Una mujer entraba por la puerta de la recepción, lucia algo cansada pero aun así seria y con un gesto desinteresado, pero claramente cansada. Traía un chaleco azul oscuro, o eso parecía, y un pantalón negro ajustado, pero esa apariencia casi lúgubre no era lo que más resaltaba en ella sino otras cosas. Sus ojos celestes, brillantes, profundos y llenos de misterio, y su figura voluptuosa era lo que más atraía de esa presencia oscura.
Llegue...
Sin decir más comenzó nuevamente su caminar, iría a su habitación, después de todo la había reservado por teléfono, y descansaría. Le esperaban más aventuras en el futuro.