No es que sea compradora compulsiva, para nada, pero las pocas cosas con las que había llegado al hotel no le eran suficientes. Necesitaba más atuendos además de sus uniformes de enfermera y mucama, tal vez para salir uno de esos días a divertirse, o simplemente para darse un gusto. Felizmente y para su suerte, su día de descanso había llegado. Tenía suficiente dinero para comprar todo aquello que necesitara, pero claro, no usaría demás. Caminaba por las tiendas, viendo curiosa sólo por las vitrinas. Ahora que recordaba, no había hecho tampoco las compras para el almuerzo. Se fijó nuevamente en su cartera, y un aura deprimente la rodeó, pues al parecer no le alcanzaría para todo. O bien eran las prendas, o bien la comida. Suspiró con pesadez, eligiendo comprar para la cena, y algo desanimada entró a una de las tiendas. Miró a su alrededor, era la primera vez estaba en dicha tienda, por lo que encontrar la zona de las frutas le resultaría bastante difícil, a menos claro, que pregunte a alguien. Sin embargo, todos parecían estar en sus cosas, y por más que preguntaba las personas señalaban para lugares en donde al final no estaba lo que quería comprar.