Nadie sale sin permiso...

Estaba en silencio sentada en el carruaje que me llevaría directa a aquel lugar, aunque tardase, era más seguro. No dejaba de pensar en Julian, no quería que le hicieran nada malo, me daba igual quien fuera anteriormente, ahora había cambiado para bien e iba a ayudarlo como fuese. Yo con una capucha oscura veía por la ventana las ramas moverse al son del viento nocturno, el carruaje se detuvo.
Me cogí fuerte a la guadaña y me asomé por la ventana.

-¿Qué ocurre?

Le pregunté al conductor mientras intentaba vislumbrar algo alrededor nuestra. Parecía todo estar tranquilo.
Agarré con más fuerza mi arma, por precaución mientras estaba atenta a cualquier ruido o cosa que se presentase.

Me entró un respigo extraño cuando vi la cabeza del conductor rodando en el suelo, fruncí el ceño y me dispuse a ser lo más fría y desconfiada que podía serlo.

-¿Por qué motivo debería hacer eso? Igual me pasa lo mismo que a mi conductor…

Estaba completamente dentro del carruaje con ambas manos cogidas a la guadaña, si tenía que matar, lo haría, ya lo había hecho en otras ocasiones también por algo similar, proteger a un ser querido.

-bajaré de el carruaje si me promete que no hará nada que pueda lamentar después…

Dije con voz fría, puse mi rostro serio como debía ser un “vampiro de verdad” frío, serio y con malas pulgas, yo lo intentaba, no mostraría mi sonrisa a nadie que no fuera Julian o mi propia hermana, no hasta que Julian estuviera a mi lado de nuevo, bien, como aquella noche…

La voz me parecía que tenía razón, ¿habríamos? ¿Eran más de uno?, el cerrojo reventó rompiéndose en diminutos cachos abriendo la puerta, dejando ver a un hombre, otro vampiro. Lo miré con desprecio, o por lo menos con intención de desprecio, intentaba amoldar mi forma de ser a como era mi hermana, arisca con los extraños…

-¿El príncipe?... ¿habéis matado a mi chofer y queréis que ahora vaya con ustedes? Creo que esto parece más un secuestro que una invitación…

Mi mirada era fría, intentaba no mostrar ninguno de mis sentimientos, Julian me había hablado de “esos vampiros” nada de sentimientos, cero. Le cogí la mano con desgana y bajé poniéndome la maleta de mano como si fuera un bolso y sin soltar mí guadaña en ningún instante.

-cuando llegué al hotel no me dijeron nada de que tenía que presentarme al príncipe… es más, yo no tenía conocimiento de que había un príncipe en este lugar…

Bajé con cuidado dejando ver que mis ropas eran fucsias y de una fina tela con encajes, por debajo de la capa se podía dejar entrever mi pelo azul claro suelto, con un adorno al lado fucsia, lo cierto es que no era un traje muy de lucha pero primero iría a intentar hablar, después no me importaba que le pasase al vestido si conseguía salvar a Julian.


-Disculpe, pero… aparte de que tengo una prisa atroz, ¿donde piensan llevarme? Soy una dama, no pienso ir caminando.

Era buena haciendo el papel de mi hermana, agresiva y con superioridad, como siempre era ella.

Lo miré con muy mala cara mientras el hombre le decía que no era una mujer y además de eso me amenazaba…

-Me está molestando su falta de tacto señor… Además yo he viajado mucho es normal que no me acuerde de todas las tradiciones que poseemos.

Mi rostro era frío y serio, posé la mirada en el cuerpo ya sin vida de los pobres caballos, por dentro lágrima se derramaban por esta perdida, por fuera un ceño fruncido y una mirada asesina hacia la persona que se encontraba frente a mí.

-debería saber que esas muertes me costarán a mi dinero…

Dije señalando los cadáveres y poniendo cara de mal humor. El papel me salía a la perfección, me podía dedicar a ser una actriz si mi no vida de novelista fallaba… Caminé donde me guiaba sin muchas ganas, cuando pronunció el nombre de Relicar mi tapadera por poco se quiebra en pedazos pero tome de nuevo la compostura rápidamente. Mientras caminaba por la oscuridad miraba al vampiro con mala cara.

-¿… me podría decir de qué se le acusa?

Mi mirada fría cada vez se hacía más intensa, ahora de verdad estaba de muy mal humor, como le tocasen un solo cabello morirían por mi rabia. El asa de la guadaña estaba siendo cogida con bastante fuerza en esos instantes.

-y otra cosa… ¿Quién o qué nos acompaña o le acompañaba antes señor…?

Era cierto, no sabía ni el nombre del vampiro que me “raptaba” en esos instantes.

Lo miré de muy mal humor, mientras me quedaba quieta mirando al vampiro molesta.

-no es que no tenga dinero para hacerlo, es que resultaba innecesario matar a criaturas que aun sirven para servirnos. ¿No entiende que esos eran de mi propiedad?

Lo dije muy seria y fría, intenté subir el tono en la palabra “mi” para que se enterase que no era por el dinero sino porque no debería tocar juguetes que no fuesen suyos.

-Hasta el momento muchas familias se han matado entre ellas sin que ustedes hicieran nada con las que sobrevivían…

Mi mirada tajante como una cuchilla no se movía de los ojos de aquel hombre, quieta mirándolo delante de la puerta

-aunque sea joven tengo el poder de muchos de mis antepasados, así que no me moleste mucho más de lo que ya lo estoy si no quiere acabar con su cabeza en una bonita estaca clavada…

Me subí al carruaje algo molesta, estaría dispuesta a matar, y creo que lo demostraba de antemano al hombre que me molestaba. Si hubiera sido mi hermana le hubiera cortado ya la cabeza, pero tenía que ser astuta y dejar que me llevase ante Relicar…

Escuchaba los lamentos de los esclavos pero no podía dejar que mi fachada se rompiese, no por el momento. Seguía con mi fría tapadera. Mi miraba se volvía más fría a cada segundo que pasaba con ese ser tan despreciable.

-siento decirle que no cenare nada, sabe bien a lo que vengo, ¿no es así?

Ciertamente ese hombre sabía más de lo que decía y yo quería sacarle esa información, pero ¿cómo? No quería comer, no tenía hambre y eso para un vampiro era extraño, nosotros siempre teníamos sed.

-me gustaría preguntarle más cosas pero sé de sobra que no querrá contestarme…

Lo miré con fijeza y luego miré por la ventana pero sin apartar mi atención de aquel vampiro que me daba tan mala espina.

-si quiere que me sienta cómoda dígame, ¿las leyes y los castigos los pone su señor? Y… ¿qué derecho tiene a hacerlo?

Volví a fijar mi vista en ese vampiro que me parecía cada vez más despreciable, buscaba solo hacer su trabajo pero como me molestase más sería pasto de las cenizas…