Lluvia de Plumas

Al fin podía salir a tomar algo de aire fresco.
Estaba harta de tanto buscar datos y más datos para su libro... le parecía interesante hasta cierto punto, pero toda persona necesitaba descansar de vez en cuando, y un ángel no podía estar encerrado tanto tiempo en el mismo sitio. Se sentía como en una jaula.

Se acercó a un lago que había cerca del hotel, rodeado de naturaleza. Le pareció ciertamente bello, y observó el paisaje con detalle durante un largo rato.
Al fin, decidió comenzar a andar entre la flora y se subió a un pequeño montículo que se asemejaba a un pequeño acantilado.

Desde allí, tomó aire, lo soltó con fuerza y desplegó sus alas para echar a volar por el cielo y llegar a tocar las nubes.
Se sintió libre y totalmente feliz, dió un par de giros y subió y bajó varias veces, disfrutando del momento.

No se daba cuenta de que mientras volaba por el cielo, unas pocas plumas se desplegaban de sus alas y caían al agua, perturbando la impasibilidad del lago con unas suaves ondas en su superficie.

Otra vez aquellas montañas atrajeron mi atención eran realmente bellas e inspiradoras, perfectas para mi trabajo ya que mi editorial estaba buscando algo nuevo mio, aunque sea un simple poema, y preferia estar al aire libre que encerrado en mi habitación.
El día era especial, solo algunas nubes surcaban el cielo, las cuales se vislumbraban de manera muy hermosa en el reflejo del lago, un sol radiante y adecuado al frio de aquel lugar. En ese ambiente, con una leve y quizas melancolica sonrisa, estaba yo caminando buscando algun lugar donde detenerme para dejar volar mi imaginación.
Habran pasado unos minutos cuando vi algo caer del cielo hacía el lago, lo cual llamo mi antención y me hizo apretar el paso llegando a lago para notar, maravillado, que se tratabas de plumas.

- ¿Seran...? Siempre quise conocer un ángel... ¿Hoy sera el día? - Dije a mi mismo tomando una de las plumas - Sería un sueño hecho realidad... ¡Y la mejor inspiración!

Sin pensarlo ni un segundo, deje la pluma y, posando mi mano en la empuñadura de la espada como avituaba, esperé a que se diera dicho milagro.

Un par de giros más dejando que el sol le diese en el rostro y que el viento la meciese suavemente, y un par de vueltas más sobre sí misma... Todo parecía tan perfecto, al fin se sentía libre como hacía tiempo no se sentía.

Se giró para mirar el lago bajo ella, pero no calculó bien el movimiento, y el ala que aun tenía resentida de su viaje para llegar al hotel hizo un extraño movimiento y le profirió un agudo dolor que le recorrió toda la espina dorsal. No debía hacer esfuerzos, lo sabía, pero ¿Qué era un ángel sin volar? Era como encerrar a un pájaro en una jaula.

Con esfuerzo, intentó recobrar el equilibrio valiéndose del otro ala, pero fue inútil. Lo único que podía hacer ahora, mientras caía en picado, era asegurarse de dirigir bien su caída como podía hacia el agua, dónde ojalá no se hiciese daño al caer.

Al fin, chocó contra el lago con un fuerte golpe que produjo a su vez un fuerte sonido y se hundió hasta el fondo, para después volver a subir a la superficie y respirar entrecortadamente.
No se había chocado con ninguna piedra en el fondo, era un alivio... pero aun así, su ala le dolía más que nunca, y ahora al estar mojadas le pesaban el doble. Haciendo toda la fuerza de la que era poseedora en ese momento, comenzó a nadar hacia la orilla, para poder tumbarse y descansar.

Las plumas seguian cayendo al tiempo que yo me sentaba ahí mismo, a centimetros de lago, sacando mi tipico cuaderno y algo para escribir, inspirado por el maravilloso espectaculo que alguien me daba involuntariamente, cuando escuche un choque seco en el agua que me alarmo un poco.
Por acto de reflejo deje mi cuaderno de lado y me levanté a ver si lograba divisar que había pasado. Grande fue mi sorpresa cuando vi a aquella muchacha nadar con mucho esfuerzo hasta la orilla, cada vez perdiendo más su fuerza, notandose con algo de peso.
Sin dudarlo un segundo me quité aquel uniforme blanco, dejando tambien mi arma de lado, y me lancé al río para ayudarla con rápidas brasadas, tomandola cuidadosamente de uno de sus brazos y volviendo a nadar hasta la orilla, sin decir una sola palabra.
Solo habran pasado unos minutos pero parecieron horas de nado hasta que llegué a la orilla, dejando a la muchacha recostada mientras me ponía a su lado algo agitado pero con una leve sonrisa.

- Ah... ¿Esta bien? - Pregunté cortes mirandole - Por suerte no choco con nada... Al menos no veo ninguna herida...

Si bien había notado sus alas no tenía idea de como podría haber caido ya que, a simple vista, no podía notarse la herida en su ala. Pero eso poco importaba, había logrado ponerla a salvo y cumplido mi sueño de ver un ángel pero... ¿Cual sería su reacción?

Mientras se esforzaba por llegar nadando a la orilla, escuchó otro ruido de algo que caía al agua, y cuándo levantó la mirada se encontró con que un chico nadaba hacia ella a mucha velocidad.
En cuanto la alcanzó la cogió del brazo y la llevó con cuidado hasta la orilla.
Se sentía tan exhausta que no se vio capaz de pronunciar ninguna palabra.
Al fin llegaron hasta la orilla, el chico dejó a Hikari recostaba en el suelo mientras poniendose a su lado le preguntaba si se encontraba bien.

Las fuerzas le fallaban aun, e intentaba tomar todo el aire que era capaz de coger con los pulmones.
Al fin pudo coger el suficiente oxígeno como para hablar.
-Gracias...-Dijo apenas en un susurro entrecortado.

Quería darle las gracias de corazón y decirle que no se preocupase, pero el dolor del ala y el cansancio le impidieron hablar más por el momento, asíque lo único que hizo, para intentar agradecérselo, fue colocar una de sus manos aun completamente mojada en el rostro del chico cuidadosamente, y sonreírle tanto con los labios como con su profunda mirada.

Una tranquila pero casi imperseptible sonrisa asomó mis labios en cuanto ella agradeció y posó su mano en mi mejilla, la cual tomé con mi mano suave, al tiempo que mis ojos dorados se posaban en los de aquella ángel, los cuales eran hermoso y profundos.
Me quedé perdido de sus ojos hasta que una suave brisa me volvió a la realidad, sonrojandome y desviando la mirada algo avergonzado, con temor de haberla incomodado.

- Eh... Soy Sigma Le Gure - Hablé suave, volviendole a mirar con respeto - No tiene que agradecer, me alegra mucho este bien... Le pediria se quede conmigo hasta que se recupere ¿Si?

Dicho eso le sonreí calido por unos segundos y luego, algo sonrojado, adverti que estaba moajda y eso podría dañarle, así que, ni lerdo ni peresoso, le ofrecí mi uniforme a modo de abrigo.

- Yo cuidaré de usted, solo relajese y tranquilicese, lo peor ya pasó - Dije con seriedad pero amable.

Sonrió y me dijo su nombre, y después dejé que me abrigase con lo que parecía algún tipo de uniforme.

Me apoyé contra su pecho ligeramente para poder descansar allí, intentando no molestarle, y cuando ya estaba algo más descansada hablé.
-Me llamo Hikari Akeru -dije ahora con la voz algo más fuerte pero aun sonriente- Y no hace falta que seas tan educado para hablarme... Gracias por ayudarme, te debo la vida-añadí apretándole ligeramente el brazo con mi mano.

El ala aún me dolía bastante, pero estaba segura de que cuando se secase el dolor disminuiría considerablemente al pesar menos.

Me pareció irónico que fuese un humano quién me hubiese salvado cuando era yo, al ser un ángel, quién debía cuidar siempre de los humanos. Le estaría siempre agradecida por eso.

Una leve sonrisa adorno mi rostro mientras ella se acomodaba en mi pecho mientras, por puro reflejo, yo le abrazaba protector, miranod a sus ojos con una expresión bastante seria pero tierna a la vez, posandome de nuevo en sus bellos ojos.

- Por favor Hikari, no es necesario me deba nada. - Dije suave y tranquilo - No iba a quedarme de brazos cruzados mientras alguien tan hermoso como vos sufría.

Lo último lo dije mirando fijo a sus ojos, acarisiando suave su cabello para mostrarle que le ayudaría en lo posible, cada tanto mirando su ala con preocupasión pero luego volviendo a sus ojos.

- Cuando este seca iremos a revisar tu ala... Yo le protegeré mientras.

En mis tiempos de soldado había ganado un gran apresio a todo ser viviente, queriendo proteger a quien se me cruzara aunque debiera enfrentar al mundo entero, y ahora no sería la escepsión.

Aquel chico me abrazó protector y me dijo unas precisoas palabras... que hicieron que pronto me sintiese mejor y entrase en calor.

Me sonrojé cuando dijo que era hermosa, no acostumbraba a que la gente me hiciese alagos, y sentí mucha vergüenza, aunque me gustó.
-Gracias...-le dije aun sonrojada, esperaba que no lo notase demasiado.

Dijo que iriamos a mirar mi ala cuando me secase, pero no era necesario, me curaria enseguida.

-No te preocupes Sigma, ya no me duele tanto, no hará falta ir a que vean mi ala-Le sonreí aun mirándole a los ojos. De repente quería saber más sobre él, mucho más- ¿Vives aquí?

Me alegraría saber que alguien tan amable y también tan...guapo, viviese cerca del lugar donde yo me hospedaba.

Aceptó mi abrazo, lo cual me alegro un poco, para luego notar su sonrojo y reir unos segundos bajo pero audible, luego acarisié suave su rostro angelical que me atraia mucho. Cuando oí lo que decía de su ala, sonreí hermosamente por unos segundos.

- Me hospedo aquí... Pero no tengo recidencia, yo viajo por el mundo escribiendo poemas y novelas, además de mi propia historia - Le decia todo en vos tranquila, amable y baja - ¿Y usted? Digame que al menos se hospeda aquí mi hermoso ángel.

Dicho eso seguí mis carisias en su rostro y espalda, como si se tratase de una niña a la que tengo que proteger y me enternese, pero debía decir que ella era bastante hermosa y me atraía en cierto punto.

Sus palabras me hicieron sonrojar aun más, y sus caricias en mi rostro continuaron.
Entonces bajaron hasta mi espalda, y me estremecí de tal manera que él seguro lo había notado, por lo que mi sonrojo se hizo aun más notorio.
Su rostro se me hacía ciertamente atractivo, y eso me inquietaba bastante.

Además, él también era escritor... vaya.

-Yo también me hospedo aquí, y también soy escritora-le sonreí con el rostro medio oculto entre mi pelo oscuro y empapado, presa de la vergüenza. Otra de sus caricias me hizo entremecerme aun más, y por ello dije lo siguiente-Me encanta que me acaricies Sigma...-Y al instante me sentí abochornada, por lo que volví a ocultar la cara, aunque a la vez apreté ligeramente su brazo con mi delicada mano.

Le observe tranquilo y algo serio, como siempre, escuchando atenta mente lo que decía... Era escritora tambien, lo cual me atraía un poco más a aquella persona, no pude evitar reir cuando dijo que le gustaban mis carisias.

- Así que escritora... Me alegra saberlo ¿Qué escribe principalmente? - Le dije bajo y suave, como siempre hacia - Si quiere decirme claro.

Mientras hablaba le acarisiaba suave su bello rostro, mientras mi otro brazo seguía con aquel abrazo sobreprotector, esperando que se alivie y buscando hacerla sentir bien y que pensara lo menos posible en su dolor, así era yo, además aquella chica me interesaba cada vez más.

Sigma continuó su abrazo, y pequeños escalofríos me recorrían arriba y abajo y me hacían estremecerme. Aquello me gustaba de verdad.
Me preguntó que sobre qué escribía, y no vi porque no decirle la verdad.

-Escribo sobre el hotel... sobre las distintas razas que viven en él, sobre como conviven...-dije en un susurro, en el mismo tono en el que él me hablaba.

Pensé que irónicamente, era él quien me parecía ciertamente un ángel, y levanté mi rostro hacia el suyo y me quedé mirando sus ojos fijamente con los míos, hasta que pude continuar hablando sin dejar de mirarle y acariciando ligeramente su brazo.

-¿sobre qué escribes tú?-le pregunté interesada sin dejar de mirarle ni un segundo, con las mejillas aun teñidas de rojo.

Escuchaba con atención lo que me decía, sonriendo tranquilo cada tanto, pero volviendo a mi seriedad que me caracterizaba. Debo decir que cuando alzó su mirada no pude evitar maravillarme internamente por la hermosura de sus ojos y de aquel rostro teñido de un leve carmesi que la hacia aun más adorable.

- Yo escribo mi vida... Y relato la historia de cada pueblo que visito. - Le miro fijo a sus ojos - Tambien escribo lo que dicta mi corazón en forma de poemas.

Lo último fue en un tono bastante melancolico y, podría decirse, triste pero era habitual en mi entristeserme cuando hablaba de mis poemas ya que la mayoria fueron escritos por el desamor y la crueldad que vi en mis guerras.

-Poesía... nunca he intentado escribir una, hay que saber expresar muy bien tus emociones en cada momento y yo... bueno... no soy muy buena en eso-dije aun mirándole. Me parecía increíblemente extraño como nos mirábamos el uno al otro sin apartar los ojos ni un instante, y sin sentirnos violentos. -Tú... ¿Puedes hacerlo no? Me refiero a expresar tus sentimientos... -le dije bastante sonrojada por lo que se me estaba pasando por la cabeza, pero quería decirlo, y al final me lancé pero apartando la mirada por un segundo de la suya demasiado avergonzada -Podrías decirme...¿Qué sientes...ahora? ¡No contestes si no quieres!-dije alzando la voz un poco.

Me habría gustado retirar mis palabras, menuda tontería acababa de decir... pero ya era tarde, por lo que aun sin poder volver a mirarle por la vergüenza solo esperé inquieta a que contestase.

Le observé sorprendido por un momento por su pregunta, habiendo asentido a sus anteriores palabras. Aquella duda que ella tenía tambien la tenía para mi mismo ¿Qué sentia en aquel momento? Ciertamente comodidad y alegria pero... ¿Había algo más?
No lo sabía y menos me arriesgaria a incomodar a mi compañera.

- ¿Qué siento? Pues... Me siento muy agusto y feliz a su lado - Sonrojado iba respondiendo - Y siento que podría estar la noche entera solo contigo.

Lo último fue con un sonrojo tal que el color de mi cabello parecía igual al de mi rostro, mientras cerraba mis ojos y acarisiaba su rostro, esperando la respuesta de aquella hermosa damicela que me acompañaba.

Sonreí aún muy avergonzada ante su respuesta, y di las gracias a todo ser viviente en ese momento porque no fuese un instante incómodo y él se fuese ante mi totna pregunta.

-Yo...siento lo mismo-dije en un ligero susurro.
Sentí sus caricias en mi rostro y me giré hacia él de nuevo, solo para sorprenderme al ver como el rubor había teñido casi por completo sus mejillas.

Me incorporé ligeramente para aliviar un poco el peso de mi cuerpo sobre el suyo, aunque continué apoyada en su hombro y le cogí el rostro con cuidado entre mis dedos, para girárselo hacia el mio y acariciarle la barbilla con suavidad.

-Tu cara es incluso mas hermosa cuando te ruborizas, si es que eso es posible-dije en un susurro apenas audible y sonriéndole.

Sin duda, era un ángel, era la única palabra con la que podía describirle. Era mi propio milagro caído del cielo... aunque hubiese sido yo la que había caído.

Observe sus movimientos y, cuando nuestras miradas se cruzaron de nuevo no pude evitar sonreir algo seductor, mirando aquellos ojos tan bellos y atrayentes pensando que era increible que nos conocieramos.
Mi expresión cambio un poco cuando dijo aquello, haciendo que me sonrojara más si eso era posible y mi corazón comenzara a latir algo más acelerado mientras mis manos acarisiaban su rostro y el mio se acercaba más a ella por reflejo.

- Me alaga mucho, usted es mucho más hermosa señorita. Es un angel en todo sentido - le dije muy cerca de sus labios - Es increible nos conocieramos.

Se acercó más a mi, haciendo que mi nerviosismo aumentase, y que mi respiración se entrecortase.
Sonreí ante sus palabras, pero no estaba de acuerdo con ellas. ¿Un ángel yo? en ese momento él era mucho más ángel de lo que yo podía llegar a ser.

-Doy gracias al mundo entero por haberte conocido Sigma...-dije apartándole ligeramente el pelo del rostro-Eres un milagro... Y no quiero separarme de ti -dije sonrojándome-Mejor dicho, no pienso hacerlo-añadí.

Me acerqué tanto a él que seguro podía sentir mi aliento mientras hablaba sobre sus labios, y noté como mi nariz rozaba con la suya.
Me encontraba tan nerviosa que incluso mis alas se removían ligeramente inquietas.

Los humanos no solían conseguir sacar mis nervios a flor de piel de esa manera... pero sin duda él lo conseguía.

No pudé evitar sonreir y sonrojarme por sus palabras, pero ahora no había vuelta atras. Nuestras narices se chocaban, su aliento tocaba mis labios haciendome sentir un deseo increible de hacer esos hermoso labios mios al tiempo que, por reflejo podría decirse, mis manos abrazaban su cintura.

- Perdoneme por esto... No puedo resistir.

Dije eso en un tono muy sensual para luego acercarme más y tomar los labios de aquella muchacha, subiendo una mano a su nuca, acarisiando su negro cabello mientras mis ojos se cerraban, dejandome llevar por el momento y por aquel exquisito sabor de sus labios.

Sigma, despacio como en un sueño, me besó con dulzura.
Proferí un ligero sonido de sorpresa y abrí los ojos con fuerza, para después corresponder a su beso con toda la dulzura y pasión que podía y cerrar los ojos para disfrutar al máximo.

Sentí su mano en mi nuca, acariciando mi pelo, y me encantó la sensación.

Despacio, coloqué las manos alrededor de su cuello para pegarle más contra mi.

Conforme avanzaba nuestro beso, me incliné hacia delante para incorporarme casi del todo y así estar frente a el, sin soltar nunca sus labios, y me pegué por completo a él, abrazándole entre mis piernas ahora colocadas a su alrededor, y atrayendo su rostro contra el mío, saboreando sus dulces labios a cada instante.

Me sentía en el paraiso mientras notaba como nuestros cuerpos se juntaban, a lo cual yo me acomodé para hacercelo más facil a ella, sin soltar en ningun momento sus labios, al contrario, hacía más picaro el contacto al lentamente meter mi lengua en su boca, jugando con la suya tierno y ciertamente senusal.
Si bien no quería despegarme de aquel hermoso contacto el aire empezaba a escasear, así que, con mucho remordimiento, fui retirando mis labios de los suyos, dando suaves y tiernos besos, mirandole ahora con mucha ternura, acarisiando sus cabellos.

- Es muy linda señorita Hikari - Dije sonrojado sin dejar mis carisias - Estaria toda la noche con usted.

El chico introdujo su lengua en mi boca ligeramente, y le correspondí con ganas.
Al tiempo, comenzó a separarse de mi despacio, propinándome suaves besos en los labios, que se me antojaron dulces y tiernos, pero aun con cierto tono pasional.

-Entonces estemos toda la noche juntos-dije colocando una de mis manos tras su nuca, y acercándolo de nuevo hacia mí.

Las ropas del chico que me cubrían cayeron por mi espalda, dejando de nuevo a la vista completamente mis alas, y mis hombros desnudos por las extrañas ropas que llevaba, que eran así.

Más pasionalmente que antes, le besé, internando directamente mi lengua dentro de su boca, y controlando ligeramente su cabeza con mi mano, moviéndola al ritmo que le besaba.
Pegué mi cuerpo de nuevo contra él.
Ahora sin las ropas que me habían cubierto me encontraba completamente empapada, al igual que él, y la sensación que me daba aquello era de puro placer, como si no llevásemos ropa alguna.

Proferí un ligero gemido separándome un segundo de sus labios, y dejé de ejercer tanta fuerza sobre su nuca, pensando que quizás estuviese pasándome de la raya, y símplemente permanecí mirándole, bastante sonrojada, a escasos milímetros de su rostro.

Sonreí nuevamente ante sus palabras, sonrojandome un poco y sitiendome muy feliz, pero no esperaba que me besara con tal pasión por lo cual me sorprendí un poco al principio y tarde algo en corresponder. Apenas pude salir de la sorpresa le abraze con mucho esmero, jugando con su negua y sintiendo su cuerpo mojado bien junto al mio, lo cual me dio un placer increible, el cual se noto ligeramente en mi entrepierna.
El beso siguio un poco más, sin dudarlo, ella me había tomado y controlado, estaba a su merced cuando desprendio y me observo sonrojada como aquellas personas que piensan que hicieron algo mal, yo solo sonreí.

- Me encantas... No te detengas, deseo seamos uno esta noche - dije en un tono seductor y amable - besame como nunca.

Esta vez tomé yo sus labios, abrazandole algo más fuerte, pero comenzando a dar carisias más picaras, acarisiando sus hombros con una mano mientras la otra bajaba a su cintura al mismo tiempo que el beso se hacía mucho más intimo, dejandome llevar por el deseo y la pasión del momento.

Escuché sus palabras y mi rubor se hizo incluso más notorio si era posible ante ellas.
Pero lo deseaba, de una manera quizás demasiado intensa.

Me besó, abrazándome con fuerza, y comenzó a acariciarme los hombros mientras me cogía a la vez por la cintura.

No pude evitarlo, la pasión me abordó en ese momento, y le correspondí al beso con toda la fuerza de la que era poseedora, de tal manera que al inclinarme sobre él le hice caer de espaldas sobre el suelo, quedando así yo tumbada encima suyo, y sin separar nuestros labios, que cada vez se besaban más pasionalmente.

Dirigí mis manos hacia su pecho y me apoyé sobre ellas para poder separarme un poco de él y hablarle, con la voz entrecortada por mi respiración.

-Te deseo Sigma-dije mirándole con una pasión contenida a los ojos-Como nunca he deseado a nadie

Acto seguido bajé de nuevo mi rostro hacia él, pero desviando la dirección, y comencé a dar juguetones besos sobre su suave cuello que poco a poco fueron convirtiéndose en leves mordiscos pasionales.