Nethan Evan´s Room

Después de salir de la tienda y tomar el ascensor, miró al más alto de manera suspicaz, estudiéndole. Se acercó a él y tomó su corbata con una de sus manos, ahlándole hasta que quedó a pocos centímetros de su rostro.

- Perfecto...-susurró, tomando los labios contrarios por corto tiempo, sólo saboreándoloso.- Me gusta- soltó una risa traviesa mientras salía del ascensor meneando descaradamente las caderas. - ¿qué? ¿piensas quedarte allí para siempre? No tengo mucho tiempo...- entró en su Suite, quitándose la chaqueta y encaminándose al armario mientras miraba la hora. - Joder...-masculló, era tarde.

Retiró su camiseta y desabrochó su pantalón, mientras agarraba una toalla rápidamente, desordenando todo.

- Arregla ese desastre- ordenó mientras se encaminaba al baño, después de haber agarrado ropa interior.-

Sonríe siguiendo la espalda de su comprador, mientras mil y una maneras de como matarle se apoderan de su mente, de forma fácil y rápida, llevando acabo su tarea con eficacia sin dejar la mas mínima falta sobre el cuerpo sosegado y sin vida, siendo retribuido con la agonía de sus presas enmarcada en sus rostro. Que seria de este pequeño hombrecillo, se dijo a si mismo entrando en la cabina del elevador. Ahorcarlo...no, se deleitaría de su rostro suplicante pero de seguro le mataría rápido; acuchillarle...el sangrado duraría unos cuantos minutos mas no resultaría nada placentero. Absorto en sus pensamientos es irrumpido por la mirada del menor, suspira leve sin hacerle notorio, dejándose hacer con el lo que quiere.
Perfecto?, se cuestiono enarcando su ceja, solo un chiquillo malcriado, volvió a pensar para si regresando a su trabajo, envenenarle... cerrando sus ojos para concentrarse mas, realiza un mapa mental de cada poción y efecto que desencadena, vías respiratorias, vasos sanguíneos, venas, corazón...Abre sus ojos percibiendo algo sobre sus pies músculos, pulmones, ropa interior...meditanuevamente, abriendo sus ojos en un impulso repentino, que acaso había dicho ropa interior? Una maldita cosa como esa no le mataría Observa el suelo lleno de prendas por todas partes, al chico que le ordena dándose vuelta y sonríe, lo había decidió, este malcriado humano recibiría toda su atención, ningún método era necesario, solo pensaba en como torturarle despues de oír aquellas ultimas palabras "Arregla ese desastre"
Entendido, AMO
No le importaba seguirle el juego, se había rebajado antes humanos peores o iguales que el y de ellos mismos era de quienes recibía el mayor placer al tomar sus vidas

Soltó una carcajada al oírle llamar así, mientras cerraba la puerta. Terminó de arrojar lo que le quedaba de ropa y abrió la llave de la tina, metiéndose de lleno, no había tiempo. Se enjabonó y se juagó bien, para luego hacer lo mismo con su cabello. Lanzó una maldición cuando algo de champú con olor a frutas cayó sobre sus ojos.
Al terminar se secó con cuidado, para ponerse la ropa interior y salir a terminar de vestirse. Ni tiempo para aplicarse crema tenía ahora.

Su cabello escurría aún gotas por su espalda mientras se ponía unos pantalones de cuero negros, ajustados, y una camisilla blanca. Se acercó al nochero al lado de su cama y buscó sus inseparables anillos y uno que otro dije. Tomó de nuevo la toalla y secó su cabello, revolviéndole luego con las manos, para ponerse una chaqueta de cuero negra también y uinas gafas oscuras.
Tomó la chaqueta que se había quitado antes de entrar al baño y sacó su encendedor y su cajetilla de cigarrilos, para mirar al mayor posando una mano en su propia cintura.


- Nos vamos....- observó de arriba a abajo la vestimenta.- no quiero que camines por la calle así....te conseguiré algo en el estudio, así que muévete.- Llevó un cigarrillo a sus labios y lo encendió, para exhalar el humo lentamente y encaminarse a la puerta. - ¿Sabes conducir?- preguntó, lanzándole a su nuevo juguete las llaves de la motocicleta que mantenía en el parqueadero.

Ropa, ropa, ropa y mas ropa, holgada, apretada, azul, verde y un sin fin de colores y texturas colgadas una tras otra dentro del gran armario, quien demonios era este chiquillo y que hacia con tantas prendas. Suspira algo agotado el azabache de solo ver tantos objetos innecesarios a su parecer, tantos objetos ostentosos para incrementar el gran ego que de por si ya el menor posee.
Al oírle recorre su propio cuerpo de arriba a bajo reparando su vestimenta, regresandole una mirada, pues el no se pondría alguno de los trajes raros que al parecer el otro adoraba lucir frente a los demás. Sin importar el tiempo transcurrido, seguía sin entender la tonta costumbre de los humanos, el competir entre si pavoneándose por algo tan insignificante, tantos lujos y decadencias que solo disfrutarían sobre su corta vida terrenal, Aun así disfrutaba de todo ello, resultaba ser un buen espectáculo con el cual entretenerse.
Toma las llaves dirigiéndose a la cabina nuevamente, llega hasta la parte baja del hotel y presiona la alarma del vehículo de dos ruedas, llega hasta el y sin notarse sorprendido no se le hace rara la apariencia de este, tal e igual a su dueño llamativos de extremo a extremo. Se monta en ella en que grado de experto
Tiene prisa no es asi
Trata de nivelar el sarcasmo e ironía de sus palabras, aunque con humanos como este era algo difícil de lograr

Observó atento al mayor montarse y hablarle de esa manera descarada. Relamió sus labios y asintió, sentándose tras de él en la moto y abrazándose fuerte a su cintura.

- Cuida ese tono...- adviritó, no en serio. Desde que podía recordar era la primera persona que le hablaba así, y eso le gustaba. Despertaba en él ese morbo extraño. Se puso uno de los cascos, dejando el otro al mayor, mientras lanzaba lejos el cigarrillo a medio fumar.

El imbécil le había quitado las ganas. Cuando se pusieron en marcha recostó el rostro en el hombro contrario, soltando una carcajada, admirando los enormes edificios de la zona. Después de varios minutos de camino le indicó por donde voltear y donde detenerse. No era difícil, el edificio era simplemente inmenso y ostentoso.
Se bajó de la moto, pasándole su casco al mayor y encaminándose a la puerta.

- Te espero en el décimo piso....apúrate- le miró divertido, mientras daba unas cuantas zancadas antes de entrar en el edificio y decirle al portero que el de atrás iba con él. Tomó el ascensor y apenas había abierto al puerta cuando el fotógrafo se le lanzó encima comentando lo de su retraso.

Hizo una mueca mientras ponía las gafas sobre su cabeza y le restaba importancia. Había estado ocupado. Siempre le mismo ritual, la maquilladora se acercó a él y le llevó a la silla, mientras retiraba algunas de sus joyas y comenzaba a hacer lo suyo.

Recibió el casco respondiendo a sus palabras con un semblante vació, elevo la mirada detallando la estructura frente a el Decimo Sonrió entre dientes con algo de sarcasmo. El décimo piso solo era la mitad de aquel edificio, limpio y brillante, llamando la atención como joya exhibida ante un público que no puede tocarle, atrayendo las miradas de los pasantes, abre sus puertas al chiquillo malcriado.

Un hombre uniformado se acerca, saluda cortésmente y toma posesión del vehículo llevándole al parqueadero subterráneo. El demonio camina sin prestarle mucha atención aquellos individuos que rodeaban a su malcriado amo alrededor del ascensor.
Tan molesto como siempre
Suspira cansado y gira a la derecha para tomar una ruta mas despejada y tranquila, las escaleras. Llegando al décimo piso sin ninguna contrariedad, abre la puerta de algo similar a un estudio fotográfico.

Sintió la puerta abrirse y giró la vista a ella. El estudio pareció quedar en silencio, mientras todos clavaban su mirada en el recién llegado.

- Está bien, viene conmigo....- murmuró. El fotógrafo dio un suspiro y se acercó a él.- ¿así que esta vez es un hombre? - preguntó como con lástima. El pelinegro entrecerró los ojos y asintió leve. Se levantó cuando la maquillista dijo que ya estaba, y miró expectante al otro.

La sesión de hoy era para promocionar Jeans. Se quitó la chaqueta y la camisilla, dejándolas por ahí, para luego recibir los primeros jeans a modelar. Como siempre se quitó lo que traía puesto frente a todo, el pudor no era algo que conociera él. Se puso los otros y se dirigió al centro del lugar, cruzándose de brazos mientras le explicaban la pose que debía realizar. Estuvieron así un largo rato, cambiando de pantalones, colores, poses, fondos y demás.
Después de un rato, el tan ansiado descanzo llegó, por lo que dio un suspiro, más agradecido y se colocó su camisilla de nuevo, mientras tomaba una botella de agua. "una hora" habían dicho que era lo que tenía, se encogió de hombros y se calzó, lanzándole una mirada al mayor, para que lo siguera. Salió del estudio y caminó por el largo pasillo, hasta el ascensor, esperando al otro y luego bajando hasta el segundo piso y terminar por adentrarse en la cafetería.

Tenía tanta hambre que podría comerse hasta un caballo. Se recostó en el mostrador y comenzó a observar el menú, mientras se decidía, preguntó al más alto.

- ¿qué quieres?

Aguardo en silencio recostando su cuerpo contra la pared, cerro sus ojos y escondió la mirada bajo sus largos y sedosos cabellos. Lanzo un suspiro poco notorio y con desgano. Le importaba poco el lugar y las insignificantes almas sucias en el.

Robo, violación, engaño, envidia, gula entre uno que otro pecado mas leve reunidos en un mismo espacio. El demonio mofo relamiendo entre sus labios cada una de dichas esencias, una mas fuerte que la otra, destruyendo la vida de gracia y creando la amenaza de condenación eterna. Que acaso su tan amado padre no les había dejado eso en claro?. Retoma la sonrisa, el ruido continua, la escenografía que acarrea malestares a los ayudantes y la fiesta de sabores en su boca interrumpida por aquel dulce y agrio aroma. Levanta la mirada hacia el lugar que aunque poco tiempo ya reconoce a la perfección. De tez clara y sin ninguna gota de vergüenza, el chiquillo malcriado enseña nuevamente su figura al viento artificial que recorre el amplio espacio.

Realiza su labor, el demonio observa meticuloso cada movimiento. Una dama con aire de grandes encantos se acerca a el dándole a degustar aquella bebida oscura que los humanos en un pasado tanto valoraban. Color oscuro y olor a tierra...hacia cuanto no probaba una cosa de estas.
Jum
El sarcasmo se apodera de si. Por que no simplemente jugar con las pequeñas mascotas que el creador había posado sobre la tierra. Desvía su horizonte, la chica se sonroja destacando los atributos de su propio cuerpo al lograr ver la belleza oculta entre los cabellos del hombre. El demonio se excusa con un gesto en que la cafeína le hará daño, ella insiste, el vuelve a negar con tono fuerte acompañado de la mirada. La mujer se pasma, abre sus labios anhelando algo que aun no le pertenece, observando con impotencia la espalda de su deseado prospecto de amante. El chiquillo avanza llamándole a lo lejos con la mirada. Levanta la marcha no sin antes denotar miradas sobre si por sus actos anteriores, Sonríe de lado siguiendo a su consentido propietario hasta la planta baja.

Estando ahora a su lado, observa desde arriba al menor algo desconcertado por sus palabras, se habría confundido de humano?...no, este era de esa clase, pensó. Sonríe ladino, inclina un tanto su cuerpo dejando a unos cuantos centímetros sus propios labios de la oreja ajena
No creo que sea el lugar para alimentar a su mascota...
Susurra a sabiendas de que generara un malestar en el menor, retoma la compostura y el semblante frió. Nuevamente, un grupo de chicas se acercan. El demonio da un paso hacia atrás dándoles espacio para que se atiborren sobre la joven celebridad. Sabia como actuar, años atrás su antiguo amo era aun mas famoso, así que simplemente prefería guardar distancia y esperar. Sorpresa fue, pues aquellas almas no se encontraban justo en búsqueda del amo, si no del consentir a la misteriosa mascota que tanto había robado sus miradas.

3:

Sitnió el susurro del mayor, ¿que no era un buen lugar? ¡¿Era eso una orden?! Se giró sobre sus talones para reprocharle cuando un grupo de chicas saltó. Luego vino la confusión cuando aparentemente no le prestaban atención a él sino a su juguete. Ardió en ira, bien, sabía qué atributos poseía el mayor...por eos le escogió, pero ser ignorado de esa manera para alguien tan adicto a la atención como él, fue...se giró sobre sus talones y pidió un plato de ensalada, pero tenía demasiada hambre como para ponerse a mirar qué escoger y qué no, por lo que pidió además una soda y una hamburguesa. Ya comería mejor más tarde.
Miró al de atrás ¿seguro no quería nada...? bueno, que se quedara ahí recibiendo la atención, a él eso no le importaba, para nada. Para nada, para nada...... se alejó para sentarse en una mesa al lado de una ventana mientras volvía a lanzarles una mirada.

Para nada, para anda....¡¿Entonces por qué no dejaba de mirarlos?! bien, calma, calma. Respiró hondo y comenzó a comer, mientras miraba hacia abajo la gente pesar, unos cuantos con afán, otros más pausados. Frunció los labios, para después de unos minutos terminarse todo lo de los platos y comenzar a beber de la lata. Al terminarla, otro cigarrillo, y después otro más. ¿Cuántos llevaba en el día? pocos, sí, pocos.
Se levantó de la mesa y se encaminó al baño, remojó su cara, mirándose al espejo. Frunció los labios y giró el reostro, pasando su mano por su mejilla, esa sensación otra vez. Volvió a romajarla para luego salir de nuevo dando un suspiro y encaminarse al estudio fotográfico, ese maldito juguete suyo que hiciera lo que quisiera, no quería verle en ese momento. No había pasado ni media hora, joder, pero no quería estar más ahí.

- Entre más pronto acabemos, más pronto me largo ¿verdad?- preguntó al fotógrafo, con cara de pocos amigos, éste sonrió y Nethan murmuró que quería continuar ahora. Rápidamente volvieron a correr a sus lugares, moviendo esto, quitando aquéllo, retocando ahí, y demás.

Spoiler: