Antes de llegar al hotel... [Libre]

Caminaba por las calles con paso tranquilo mientras veía una hoja con direcciones que traía en mi mano derecha. Mis superiores me habían dicho que me tomara unas vacaciones por unos cuantos meses; aunque primero me negué rotundamente, al final acabaron convenciéndome y por eso ahora me encontraba aquí.

Alcé mi vista para divisar a lo lejos una gran edificación; que supongo que es el hotel. Suspire, desviando la mirada para toparme con un local, donde al parecer vendían café. Me acerqué a la vitrina y pensé que no me vendría mal uno antes de llegar al hotel donde me hospedaría por un tiempo.

Abrí la puerta del local, donde inspeccione el lugar hasta encontrar una mesa vacía en donde fui a sentarme; pronto llego una camarera y con una gran sonrisa le pedí un café, ella tomó nota y se fue de allí dejándome solo.

Saqué el móvil de mi bolso solo para entretenerme en algo mientras esperaba; también para no dejar que el hilo de mis pensamientos llegará a ese tema; a aquel caso que me tenía tan frustrado. Agité la cabeza rápidamente, otra vez estuve a punto de caer en eso. Me acomodé en el asiento disponiéndome mejor a solo esperar.

Me sobresalté un poco cuando una chica se sentó frente a mí, pero mi sorpresa fue aun mayor cuando me hablo en un tono tan jovial diciéndome cosas como si supiera lo que me ocurriera. ¿Acaso mi rostro denotaba la preocupación?. Me negué a estos pensamientos para ver el lado bueno: al menos ya no estaba solo en el lugar. Una gran y agradable sonrisa adorno mi rostro.

- Tienes razón, no eres la primera que lo dice -relajé mi postura echando los hombros hacia atrás recargándome en el respaldo del asiento en donde me encontraba- Soy Alfred Jones, mucho gusto -me presenté amigable, extendiendo mi brazo para saludar a la bella señorita que me hacia compañía.

Me apresure a tomar mi taza del delicioso café entre mis manos después de que la camarera los dejara en nuestra mesa. Bebí un sorbo de aquel líquido ardiente extasiándome al instante de su delicioso y exquisito sabor algo amargo.

- Bueno, es que estos últimos meses no han sido los mejores de mi vida –admití haciendo una mueca de desagrado ante tal verdad- pero bueno, no hay que pensar cosas tristes, ¿no es así? –aquella sonrisa juguetona que era muy característica de mi hizo aparición.

Volví a dejar mi bebida en la mesa. La miré por un instante para luego fijarme en Bernkanstel , me fije que verdaderamente era una chica muy bonita, con rasgos verdaderamente finos y con su mirada seria, que en vez de hacerla lucir desagradable, le daba un toque extravagante en cierto modo elegante.

-Y dime, ¿eres de por aquí? –pregunté curioso por saber de ella.

Escuché con atención lo que la chica me decía mientras seguía tomando mi café. Me quede algo dudoso cuando ella dijo que esperaba a su jefe, ¿no se suponía que los dueños del hotel eran los jefes? ¿No habrían llegado aun o algo parecido? Ladeé mi mirada confundido.

Antes de que pudiera preguntar algo, la dama se había acercado demasiado a mi rostro, me escrudiñaba con la mirada de una manera que parecía que quería descubrir algo por medio de mis ojos. Su mirada estaba seria, pero igual podía sentirse su en su esencia algo que se me antojaba a curiosidad. Unos segundos después se separo de mi pero sin borrar aquella expresión.

- ¿Qué sucede? –me atreví a preguntar luego de un silencio un poco incomodo por parte de ambos. Me estaba poniendo de nervios, no me agradaba mucho quedarme con aquel sentimiento de duda que me embargaba.

La cosa no parecía poder ir más extraño hasta la última pregunta de parte de la refinada dama. Abrí los ojos de sobremanera sin poder creer lo que acababa de decir, ¿en verdad se había dado cuenta? ¿No sería toda una broma?. La miré con más atención viendo la curiosidad latente en sus ojos. Vacilé unos segundos antes de decidirme a hablar.

- No... no lo soy... -dije finalmente después de unos momentos de silencio, que me habían parecido de los más abrumadores en toda mi vida.

No desvíe mi mirada ni un segundo del rostro de aquella chica, me extrañaba que alguien pudiera darse cuenta de lo que no era. Ví que formó una pequeña sonrisa, la primera que había visto en ella desde que la conocí, y esto me causo un sentimiento indescriptible, como nervioso, o inclusive cohibido.

- ¿C-Como lo supiste? -la duda estaba bien marcada en mi voz.

Me encongí de hombros mientras la escuchaba. Tomé un gran sorbo de mi café, después agarre unas galletas que había en el centro de la mesa. Las mastique con lentitud saboreandolas bien, estaba azucaras, calientitas y delicisiosas.

- ¿Magia? -repetí meditando lo que podía responder.

Bueno, pensandolo bien, si existían demonios, ángeles y todo aquello que los humanos no pueden, o se niegan, a ver o creer, son reales; supongo que la magia también.

- Si, no veo porque no -formé una sonrisa a cuenta nueva. Aun quedaba un punto que debía de aclarar- ¿que es lo que eres tu? Claro, si puedo saber... -esto último lo dije por mera cortesía.