratando de sacar mi voz.

-..g-gh.. J-Jon..nes.. agh..- murmure su nombre con dificultad mientras trataba de enderezarme un poco aunque fuera entre sus brazos, lleve mi mano limpia al cuello de su ¿Traje?, suspire, de verdad que estaba perdido, -¿..Q-Que ha..?- mi garganta ardio acallandome de nuevo, aclare mi garganta soportando el inmeso dolor, -¿Q-Que hace-s aqui?- pregunte de forma baja y ronca, y claramente por las mueca de mi rostro, dolorosa.

Corrí hacia el baño, registre los estantes que había allí, tirando todo en el proceso. Tomé un vaso de quien sabe dónde y lo llené de agua mientras buscaba medicinas para dolores de garganta en un botiquín que se encontraba allí. Escuché preguntar algo al inglés, quien tomaba el cuello de mi traje. Parecía confundido, seguramente por que no recordaba nada de ayer. Lo miré con una sonrisa triste, me lo había repetido antes: no recordaría nada, ni el beso, ni nada.

- No hables –le ordené- lastimaras más tu garganta –me regrese hacia la cama, recostando a el inglés en esta. Acomode las almohadas de manera que quedaran en una posición para que el rubio pudiera estar medio sentado. Dejé a un lado el vaso de agua, en la mesita de noche y después me puse a cerrar todos los cajones que había abierto en mi desesperación- ¿ves? Esto te pasa por borracho–me burlé para calmar el ambiente, aunque fuera un solo poco. Aun no me explicaba la razón por la que el ojiverde lloraba.

Fruncí mi ceño al escuchar sus ordenes, ¿Quien se creía?, bufe malhumorado pero aun asi obedecí. Ciertamente mi garganta dolía mas con cada segundo que pasaba, que de haber estado solo, no hubiera podido si quiera pedir ayuda; y aun más, me hubiera ahogado en mi dolor sin saber que hacer. Suspire mientras era dejado en la cama y sonreía con levedad, mientras veía al americano rebuscar en los cajones, ese chico siempre estaba cuando le ocupaba. Un verdadero heroé.

Abrí mis ojos con mas sorpresa de la esperada al escucharle nuevamente, trayendome a la realidad, ¿Borracho?...

Recorde lentamente los acontacimientos de ayer, retornando en mis ojos una pequeña sombra de tristeza, las ganas de llorar regresaron mas aprete mis labios conteniendo aquella reacción. No debía llorar, al menos no frente a él. Lleve mi mirada a mis manos, una teñida debilmente de rojo, consecuencia de mi sangre, desvie mi mente nuevamente al día de ayer, tratando de recordarlo todo. Había ido al bar por una bebida, que termino en dos.. y finalmente deje contar a la quinta botella.

Fruncí mi ceño tratando de recordar algo mas. Había conocido a Sparkle y Stella, y entonces.. ¡Ah si! Comenze a pelear con el cantinero, me anote mentalmente el ir a disculparme, y luego, él había llegado..

Dirigí nuevamente mi vista hacia el, con mi ceño aun fruncido, -¿Q-Que paso ayer?- pregunte, notando como mi voz volvia con mayor naturalidad ahora, mas el dolor persistia.