Suite Bathory -810-

Abrió con tranquilidad la puerta de su suite, al estar en el interior espero a que este entrara para luego cerrarla, manteniendo la sonrisa en sus labios.

- Exactamente - Respondió antes de fijar su mirada en el muchacho, notando como al parecer le incomodaba la corbata. Ahogo una risita mientras se acercaba a este, aflojandole un poco la corbata pero sin quitarsela todavía. - No tienes porque usar el uniforme... o al menos no conmigo presente, no me gusta estar con alguien que viste ropa que no es de su agrado - Clavo sus orbes rojizas en los ojos ajenos, sonriendo levemente. - ¿De acuerdo?

Miró al muchacho y le sonrió. Se removió algunos cabellos que le impedían la vista y sin más se cruzó de brazos, ladeando la cabeza a un costado.

- Me llamo Elizabeth Bathory, puedes decirme por mi nombre o por "Eli" o "Eliza" - Le sonrió tiernamente mientras llevaba ambas manos a su cintura. - Me gustaría tener una conección contigo mucho más que una simple jefa - Se sonrojo levemente al pensar que esas palabras podrían malinterpretarse. - Ya sabes, no busco un sirviente, busco un... amigo o acompañante - Aclaró mientras le daba la espalda al muchacho para que este no viera su sonrojo.

- y pues... exactamente lo que debes hacer... por el momento no te preocupes, yo te lo dire en su momento -

Sonrió para si misma al escuchar la presentación del muchacho. Se cruzó de brazos y volvió su vista a este, manteniendo la sonrisa ahora tierna, realmente agradecía la sinceridad del joven, pues en si era logico que no podrían ni ser amigos si no se tenía la "confianza" suficiente. Se aproximó al joven mientras acariciaba levemente la mejilla del mismo, suspirando con suavidad como si de una estudiante enamorada se tratase.

- ¿Como te gusta que te llamen? - Cuestionó finalmente, manteniendo la sonrisa en sus labios.

- de acuerdo, Ritsuka sera - Dijo al escuchar su respuesta y sin más se aproximo a este, plantando un breve beso en los labios ajenos casi de manera inconsciente, y al percatarse de lo que izo se separo con un ligero carmesi en sus mejillas. Tranquilamente comenzó a camianr hacía su cama, sentandose en la orilla de esta, mientras mantenia la leve sonrisa en sus labios.

- Que lindo que te haya conseguido, se nota que eres un buen muchacho - Sonrió para si misma mientras se cruzaba de brazos, suspirando levemente a la vez que mantenía sus orbes rojizas en las orbes ajenas, suspirando levemente como una colegiala enamorada.

Se cruzó de piernas mientras se mordía con suavidad el labio inferior, el joven era realmente tentador ante los lujuriosos ojos de la condesa y sin poder contener más sus deseos termino suspirando profundamente, antes de extender una mano hacía el muchacho, haciendole una seña para que se acercara.

- ¿Puedes venir? - Susurró con un ligero carmesi en sus mejillas, aún con la mano extendida llamando al muchacho con la misma, simplemente un extraño y repentino deseo había despertado en la vampireza y deseaba siquiera saciarlo aunque fuese un poco... un roce, un beso, una caricia, cualquier cosa con tal de satisfacer parte de sus deseos sería suficiente para la pelinegra.

Sonrió levemente al ver que se acercaba y sabia que quizas sus proximas acciones serían muy atrevidas, pero en ese instante el repentino deseo le nublo la mente y todo razonamiento. Cuando su mano quedo en la cama, no tardo mucho en ponerse de pie y agarrar al joven de la mano, jalandolo hacía la cama hasta tumbarlo de espaldas contra la cama.

- Sucede que quiero preguntarte algo - Sonrió para si misma mientras se recostaba sobre el muchacho, quedando a una posición muy prometedora. Se aproximo al cuello del minimo y suspiró sobre este antes de separarse un poco y sonreir sonrojada. - ¿Qué serías capaz de hacer por mi? -

Sonrió levemente al escucharle, mientras se inclinaba un poco hacía adelante para terminar de plantar una lamida algo felina en el cuello del chico, suspirando sobre su piel expuesta, dandole a entender lo que realmente deseaba.

- ¿Que te parece si lo intentamos? - Susurró sensualmente en su oido mientras plantaba otra lamida pero ahora en su oreja, dejando que todo su cuerpo terminara sobre el ajeno, y en un agil movimiento termino por hacer que el muchacho terminara sobre ella.

- ¿que opinas? - Musitó siendo ahora ella la acostada y el muchacho el que la acorralaba.