Suite Yamamoto - 108-

Tras haber terminado de pedir aquél servicio especial en la recepción, regresé a mi suite para esperar a quien sería en mi acompañante en mi estancia en el hotel. Como no tenía mucho que hacer mientras la esperaba, decidí recostarme un rato en la cama mirando hacia el techo como si algo entretenido estuviese allí. Decidí aflojarme un poco el nudo de la corbata que traía puesta debido a que la misma estaba resultando algo molesta. Nunca me había agradado la ropa formal, no era simplemente mi estilo, pero el trabajo lo exigía y ya me había acostumbrado a aquello, aunque, claro, la informalidad era algo que no podía evitar del todo por lo que siempre llevaba el saco abierto, el nudo de la corbata baja y el primer botón de la camisa desabrochado. Hoy tampoco era la excepción a aquello.

El no tener con que entretenerme terminó por aburrirme y entre ello y el cansancio que sentía más el hecho de estar acostado, provocaron que dormitase durante algún tiempo, hasta que sentí algunos pasos acercarse hacia mi puerta. Abrí los ojos rápidamente y escuché como tocaban la puerta. Mis instintos se había agudizado con el correr de los años y difícilmente alguien podría llegar a tomarme por sorpresa.

Me levanté de la cama, supuse que se trataba de aquella chica cuyo nombre, si no mal recordaba, era Tsubasa. Caminé, aunque sin apresurarme demasiado, hacia la puerta y abrí la misma con una amplia sonrisa en mi rostro.

-Yo!- la saludé de forma informal pero amable mientras levantaba mi mano acompañando el saludo.

Se quedo media boquiabierta al ver a su "dueño" por primera vez. Era peor de lo que pensaba, algo mucho peor que un pervertido, era uno alegre del tipo de que te insisten en hacerte sonreir y pasarla exponencialmente bien hasta sacarte de las casillas, perder la cabeza y morirte de la angustia porque te volvieron loca con su, demaciado grande, carisma. Más no tardo una enorme gota bajar por su cabeza, asolada y realmente con ganas de buscar la ventana más cercana y tirarse de alli.

Por más que quisiera, tendria que aguantar. Deviando la mirada, algo avergonzada por el informal saludo, decidio comenzar.
-Buenas tardes... Soy Tsubasa Hyobanshi, chef principal del hotel y actualmente sere su empleada privada. Espero...emm... Nos llevemos bien...Creo yo. -Casi le da un ataque al decir todo ello, y sus ganas de matar a cierto gato, que ebrio se viste de nekomimi, no le faltaban.

Reí levemente frente a la presentación de la joven. No sólo era algo bastante formal, como aquellas presentaciones que tenía que hacer frente a los líderes de otras mafias y sus subordinados, si no que, además, parecía ser dicho más como un discurso expresado con cierto disgusto. Tal como el recepcionista lo había dicho, esta chica cumplía con los requisitos que había expresado cuando me preguntaron sobre ello.

-Jajajajaja es un placer, Tsu-chan. Mi nombre es Takeshi Yamamoto- respondí ante su saludo. Entonces noté que aún estábamos en la puerta de la habitación por lo que mi hice a un lado invitándola a pasar con un gesto- Jajaja no es cómodo quedarse hablando en la puerta ¿cierto?. Vamos entra!

Sonreí ampliamente nuevamente. Miré un poco hacia adentro, notando que aún no había acomodado las valijas en las que había traído mis pertenencia y eso que no había estado haciendo nada hasta el momento, tranquilamente pude haberlo acomodado con anterioridad.

- Perdón si lo ves algo desacomodado. Aún no he tenido tiempo de ordenar y... bueno, en realidad, tiempo he tenido de sobra... quizás fueron ganas lo que me faltó jajajaja- rasqué mi nuca con una de mis manos riéndome por mi completa sinceridad.

La joven entró a mi habitación apenas se lo ofrecí aunque de una forma que denotó toda su molestia, posiblemente por la situación en sí. Supongo que a nadie le agradaba que un extraño comprara tus servicios de aquella forma. Por ello mismo, en un principio, me había negado a aquello, pero en el momento en que la soledad fue tal que comenzó a doler, decidí que lo mejor era prestar más atención a los consejos del jefe de la mafia a la que pertenezco. Realmente él parecía conocerme muy bien.

Noté su cara de disgusto apenas entró a la habitación ante lo cual parpadeé puesto que no entendía aquella reacción. Miré el interior de mi habitación y luego a ella y así algunas veces hasta que finalmente recordé algo. No estaba tan seguro de que aquello fuera cierto o no, pero, hasta donde conocía el tipo de personalidad que Tsubasa presentaba, los mismos odiaban el desorden, quizás aquella a ella también le molestaba.

-Jajajaja Prometo ordenar pronto- respondí rápidamente mientra me dirigía hacia mis valijas con la intención de ordenarlas un poco o, al menos, ocultar el desorden para que no sea tan notorio.

Al ver que el silencio predominaba en el lugar y daba lugar a que los dos nos ensimismáramos de tal forma que cada uno se hundiera en el mar de nuestros pensamientos, decidí dar inicio a la conversación.

-Me han dicho que Tsu-chan es una gran cocinera... Me pregunto si Tsu-chan sabrá preparar toda clase de comidas- comenté en voz alta para que ella me oyera.

Por dios, que este sujeto era igual a su hermano. Acabria volviendo niñera si no le enseñaba a cuidar mejor su ambiente comun y a mantenerlo aseado y ordenado. Al ver como intentaba ordenas las cosas que vagamente habia dejado para ultimo momento, esos instintos que siempre habia tenido, los de la tipica hermana mayor, se encendieron y asi se acerco a ayudarlo, o mejor dicho a colocar a un lado las maletas, con gran destreza a pesar de lo pesadas que podian verse, las movia sin esfuerzo. Asi dejo espacio libre y se tranquilizo un poco más, dejando escapar vagamente su cola escondida entre su uniforme de cocinera y las mismas orejas de león que apenas podrian notarse verdaderamente en su cabeza gracias a su cabello.

A veces estaba tan comoda dejandose ser, que se olvidaba que no le gustaba mostrar en publico aquellas caracteristicas de animales que tenia, por lo que tardaria en darse cuenta.
Le observó con cierta indiferencia, al oirlo hablar de esa forma tan alegre, pero se sintio bastante bien al ver como reconocian su talento para la cocina, eso le agradaba el poco ego que tenia y sin duda su enorme orgullo tambien crecia.

-Claro, soy la mejor de aqui...-Afirmó sin tener una pizca de duda o un trpezon de palabras, sonriendo de lado con orgullo.

Sorpresivamente, Tsubasa me ayudó a "ordenar" la habitación un poco colocando las maletas, las cuales me parecieron un tanto pesadas para ella y me sorprendió que pudiera moverlas sin quejarse por ello, a un lado para que, al menos, el lugar aparentara un cierto orden.

Terminando de acomodar la última maleta y preguntándome porqué había empacado tanto si sólo tendría una estadía temporal en este lugar, escuché como respondía a mi interrogante, afirmando que era la mejor cocinara de este lugar. Solté una pequeña carcajada al ver la seguridad que la joven parecía tener respecto eso. Volteé a verla manteniendo una sonrisa en mi rostro.

- Entonces supongo que la comida al estilo japonés se te da muy bien ¿verdad?- le cuestioné con cierto interés. Al provenir de una familia cuyo negocio era la venta de sushi tenía bastantes conocimientos culinarios respecto a esa clase de comidas. Al menos sería un buen punto con el cual empezar una charla agradable.

Entonces, noté, algo extrañado, que la joven tenía unas orejas y una cola?. No era algo que pudiera notarse a simple vista, pero mi percepción de las cosas era bastante especial aunque no se notara. Siempre estaba atento puesto que mi trabajo me lo exigía. Me acerqué a ella con un rostro entre curioso y sorprendido.

-Oi, Tsu-chan... ¿cuándo te pusiste estas orejas? Jajaja se ve que están bien hechas...- al decir aquello, tomé con mis manos las mismas comenzando a palparlas para ver de que material estaban hecho. Me sorprendí cuando no pude distinguilo.-Jajajaja hasta parecen de verdad.

Se puso realmente alterada cuando empezó a tocarle las orejas, sin duda no habia cosa que no le diera más verguenza que alguien le tocara la cola o las orejas, ya que eran partes que eran muy vulnerables, aunque las orejas le provocaba más en calma si alguien que conocia las acariciara con cariño, pero que se las tocara un desconocido que la habia comprado era otro tema. Se le paro y erizo la cola, emitiendo un fuerte "HIII!!" por la alarmada y se alejo bruscamente, pegandose a la pared, completamente sonrojada y nerviosa.

-¡HOMBRE! ¡No me toques!-Chillo entre furica y avergonzada, ese tipo de situaciones la incomodaban demaciado, pero si habia algo que más le molestara era que la trataran tan a la ligera, como si se conocieran de años.- ¡Y claro que son reales! ¿¡Para qué rayos me pondria orejas falsas yo!?-

Sentí como ella se alejaba rápidamente ante lo cual parpadeé sin entender porqué. Escuché como ella me gritaba que no la tocara ante lo cual me sorprendí puesto no la estaba tocando precisamente a ella. Sólo quería ver las orejitas felinas que se había colocado y que parecía ser tan reales que hasta asustaban.

Miré hacia donde ella se encontraba ahora, notando el color rojizo de sus mejillas y riendo levemente por ello. No estaba demasiado seguro de lo que había hecho, pero me agradaba lo que había provocado en ella. Era como si aquella expresión de desagrado que había mostrado al principio hubiera desaparecido y reemplazada por una expresión sumamente... mmm.. ¿linda? bueno, debía admitir que el color rojizo le sentaba bien.

Solté una carcajada cuando ella respondió que eran reales y me cuestionó para que se pondría orejas falsas... ¿reales? eso era imposible! Reí, recordando con esto aquellos tiempo de secundaria en los que "jugaba" a la mafia con el jefe de la familia.

-Jajajajaja... me haces acordar a cuando jugábamos a la mafia en secundaria con mis amigos- dije rememorando aquellos momentos-Aunque luego resultó que no era un juego

Reí nuevamente al notar lo inocente que era en aquél entonces.

-Tsu-chan es muy divertida... pero un humano no puede tener unas orejas como esas.- respondí.

La expresión que Tsubasa enseguida puso fue la de una persona que no se cree lo que oye y ve. ¿Es qué acaso el sujeto era idiota o retardado? Le extrañaba muchisimo que nunca hubiese conocido a un hibrido. Una gran gota bajo por su cabeza, asi como las facciones de su rostro tomaron la de la ironia, sin duda este hombre era de los que iban colgados de la vida y en su propio mundo.

-¿Eres tonto? No soy humana... Soy un León... Una hibrida. -Le aclaró rapidamente, algo brusca, como si le regañara con obviedad, acercandosele lentamente, alerta, por si intenta agarrarle la cola, o de nuevo tocarle las orejas. Aunque hubo algo que le llamó la atención de lo que dijo el ojos acaramelados. ¿Era este sujeto de la Mafia? Imposible, más aun cuando le dijo que creia que al principio era un juego pero resulto ser cierto. Hombre, que no habia conocido a alguien más inconciente en su vida.

Se le quedó mirando extrañada, sin duda no era normal. Bueno, nadie que ella conociera era normal, pero este se llevaba sin duda el primer lugar. Mira que hay que ser desconectado como para haber entrado en la mafia creyendo que era un juego y encima no saber nada sobre los "hibridos" de Eden's Garden.

Solté otra carcajada al escuchar como ella decía ser un león o, mejor dicho, una híbrida... ¿una hibridación entre un humano y un león? Jajajaja eso se oía divertido. Tsubasa realmente tenía una imaginación muy activa. Entonces, en esos momentos, se dió cuenta de algo. Se había revelado como un mafioso en el comentario que había hecho con anterioridad, un gran descuido de su parte. En su rostro se notó aquella sensación que le provocó al darse cuenta de ello. Miró, entonces, a la joven como si se extrañara de que no hubiera saltado por la ventana para huir de él como las personas normalmente hacen cuando él les confiesa su trabajo.

-Jajaja Tsu-chan es la primer persona que no huye cuando le comento sobre mi trabajo- comenté-¿Acaso a Tsu-chan no le da miedo relacionarse con un mafioso?

Quizás estaba haciendo demasiadas preguntas. Nisiquiera quería saber la respuesta de mis interrogantes por temor a que las mismas fueran negativas para mi. Antes de que pudiera responder me acerqué a ella con aquella sonrisa que tanto me caracterizaba.

-Si Tsu-chan quiere jugar a ser una híbrida de león...- dije colocando mi mano sobre su cabeza entre sus dos "orejas" como si fuera una niña-entonces le seguiré el juego

Se quedo unos momentos, pensado. ¿Por qué tendria que tenerle miedo? Bueno, ni que fuera de los que dan panico, pero no le veia ningun problema al tema de pertenecer a una mafia.

-No poseo instinto de conservación, miedos como algo asi me suenan estupidos... Además, ni que tuviera algo malo ser mafioso.... -Se expresó con calma, mientras se cruzaba de brazos y cerraba los ojos con pesadez, se le hacia dificil imaginarse a si misma asustada por algo asi. Quizas su razonamiento logico referente a los sentimientos ordinarios y friamente culturales estaba peor de lo que imaginaba, pero bueno, ni que le diese mucha importancia.

Aunque cuando escucho aquel seguido comentario sobre que ella estaba jugando a ser una hibrida, la hizo rabiar de veras, ya le habia sacado de sus cabales, haciendo que se mostrara exteriormente aquel sentimiento con un ceño fruncido realmente marcado, dientes apretados, puños cerrados y la cola erizada, asi como las orejas.

-¡QUE NO ESTOY JUGANDO HOMBRE! ¡ES REAL!-Le gritó furica, casi al punto de una rabieta.

Solté una carcajada nuevamente cuando comentó que no tenía insistinto de conservación. Bueno, eso resolvía mi duda aunque me sorprendí un poco cuando argumentó que no tenía nada de malo ser mafioso. Era la primer persona a la que le escuchaba decir eso. Todos expresaban un alto grado de miedo frente a mi o, mejor dicho, al trabajo que realizaba...

-Jajajaja ¿Tsu-chan está segura de eso? Ser mafioso implica tener que asesinar gente...- respondí intento sonar de lo más normal aunque sentía una gran pesadumbre al decir aquello.

En realidad, nisiquiera estaba seguro de porqué había dicho aquello. Era como si buscara que la gente se alejara de mi. Algo contradictorio siendo que busco huir de la soledad. Quizás inconcientemente intentaba autocastigarme por todas las vidas que había arrebatado.

Su grito me sacó de mis pensamientos. La miré algo sorprendido. No por lo que había dicho, más bien porque el elevado tono de su voz me tomó desprevenido. Sonreí y luego reí.

-Jajajajaja claro. Son reales- dije a modo de seguirle el juego, sonriéndole.

-Es igual, e irrelevante el tema de matar. Aunque estoy en contra de ello, los asuntos de la mafia son otro tipo de situaciones... Por eso es que no tengo miedo. Ademas, no le temo a algo tan trivial como la muerte...-Explicó claramente, cruzandose de brazos, posicionandose de una manera segura, obvia y realmente de digna confianza en si misma, aunque en realidad carecia de ello.
Aunque más al momento se volvio a fastidiar en cuanto el mayor enseguida le volvio a tomar como una broma su posicion de hibrida, y se lanzo contra el para golpearlo, pero en el pleno proceso se dio un supetazo contra el suelo, ya que habia pisado una lapicera (?) que habia quedado random en el suelo. Lo que provoco una dura caida. (xD)

-A-ahg... Estupido karma....-Se quejo, sobandose la cara adolorida.

Su explicación de porqué no temía a la mafia me resultó entre sorprendente y divertida. La chica realmente parecía ser algo fuera de este mundo. Alguien que pudiera tomar tal asunto con tanta naturalidad y que afirmara que no tuviera miedo a la muerte era algo que pensé jamás ver en una persona. Debo admitir, que yo tampoco temo a la muerte en sí. He estado cerca de ella en varias oportunidades y dejar el mundo de los vivos no es algo que produzca mucho estremecimiento en mí. Es más, lo veo como una forma de escaparse del dolor de la agonía. Sin embargo, lo que realmente temía era que las personas que siempre han estado conmigo se entristezcan por ello. Porque odio ver el dolor en aquellos a los que quiero y provocar el mismo sólo me hace sentir un gran pesar. Otra vez me ensimismé, adentrándome tanto en mis pensamientos que perdí la noción del mundo que me rodeaba, de lo contrario, hubiera podido sujetar a Tsubasa antes de que cayera al suelo.

Salí de mis pensamientos cuando escuché el ruido seco del choque producido entre su cuerpo y el suelo. Miré hacia el frente y noté que ella no estaba así que dirigí mi vista hacia el piso de la habitación por mero instinto viendo que allí se encontraba en lo que parecía haber sido una fuerte caída.

-Oi... estás bien?- le pregunté agachándome lo más que pude para verla más de cerca y tendiéndole mi mano para ayudarla a levantarse.

Tras aquella fuerte caida, se vio insitada a entrar en una rabieta que le agarraban cuando llegaba a alterarse por cosas medio estupidas, pero era su forma de ser y actuar, pero aquel amigable y preocupado ofrecimiento por parte del mayor, la saco de su cabeza, quedando algo sorprendida. Nunca habria imaginado que una persona que tenia las posaderas como para comprar a otra realmente pareciera o llegara a preocuparse de aquella persona que comprara, por lo general solo las buscaban para satisfacer sus necesidades más absurdas.

Aun asi, su orgullo le gano y nego rotundamente la ayuda, desviando el rostro con obvia negación y terquedad, jamás aceptaria la ayuda de nadie, y menos de alguien que la ha comprado. A pesar de que Yamamoto habia demostrado ser el tipo de persona que menos tendria intenciones de aprovecharse, seria dificil confiar, ya que esta leona podia ser muy cabezona respecto a este tipo de situaciones.

-No necesito tu ayuda... Yo puedo sola...-Se levantó tambaleante al principio, pero recuperó su total equilibrio, e intento verse lo más relajada y desinteresada posible, aunque a pesar de todo, aquel mafioso espadachin habia llegado a tocar algo del aislado corazón de Tsubasa. (Dios mio, que cursi xD)

Ella desvió su rostro respondiendo que no necesitaba ayuda de mi parte. Sonreí levemente. No me sorprendió demasiado su respuesta viendo el caracter que tenía. Alguien demasiado orgullosa como para aceptar la ayuda de un desconocido, porque sabía, que para ella, en estos momentos, no era más que eso, un desconocido que había osado comprar sus servicios. Pese a expresar que no necesitaba mi ayuda, permanecí a su altura hasta que pareció recuperar el equilibrio perfectamente, debido a que así, podría sujetarla si se caía nuevamente, claro que, intenté disimular un poco aquello.

-Oi... te duele donde te golpeaste?- le cuestioné con un dejo de preocupación.

Me acerqué nuevamente a ella. Por lo que había visto, lo primero en sobarse fue el rostro ante lo cual asumí que se había golpeado allí con la caída. Con ambas manos tomé el mismo, haciendo que mirara hacia arriba. Por mi parte, me incliné un poco hacia adelante por lo que nuestro rostros quedaron a pocos centímetros de distancia. La observé detenidamente con una mirada seria y luego sonreí.

-Que suerte. Parece que Tsu-chan no se ha lastimado- afirmé

-Que no tengo nada homb...-Quizó responderle, claro, pero no le dio el tiempo aquel muchacho de distraida apariencia, pues ya su rostro estaba entre sus grandes y extrañamente calidas manos, ya a muy escasos centimentros de su rostro. Eso si que la alarmo, provocando que la reacción más exagerada de Tsubasa se diera a conocer, la de un intenso color rojo en todo su rostro, asi como un erizamiento general en todo su cuerpo, acompañado de un fuerte escalofrio que la descalibro en todos los sentidos.

-¿¡Q-Qué haces!? ¡S-sueltame! Eres un pervertido.-Le chilló nerviosamente, mientras intentaba safarse de entre las manos que le sujetaban el rostro, pero el cuerpo literalmente le fallaba, perdiendo casi toda esa abrupta fuerza que generalmente utilizaba para hacer sufrir a su explotador jefe.

La expresión que puso ante mi acción fue sumamente divertida. Un colo rojizo inundó su rostro, especialmente sus mejillas. Sonreí por ello. Esa expresión se veía algo adorable. Quizás debería intentar inducirla más seguido y, aunque, fingiera no saber como, lo cierto es que sabía que mis acciones tenían, en el fondo, un efecto en ella.

Ella me llamó pervertido ante lo cual reí levemente y me pidió o, más bien, exigió que la soltara. Intentó hacer fuerza pasa salir de mi agarre. Debía admitir que tenía fuerza, pero mis entrenamientos me habían aportado la suficiente para no dejarla escaparse tan fácilmente.

-Jajajaja Tsu-chan no tiene de que preocuparse- le dije sonriendo- No haré nada que ella no desee

Acerqué un poco más mi rostro a ella, pero antes de que nuestros labios se encontraran, sonreí y alcé mi rostro, besando su frente. Me aparté y la solté, retrocediendo un poco.


[off: Perdón. Sin inspiración]

El rostro de Tsubasa estaba cada vez más rojo ante lo cual solté una pequeña risa. No podía dejar de pensar que se veía adorable cada vez que se avergonzaba por algún motivo. Tsubasa era de aquellas personas que no podía ocultar sus reacciones ante las situaciones debido a que lo expresaban a traves de su rostro y acciones. Volví a sonreir como siempre lo hacía y, entonces, sentí como ella intentaba empujarme. Aunque su fuerza no fue la suficiente para hacerme retroceder, decidí hacer ello por cuenta propia para dejarle un poco de espacio.

-Jajajaja Tsu-chan es muy linda cuando se averguenza- comenté con aquella sonrisa y tono de voz un tanto infantil que solía usar para todo tipo de situaciones.

En esos momentos me di cuenta de algo gracias a aquellas reacciones que tenía pese a que sólo había besado su frente y al caracter que mostraba con las demás personas. La miré aparentando inocencia aunque la pregunta que estaba por hacerle realmente no lo era.

-Tsu-chan no ha estado con ningún hombre ¿cierto?- pregunté sonriéndole con cierto dejo de inocencia.

Aquella oración realmente la descolocó. Si, habia muchas formas de interpretar aquello, pero obviamente Tsubasa era de las que mal interpretaba todo, o al menos lo que dijera alguien que no conocia. Aunque de todas formas, si era de interpretarse en ese sentido. Se estremecio de sobremanera, asi como de la manera más comica, mientras que sus ojos se abrian de par en par y se sonrojaba realmente aun más de lo que su rostro le permitia.
Quisó gritar, quisó golpearlo, quisó dejarlo inconciente, pero no pudo. Frunció el ceño, y apretó los puños, mostrandose algo impactada ante aquello, antes habia quedado en un estado K.O., pero siempre estaba preparada para reaccionar de la manera más violenta, aunque por alguna razon, con el mayor ahora presente no podia, habia algo que no se lo permitia.

-¡P-por supuesto que no! ¿Por qué h-habria de haber estado con un hombre? -Intentó hacerse la desentendida, implicando el tema como quien no quiere la cosa. Busco otra manera de interpretarlo, ya que la exspresión inocente de Yamamoto no se apegaba a la serialidad de aquella afirmacion.

Reí ligeramente ante su expresión por mi pregunta. La misma delataba su respuesta frente a mi interrogante. Su rostro se volvió aún más colorado. Cuando frunció el seño y apretó sus puños, esperé un golpe de su parte, pero extrañamente nunca llegó. Me sorprendí un poco por ello, pero supongo que aquello era una forma de decir que yo le agradaba ¿no es así?. Su respuesta fue tal como suponía.

-Ya veo...- respondí con aquél tono de voz y sonrisa inocente.

Me acerqué a ella nuevamente, dando unos pasos hacia adelante. Entonces me incliné hacia adelante, acercando mis labios a su oído y colocando una voz completamente distinta, una más adulta y hasta algo sensual le dije:

-Entonces prometo ser amable contigo

Antes de que pudiera golpearme por lo que acababa de decir, retrocedí nuevamente. Sonriéndole inocentemente como solía hacer siempre.

-Jaja sólo bromeaba- apresuré a decir empleando el mismo tono de siempre.